Vorágines de un rock perfumado: construcción de la mujer en el Rock Nacional
Por Melany Grunewald
El Rock, aquel hijo reconocido por el Blues y el Folk, ha mutado poderosamente desde su nacimiento. Ha crecido en sí mismo como un rebelde, ha incorporado instrumentos, se ha expandido geográficamente y ha retrocedido a sus orígenes sin perderse. En nuestro país, llega para quedarse en los 60. Influenciado al comienzo por las bandas inglesas que le dieron poder al género musical, y luego encontrando un camino propio en la lengua castellana, nuestra vida y nuestra historia. Caracterizado por la mano joven, la transgresión y la rebeldía ante los sistemas socioculturales anteriores, el rock, funciona como un reflejo de ideas y visiones. Nos ha dado voz ante el más crudo silencio, y nos ha abierto las puertas hacia un mundo de independencias variadas. Sin embargo ¿cómo actúa esa transgresión ante la desigualdad de derechos entre hombres y mujeres?
Sin ánimos de desmerecer la artística del Rock (y su amplitud) desmitificamos a modo general simbolismos del machismo que se encuentran implícitos en él. Comprobamos que la sociedad construye hasta nuestros días una imagen de la mujer que cambia a lo largo de las décadas. Sin embargo, casi nunca nos contempla en igualdad con respecto al varón.
Huevos o gallinas de un micromachismo amoroso
Los 60 en Argentina abrían las puertas a un mundo para que la música y los artistas atravesaran las barreras limítrofes una vez más. Desde afuera hacia adentro, y a la inversa. Contextualmente, estamos en una época donde la mujer es la típica “Robotina” de su casa, abrazada al lavarropas y mimoseando al horno. Sandro, gran representante latinoamericano y gran influyente de posteriores bandas de Rock, se dirigía a un público femenino meloso y bien casero. Sandro supo construir "mujeres fatales", que lo engañaban o casadas con otro y lo tenían de amante manteniendo el juego de lo prohibido. Jugó con el prejuzgue de la mujer infiel y la carga social que implicaba en la época. Todo esto exaltando las cualidades físicas, las curvas irresistibles y los famosos labios de rubí (que murmuran mil cosas sin hablar, es decir que no sabemos si se la estaba escuchando), que no parecen influir demasiado en la balanza: la mujer es bella y lo utiliza como arma para las tentaciones. Aquellas a las que un Sandro no se podría resistir. En el momento en que el Rock’n Roll se establece con más fuerza en Argentina, de la mano de bandas como Los Gatos y Almendra, la juventud da un giro en la demostración de los amoríos juveniles y por tanto de las jovencitas. En general las líricas de los primeros grupos Twist exaltan un amor romántico donde la fórmula es muy sencilla: Varón obnubilado por la belleza de una chica + chica que le dice que no, porque es muy correcta = Histeria
El machismo arranca con sus armas para seguir armando la torre de muchachos que sólo quieren enamorarlas para “apagar deseos” y de mujeres que no pueden permitir semejante elogio:
"Mas creo que cuando pasa pasa el tiempo
Yo sé que una mujer he de buscar
Una mujer que este aquí unas horas
Y pueda mis deseos apagar".
Las frases cargadas de tabú sexual declinan negativamente el nivel de información al respecto y mucho más para las mujercitas que no pueden admitir sentir la atracción hacia ellos.
A finales de la década, con una importante influencia de Los Beatles, se forma Almendra, donde Luis Alberto Spinetta supo desarmar ciertos tabúes en profundas frases que delimitaban otra visión. Una visión más compleja, de una mujer compañera de ideologías, momentos y con personalidades variadas. Particularmente construye mujeres como personajes de relatos, como “Laura Va” y “Ana no duerme”. Algunas son adolescentes esperando a ser amadas, otras son escapistas del dolor (pero siempre con su amado, nunca sola) y otras muchachas deben quedarse hasta el alba y están blindadas por sus ojos de papel. “Muchacha ojos de papel” ha tenido a sus jóvenes 20 años su propia desmitificación de un joven machista, que si es necesario la deja embarazada para que nadie más pueda estar ahí.
