Teatro: “Hasta que el silencio calle”, reclamos inevitables en el último umbral

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ENTREVISTA TEATRAL

Teatro: “Hasta que el silencio calle”, reclamos inevitables en el último umbral

10 Septiembre 2023

Hasta que el silencio calle es una obra de luces y escenografías sobre las que gritan trabajadoras olvidadas. En días donde la precariedad y la muerte se naturalizan, Alejandro Acuña Moreno apuesta a la denuncia en el teatro con un elenco talentoso en una obra donde el lenguaje explota, creativo, en las fábulas interiores de un hospital.

Una serie de secuencias habitadas por un collage de referencias literarias conforman una “mitología hospitalaria”, donde el contacto con la muerte es la referencia omnipresente de la precariedad, el menosprecio a los trabajadores y sus resistencias viscerales.

Como bajo el bisturí de los recortes presupuestarios y de la medicina, ése último reducto de la vida, la obra disecciona visiones y filosofías en torno a personajes que hacen lo que pueden en su destino común de trabajadoras.

Con una puesta en escena inteligente en la que a menudo sorprende la reinvención del escenario, Hasta que el silencio calle despliega un dispositivo de sombras, colores secos y sentidos potentes que abarcan incluso ataques al olfato.

Una denuncia a las condiciones de trabajo de una labor fuertemente feminizada, que toma contacto en el espacio donde se tramita el umbral de la muerte, y donde se proyectan las últimas resignaciones en manos de quienes ponen sus propias vidas en medio. Con sus horarios de almuerzo, sus pasiones deportivas, su sardonismo, sueños de remover el capital.

Saturadas por un bombardeo de historia, literatura, filosofía y gases lacrimógenos, cuando se desencadene la lucha en este escenario que se descuartiza en tiras de plástico que surgen de la nada, explotarán las miles de dimensiones del problema inminente de estar vivos en la tercera década del siglo XIX.

AGENCIA PACO URONDO conversó con el director Alejandro Acuña Moreno, quien es también gestor cultural, docente, y co-dirige desde 2015 CON/TEXTO tipea, grupo de Trabajo e Investigación de la Praxis Escénica Argentina.

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Alejandro Acuña Moreno

 

APU: ¿Con qué nos vamos a encontrar cuando vayamos a ver la obra?

Alejandro Acuña Moreno: Inicialmente con un reclamo de las trabajadoras de la salud ante las condiciones en que realizan su práctica. Condiciones edilicias, de insumos, de salario. Pero después con una fragmentación, una ruptura de ese mundo, como un rompecabezas que se quiebra y que hay que reconstruirlo, donde el lenguaje aparece y todo lo que se iba a decir se dice a través de una provocación del lenguaje. Que es puesto en carne viva para también interpelar al público, romper ciertos status quo. Y tirarle una piedra a la Real Academia Española. Y por otro lado, la muerte, en todas sus formas posibles y dimensiones de realidad. Me parece que es un punto de partida que nace desde ese reclamo, un cuestionamiento sobre nosotros como agentes de la sociedad, sobre qué estamos haciendo, si estamos en movimiento o no, si nos preocupa el otro o no. Intenta hacer algunas preguntas, que la gente salga reflexionando mucho y preguntándose mucho. Y cuando pasa eso es porque estamos bien, me parece.

APU: ¿Cómo llegaste a esta obra, qué puntos de contacto estableciste con esta realidad y cómo construiste estos personajes?

A.A.M.: La obra la escribo en el transcurso del 2019. Había tenido, por principios personales, bastante contacto con el mundo hospitalario, vinculado también con el suceso de la muerte. Pero siempre estoy atento a qué está pasando socialmente y encontraba que los reclamos que tenían los laburantes de sanidad en muchos caso -obviamente ellos poniendo el cuero y la carne viva más que nosotros- tenían una similitud con los laburantes de la cultura y la educación, que son los dos polos que yo me muevo. Había puntos en contacto de invisibilización y precarización del laburo y las propias condiciones de trabajo en las que tenemos que hacer lo que hacemos. Después aparecen figuras como las Lloronas, la obra tiene también un cruce vinculado a la tradición de llorar la muerte, que hoy está casi en desuso, pero que también tiene que ver con el vínculo con el lenguaje. Una llorona que de pronto intenta cantar un flamenco. A su vez las lloronas son laburantes que están ahí todo el día en la misma que todos los demás. La enfermera y la doctora son pilares del mundo hospitalario, pero bueno, una enfermera un poco más de armas llevar, o un personaje como La de limpia, que es una de limpia trosca, que todavía cree que puede hacer la lucha armada.

APU: Armada literalmente, de hecho. Tiene una pistola.

