Terry Gilliam: el futuro llegó hace rato
{youtube width="600" height="400"}RyMSRRNHRos{/youtube}
Por Juan Ciucci
Retomar un universo personal ya plasmado y recrearlo puede ser un gran desafío que nos impulse creativamente. Sin caer en una remake, es volver a enfrentar los demonios que nos habitan y plantearle al mundo nuestras inquietudes.
El sentido de la vida, ni más ni menos, es lo que indaga, otra vez, Terry Gilliam en The Zero Theorem. Algo que lo persigue desde sus épocas de Monty Python, y que en un mundo de ciencia ficción futurista plasmó con genialidad en Brazil.
Pero ver su nueva película es estar viendo todo el tiempo aquella otra que con el tiempo, y como suele pasar, parece cada vez más brillante. Es una injusta comparación, pero debemos asumirla, ya que tienen tanto en común. Un hombre apresado en un sistema, que busca el porqué de su existencia, tan parecida (a la vez que diferente) a encontrar esa mujer.
Lo que nos atrae de The Zero Theorem es que su futurismo es casi un testimonio de época, un presente que nos aplasta con tecnologías, publicidades, comida chatarra y trabajos virtuales con un absoluto desconocimiento de sus acciones prácticas. Su imaginario frondoso parece esta vez estar signado por un realismo del Siglo XXI, algo que ya no nos asombra como en sus anteriores versiones futuristas. En eso su denuncia de lo que vendrá, parece un testimonio de lo que somos. Allí encontramos un valor extraño, un gesto irónico en él y en nosotros, observando cómo nos observan las miles de cámaras que existen en todas partes, y que ya casi ni nos molestan. Algo remarcado en el cuadro final, por el que se deberá esperar en la butaca a que terminen los interminables títulos. En todo esto está mucho más literal Gilliam, podríamos decir.
Por lo demás, no es esta una de sus mejores películas, ni mucho menos. Le falta la consistencia integral que lograba en Brazil o en 12 Monos, y en otro registro, en Las aventuras del Barón Munchausen, Pánico y locura en Las Vegas o El imaginario mundo del Doctor Parnassus. Pero, claro, estamos hablando de trabajos superlativos. Por lo que insistimos en que sería una pena no verla en los cines, ya que hay tanto por descubrir en sus geniales ensoñaciones.
Además de ser una manera de apoyar al Espacio INCAA Arte Cinema, que es el único que todavía la pasa, a una semana de su estreno… Queda en Salta 1620, la entrada sale tan solo 6 pesos (sí, no se puede comer con eso pero sí ir al cine) y los horarios son 16:50 y 21:55.