Del anonimato del tajo al mitómano industrial
La situación cambia cuando en los 70 se desprende una liberación de la sexualidad, promovida principalmente por el movimiento Hippie. Liberación que no comprende particularmente a la mujer, sino a la juventud en general. El rumbo del rock Argentino se aleja un poco de aquella inmigración inglesa, y comienza a tomar su propio camino. La influencia del Rock norteamericano se ve claramente en una expresión que ha funcionado como patrón repetido en una variedad importante de intérpretes: el calificativo “nena” es una expresión cargada de cancherismo, traducida del “baby/babe” inglés, que a veces conspira con una imagen de superioridad del hombre sobra la mujer. Una suerte absurda de madurez que no coincide con la letra general de la época.
El tabú sexual no se ha ido completamente, pero las metáforas se vuelven más tangibles, como por ejemplo “Me gusta ese tajo” de Pescado Rabioso, canción que codifica el placer femenino, hasta el punto de que no sabemos si existe. Es decir, no estamos enterados de si la propietaria de dicho tajo está disfrutando de la situación. Sólo sabemos que calienta al hombre. Pescado Rabioso, banda en donde también participa Spinetta, juega con esas imágenes pero también construye maternalmente “Todas las hojas son del viento”. Se trata de una canción dedicada al cuerpo de la mujer durante y después del embarazo. Y se trata de una imagen fuerte en sí misma pero que no escapa de las creencias de que la mujer nació para ser mamá. Es la responsable de cuidarlo bien, cuidar su mente, de su alimentación con la tibia leche de su cuerpo y hasta de darle el áurea misma de su sexo (que denota esplendor de la sexualidad de la mujer, ya en su máximo desarrollo). Analizamos que se trata de una suerte de santificación porque no existe la figura del padre construida de ese modo. El padre escribe y comunica, pero no hay letras dirigidas hacia él, ni desde él.
La desinformación pasa por ahí, por el dejo de consideración hacia el placer femenino y hacia el lado paternal del hombre, que no se refleja en esa trasgresión rockera. Ni siquiera cuando surge Sui Generis, banda compuesta por Charly García y Nito Mestre, con fuertes críticas hacia las estructuras familiares con gusto a Sit Com yankee. Pero caen en la hipocresía retrospectiva de los pibes que salen a conquistar, como en “Blues del Levante”, donde se ve al grupo de muchachos en auto que “eligen a la que más les gusta”. Como si las mujeres estuviesen expuestas en una vidriera, como si se pudiesen consumir o incluso, como si una mujer no pudiese o no tuviese el derecho (porque tampoco correspondía, y es algo que incluso hoy tiene cierto peso) tomar la iniciativa en el arte de chamuyar. Hay una canción particular de Sui Generis, “Fabricante de mentiras” donde la construcción de esa no iniciativa pasa por otro lado: el de una colegiala que ha sido endulzada en el oído por un “él”, que logra, a pesar de la inocencia y buenas costumbres de la chica, quitarle su virginidad. Luego del acto consumado, el nunca más le vuelve a hablar. Lo peculiar de esta canción es su final:
“Pero hay algo
Que no se puede explicar
¿Por qué la niña ríe
En vez de llorar?”
Podemos interpretarlo como un acercamiento al disfrute sexual de una joven. Porque pese al engaño, no está sufriendo, ha disfrutado. Por eso ríe.
Las histéricas no van a desaparecer
Nuestros 70 no solo se vieron plagados de movimientos pacifistas. Hay que tener en cuenta que el último golpe cívico militar, en 1976, afectó sustancialmente al rock Argentino. Letras censuradas, artistas exiliados, y canciones reflejo de la época más oscura de nuestro suelo. También la criminalización de la juventud como militantes hizo del Rock como un marco conceptual que permitía la expresión de los que ya no podían prestar su voz. Destacamos esto, porque si bien la mujer ocupa un lugar importante en la lucha (incluso la mujer joven), las letras no viran hacia esa dirección, sino que reflejan la lucha como pueblo unido sin distinción de géneros. Por lo menos en esta década.