A.A.M.: Armada literalmente. Y, por ejemplo, La de limpia se pensó que lo hiciera un actor, no una actriz, porque todo el tiempo las tareas de cuidado, en el imaginario social y en la realidad, recaen sobre la mujer. Entonces, nos parecía interesante conservar el artículo “La”, y mencionarla como “La” de limpia, aunque todos estemos viendo a un varón. El oficio siempre tiene esa carga social y que es asignada a la mujer, pero en este caso ese trabajo está hecho por un varón. Y la familia es el personaje antagónico a todas ellas, pero que también es parte de ese universo de sufrientes, como el paciente que ya está totalmente mutilado o en agonía, ese es un universo bastante sórdido.

APU: Hay muchos cruces con lo mitológico también.

A.A.M.: La cuestión de Telemaco, pero que al mismo tiempo en ese discurso que tomamos de la Odisea, Telemaco, el hijo de Ulises y Penélope, cuando dice: “madre, ocúpate de tus asuntos, que de hablar, nos encargaremos nosotros los hombres”... Hay una investigadora inglesa, Mary Baird, que dice que ese diálogo de la Odisea es el primer registro documentado de un varón diciéndole a una mujer que se calle. La obra también habla de eso. Trata sobre los cuidados, trata sobre la muerte, trata sobre la condición del lenguaje, y trata sobre el rol de la mujer en la sociedad.

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Teatro Hasta que el silencio calle

 

APU: Tu libro recopilatorio se llama La disección del olvido y en el título de esta obra está presente también el silencio. ¿Por qué está tan presente la ausencia en tu obra?

A.A.M.: Tenés razón, en varias obras mías aparece el tema de la ausencia de un otro o de unos otros, y yo creo que parte de una serie de olvidos que tiene la sociedad con algún grupo de personas. En este caso es el olvido de la sociedad, lo pasaba en la pandemia, todo el mundo se acordaba que existían los médicos y las enfermeras. Hoy ya, nos chupó todo un huevo. La obra fue escrita en el 2019, o previo a la pandemia. Pero siempre está la idea de que el otro no pasa al lado mío, el otro no está en vínculo con lo que a mí me sucede. Yo tengo una obra que habla de una serie de abusos que sufre una chica joven, que vive en las afueras de San Luis, viniendo a Buenos Aires, donde todo el tiempo pareciera que aquello que le sucedió no debiera contarse, que el entorno le obliga a callarse un montón de cosas porque en ese caso se juega un poco con el qué dirán, con lo que vos decís a mí me molesta. Hay todo el tiempo un juego de los olvidados, de los omitidos, de aquello que ha sido omitido en la obra que vos fuiste a ver. Dice en un momento uno de los textos de “Hasta que el silencio calle”, cuando ellas se asumen como derrotadas, que “Ya saben cómo acabará esto, pero serán perseguidos por cada una de sus omisiones””. Es un poco de la constante lucha de los omitidos para volver a hacerse ver.

APU: El teatro al fin y al cabo es expresión y en ésta obra hay mucha expresividad a los gritos en una  interacción entre lo descorazonador, la precariedad y la violencia. ¿Cómo entendés que eso se relaciona con el momento actual?

A.A.M.: Estamos en un momento sumamente violento. Desde lo verbal, en un primer término, desde lo discursivo que emerge en los medios de comunicación, con múltiples actores que comunican violencia constantemente, hasta los propios hechos fácticos, como hace un año el intento de asesinato contra la vicepresidenta. Estamos en situaciones constantemente violentas y que hasta pareciera a cierto punto que algunos sectores, o incluso no porque sean reaccionarios, sino porque hay cierta, por ejemplo, naturalización de la violencia. La violencia en algunos sectores nos va domesticando. Y la obra es una obra que está enojada, es una obra que manifiesta un enojo. Cuando se hace la toma del hospital, que es una reacción hacia una serie de circunstancias que ellas vienen sufriendo, son reprimidas. Todo el tiempo está ése ida y vuelta de acción, reacción, acción, reacción. Y lo ves en el mundo, con Bolsonaro en Brasil, con Trump en Estados Unidos, con Vox en España, o el PP mismo en España, que tampoco es que es tan tranquilo el PP.

Hay ciertos atisbos cada vez más vinculados a situaciones extremas de la derecha que cuando pensamos que podrían haber quedado corridas a un lado hoy emergen nuevamente. Discursos negacionistas como el del acto de Villaruel en la Legislatura. Esta voluntad de volver a invisibilizar al otro y llevarlo al olvido, de alguna manera. Me parece que el arte tiene que dar también una respuesta a esto y salir a decir lo que tiene que decir. En la obra, por ejemplo, el personaje de la familiar del muerto, pareciera por un momento que adhiere a la lucha y sin embargo dice, “¿por qué no dejan sus problemas personales afuera?”. Son dos universos en tensión. Vos sos familiar, tenés un familiar enfermo y vas a querer que lo atiendan. Pero en esa tensión aparece otra, que es la realidad de todos los días, de lo laboral. Lo mismo le pasa a los docentes. El docente cuando hace paro, hay un pibito que no fue a la escuela y ahí hay una mamá, que no sabe qué hacer con el pibito y que faltaba su laburo por ir de una casa. Entonces es un tejido de oprimidos que luchan entre sí, pero en verdad son todas víctimas. Ese esquema de injusticias termina agarrando a todos.

