Ser o no ser: Biagioni, Casas, Trier y Jarmusch
¿Cuánto tiempo descansa un poema? hace bastante, diría medio año, que tengo un libro de poemas corregido por una maestra y colgado por mí. Esta semana volví a él por un poema en particular, habla de mis ancestros originarios, puntualmente del nomadismo que acarreo. Tuve un inconveniente estructural en donde vivo y estuvimos cargando con el bolsito, yendo y viniendo y por la noche transitando el frío y la oscuridad natural y literal. Una experiencia ambigua, sensorial y catastrófica, pero atravesada por la poesía que siempre nos salva. La cuestión es que cuando Andi leyó ese poema me preguntó: ¿leíste “Cavante, andante” de Amelia Biagioni? Y ese día se convirtió en mi poema favorito.
Cavante, andante
A veces
soy la sedentaria.
Arqueóloga en mí hundiéndome,
excavo mi porción de ayer
busco en mi fosa descubriendo
lo que ya fue o no fue
soy predadora de mis restos.
Mientras me desentierro y me descifro
y recuento mi antigüedad,
pasa arriba mi presente y lo pierdo.
Otras veces
me desencorvo con olvido
pierdo el pasado y soy la nómada.
Exploradora del momento que me invade,
remo sobre mi canto suyo
rumbo al naufragio en rocas del callar,
o atravieso su repentino bosque mío
hacia el claro de muerte.
Y a extremas veces
mientras sobrecavándome
descubro al fondo mi
fulgor inmóvil ojo
de cerradura inmemorial,
soy avellave en el cenit
ejerciendo
mi remolino.
Mi hijo la semana pasada me mandó una foto del pizarrón del colegio: “Mamá, estamos con un poema de Casas “escribió abajo. Hace poquito cortó con la novia y esa noche me dijo: “Estoy feliz. Creo que el poema de Casas me hizo bien”. Yo le respondí: “todo lo que se pudre forma una familia” y nos reímos con la complicidad que solamente te otorga la poesía. Una vez más, en modo de salvación.
Hace algún tiempo
Hace algún tiempo
fuimos todas las películas de amor mundiales
todos los árboles del infierno.
Viajábamos en trenes que unían nuestros cuerpos
a la velocidad del deseo.
Como siempre, la lluvia caía en todas partes.
Hoy nos encontramos en la calle.
Ella estaba con su marido y su hijo;
éramos el gran anacronismo del amor,
la parte pendiente de un montaje absurdo.
Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia.
Empecé con mi hija una actividad en la que cada vez que estoy le agradezco haberme arrastrado para ir, “mamá, vos sos faltadora serial, a mí me gusta tener una rutina”, ella que permanente me baja a tierra, cuando salimos caminando me dijo: “¿mamá, mirá que lindo que está el cielo?,” y acomodó en un segundo todas las adversidades. Hay un momento en que se cae la ficción, la madre deja de estar idealizada y nuestros hijos nos ven como somos.
Cuando era chica sacábamos una entrada para el cine y salíamos cuatro horas después, en la adolescencia cuando íbamos al video club, el fin de semana, también nos llevábamos de a dos o tres películas; algo así sucede cuando abro una plataforma e ingreso a un tiempo/espacio del cual pierdo noción.
Miro Melancolía de Lars von Trier, un planeta está por chocar contra la tierra y en dos episodios muestran a las hermanas Justine y a Claire como personalidades opuestas ante el acontecimiento. Justine es dispersa, poco terrenal y pareciera comprender lo importante, aquello que solo se ve con la intuición. Claire es más estructurada, tiene estabilidad emocional y familiar, sin embargo la llegada de lo desconocido la descoloca. El miedo la invade y la perturba. ¿Con cuál nos identificamos? ¿Una es del todo de una manera o de otra? Creo que como en el tao a veces podemos ser Justine y otras Claire. Somos un poco de cada una y ese planeta que choca, un misterio a develar; ese planeta que, aplicado a la vida, puede ser el encuentro con otro ser humano que nunca terminamos de conocer.
A veces sedentaria, otras veces nómada; como escribe Amelia.
Coffee and Cigarettes, de Jim Jarmusch es una película sobre el arte de la conversación, en distintos episodios personas conversan con Café y cigarrillos de por medio, como elementos simbólicos del discurso. Aquí confluyen distintos universos, miradas, formas de ser y temas cotidianos. En una escena Iggy Pop y Tom Waits están en un bar, de repente una interferencia: Iggy se levanta y dice “debo irme”, Tom le responde: “pero si recién estábamos empezando”. Las relaciones humanas a veces también son planetas que chocan, enfrentarse a lo desconocido.
Las relaciones humanas a veces también son planetas que chocan, enfrentarse a lo desconocido.
Ser o no ser. En el medio del vértigo me quedó resonando una escena de Noche en la tierra, otra película de Jim Jarmusch donde se cuentan cinco encuentros en taxi la misma noche en distintas ciudades del mundo (Los Ángeles, Nueva York, Roma, París y Helsinki).
Gena Rowlands es una directora de casting que llega al aeropuerto de Los Ángeles, Winona Ryder es taxista y quiere ser mecánica. Cuando el viaje llega a destino, Gena le propone ser actriz de cine y ella le dice que no, que quiere ser mecánica y que está muy bien con su trabajo. Gena no entiende e insiste: “¿Pero, quién no quiere ser actriz de cine?”
El sueño a veces consiste en ser una persona común.