Sin embargo, podemos ejemplificar con “Canción de amor para Francisca” de León Gieco una construcción femenina ligada a la lucha, tal vez no política, pero si cotidiana. Francisca es una mujer bellísima que ejercía la prostitución. Sin explicitar el nombre de su trabajo (porque se hubiese censurado), pero considerándolo como tal. Comienza describiendo sus actividades, y la utilización de su cuerpo en dicho estado laboral, en un tono cargado de sensualidad hacia el sujeto. La historia de la canción da un giro (y por lo tanto su imagen) cuando se cuenta que Francisca no trabaja los lunes y se va a pasear con su hijita. Salen por los bosques y parques con una canastita. Por lo tanto, prevalece una construcción maternal santificada que justifica el hecho de que Francisca es prostituta porque no le queda otra, y que pese a ser un trabajo ilegal, lo hace porque tiene una boca que alimentar. Si lo quitamos del contexto sociopolítico, es una concepción incompleta (para los tiempos que corren) del ejercicio de la prostitución, lo cual no quiere decir que no existan casos como los que representa Francisca. Muchas otras canciones de ese momento que se desligaban del tono político, seguían en la construcción de una muchacha histérica, que no sabe lo que quiere, que no dice sí o no o una mimada de los padres. Es una foto repetida pero que seguía funcionando, incluso hasta en las más famosas del repertorio de Serú Girán, como lo es “Seminare”. A casi 30 años de su nacimiento, impregnada totalmente en el inconsciente colectivo romántico, no escapa de las concepciones micromachistas de una pareja donde él es un obsesivo y ella la figura gráfica de la histeria. El personaje femenino que sólo pide al pobre pibe, pero todo es poco o quiere otra cosa:
“Te doy pan, quieres sal
Nena, nunca te voy a dar
Lo que me pides
Te doy Dios, quieres más
Es que nunca comprenderás
A un pobre pibe”
Uno, dos y tres: ¡ay qué bien se te ve!
Tuvimos que llegar a los 80 para que las mujeres salieran de los coros y tomaran protagonismo en los escenarios como figuras físicas del Rock. A fines de la etapa de Dictadura cívico Militar, con un nuevo auge de estilos en el género musical, florecieron artistas femeninas, que también influyeron en la construcción sociocultural de la mujer. Entre ellas, Celeste Carballo con “Me vuelvo cada día más loca”, que en un tono de desenfreno constante, pudo demostrar que la mujer no era una ignorante de los sucesos del país, ya no se queda callada en la charla política. Que se queja, y se queja fuerte.
Si bien el dolor siguió sangrando durante los siguientes años, entre el tumulto de nuevos grupos, y la nueva inmigración del rock Internacional, surgieron bandas consideradas como “el lado divertido”. Es el caso de “Los Twist” (que con humor también hablaban de los militares), y el grupo femenino “Viudas e hijas de Roque Enroll”. Aunque se trate de mujeres, no escapan de los estándares de interés estético, ni de las relaciones de obsesiones exacerbadas. La canción es un cover a versionando el famoso tema de Brian Hyland, “Itsy Bitsy Teenie Weenie Yellow Polka Dot Bikini”. Pero la letra muestra otra cosa: cómo la mujer está sugestionada por la estética, sugestión sociocultural en su esplendor. La historia es sencilla: una piba que va a la playa estrenando un bikini a lunares amarillo, toma mucho sol y se da cuenta que no se había depilado. Sigue tomando sol hasta que no aguanta el calor y se zambulle en el mar. Entonces, se acercaron un montón de muchachitos y… “del bikini no se supo más”. Y hay un corito que exclama “¡Ay, qué suerte que tenés!”. El hecho de que está mal visto que una mujer no se depile (sobre todo si va a la playa) no es ninguna novedad, pero ¿cuándo estuvo bien visto que un grupo de gente te saque el traje de baño como algo de suerte?