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Teatro Hasta que el silencio calle

 

APU: Este fin de semana participaste del 7° Congreso de Teatro CON/TEXTO tipea. ¿Nos contarías un poco sobre eso?

A.A.M.: Este es el séptimo congreso que hacemos consecutivo. Todos los años realizamos un congreso internacional de teatro al que le vamos dando distintos ejes. Este año era sobre experiencias de imaginarios migrantes, todo se nucleaba en base a eso. Son todas las actividades libres y gratuitas, abiertas al público, y cruzamos no solo lo propio del congreso que pueden ser las conferencias, sino que también hay performance, feria de libros, exposiciones de fotografía y todo al mismo tiempo en el mismo lugar. Es un evento bastante piola, no hay muchos congresos de teatro y está bueno pensar un poco cómo se produce la práctica y distintos ángulos, porque viene gente de varios puntos de Latinoamérica. En cada congreso además publicamos un libro al finalizar, o hacemos concursos de dramaturgia.

APU: Bien, esta es una forma también de cohesionar el medio, y por lo que veo, también de dialogar con la realidad, la actualidad.

A.A.M.: Bueno, puntualmente este congreso en particular al tratar sobre la problemática migrante interpelaba directamente las cuestiones del contexto de la realidad. A veces nos enfocamos también un poco en las condiciones de la praxis de los artistas, en las condiciones en las cuales producen su obra. Por ejemplo, hubo congresos que el eje fue los procedimientos políticos, ¿qué acción política desde tu hacer teatral estás manifestando? El año pasado fue de poéticas transdisciplinarias. Eso es lo que tiene de interesante es la idea de lo transdisciplinario, es el vínculo que tiene la propia disciplina con otras disciplinas, con otras ciencias que van más allá de las artes escénicas, como el arte dialogando con la física, el arte dialogando con otras áreas que toman, o que el teatro toma de ellas para poder nutrirse y poder producir una obra o un libro.

APU: De hecho en esta obra está bastante presente esa transdisciplinariedad, una ligazón muy estrecha con la literatura y con la filosofía también, como la Odisea o ciertas tradiciones filosóficas, ¿eso es algo que está habitualmente en tu trabajo?

A.A.M.: Me preocupan algunas cuestiones principalmente sociales, como lo que habrás visto con los reclamos que hacen del costado de la salud, de la sanidad. Pero después hay toda una otra preocupación por la construcción del lenguaje, y de un lenguaje fragmentado, que de esa manera como un pequeño rompecabezas se va armando. De cómo se construye ese lenguaje y a partir de un síntoma que puede ser en este caso la cuestión sanitaria, ¿qué otras dimensiones puede tomar partiendo de ese núcleo como conjunto de partida? Entonces, primero lo que aparece es un ejercicio de documentación sobre una problemática, en este caso las condiciones de trabajo de enfermeras, enfermeros, médicos, médicas de los hospitales. A partir de que se toma eso aparece otro tipo de condición que es propia del lenguaje hospitalario que tiene una carga poética.

El universo hospital tiene mucha carga poética. “Sala de Resurrección”, por ejemplo. Es muy impactante la poética que aparece dentro de ese universo, entonces tratamos de ir fraccionándola para ir construyendo entre partes un todo. Y sí, aparece la metonimia, todo el vínculo con la muerte, que se juega constantemente. Y ya no solamente la muerte física de las personas, sino también intentamos narrar la muerte como condición de olvido del otro, como supresión del otro, como una condición más individualista. Creo que también ahora pasa, lamentablemente, en el contexto social que vivimos, cada vez hay más la idea de pensarnos solos y no en un conjunto.

“Hasta que el silencio calle (mitología hospitalaria)” se presenta todos los domingos de septiembre a las 19 horas en El excéntrico de la 18 (Lerma 420 – CABA.)

FICHA TÉCNICA

Dirección y dramaturgia: Alejandro Acuña Moreno.

Actúan: María Pía Baschong, Lucía Brunner, Jorge Garcia, Sofhi García J, María Fernanda Iglesias Garibi y Cecilia De Paoli.

Diseño de iluminación: Tatiana Rulli.

Fotografía: Florencia González Alderete.