Muchachitas fatales, dejan marcado el rouge
La variedad del género musical de la década fue de las más importantes, en el mundo y en Argentina en particular. Iniciados en los 70 pero con un gran reconocimiento que comenzó a principios de los 80, llegan Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, para trabajar a una mujer mucho más empoderada a la hora de relacionarse y ser. Es decir, las mujeres de Los Redondos son las que toman la iniciativa, son seductoras en su sencillez. Son mujeres que salen triunfadoras de una verdadera liberación condiciones sociales propias del machismo. No se muestran juzgadas sino admiradas, tanto desde lo amoroso como en lo político. Tomamos como ejemplo para analizar, entre muchísimos temas que demuestran esta imagen, “Superlógico”. Este tiene la peculiaridad fuerte y concisa de hablar de la prostitución, no desde una posición lastimera de la mujer, sino como la prestadora de un servicio. Una trabajadora estrictamente sexual. La crítica se dirige hacia los hombres como consumidores, en una sociedad que legitima la sexualidad y el placer masculino, sin contemplar el de la mujer. Lo lógico, lo SUPERLÓGICO, es que el hombre haga provecho de ese privilegio que la sociedad entera le ha regalado.
La sexualidad en general se va desprendiendo de algunos tabúes en el ámbito juvenil, tal vez no para hablar en medio de la cena o con los padres, pero sí para ser culturizada de otra manera. Las costumbres cambian y afloran las relaciones sexuales en tonos más casuales, con bandas como Virus que muestran un sexo que se comparte, una eterna seducción de ambas partes. La mujer inicia en esa seducción, no desde un lado “fatal” sino de empoderamiento de la decisión, y que al mismo tiempo se permite ser seducida. Se logra dejar de lado la imagen histérica del sujeto femenino, para entrar en un juego más cercano a la igualdad. Situaciones donde las fantasías nacen para cumplirse, como el caso de "El probador", con la sensual clienta que se prueba la minifalda y luego utiliza la excusa para un rapidito en el local. Esas "adecuadas reacciones" que conllevan un sexo exitoso, dejando de lado las obsesiones amorosas absurdas, son las que describe la banda.
Que nos traten suavemente
En los 90, Soda Stereo siguió con esta línea de encuentros sexuales que ponían al hombre y a la mujer como iguales. No hay dominador ni dominado en un sentido estricto de desigualdad de géneros. Sólo hay un juego de fuerzas emocionales que se vuelven gráficamente sexuales en la cama. Las fantasías se hacen presentes en "El juego de seducción", canción que incluso hace explícita la posibilidad de jugar al violador:
"Voy a ser tu mayordomo
Y posaras el rol de señora bien
O puedo ser tu violador
Y la imaginacion esta
Noche todo lo puede".
Eso nos demuestra que, aunque existe una mayor concientización del placer de la mujer, aún se la inferioriza o humilla en situaciones donde debería haber igualdad con el varón. Y aunque se trate de juegos, lo realmente grave es la naturalización del hecho de que una vivencia así pueda resultar excitante. Sin embargo, no es el nivel de degradación que se encuentra en las letras de La Bersuit, en donde la posición de la mujer durante el sexo es de sumisión. Lo asqueroso, las frases fuertes cargadas de un olor cochino que se derrama sobre los cuerpos de las mujeres, retrasa la visión a la que se había logrado llegar. No obstante, se trata de una construcción polémica que fue desarmándose con el tiempo. "Coger no es amor" es un fiel destello de todo lo que hay detrás de la mente misógina de Gustavo Cordera.
Nuevo milenio, nueva vida
El nuevo milenio significó un nuevo siglo, pero apenas unos años de diferencia respecto a los 90, que no infirieron demasiado en las construcciones de la mujer. Las perspectivas de género, aún lejanas en su conceptualización, estaban más cerca de nuestra realidad hoy. Nos encontramos en la década anterior, con una "nueva mujer fatal" que puede vivir su sexualidad libremente, pero que siempre se ve juzgada por ello. Incluso si no lo hace. Al mismo tiempo, esa libertad resulta tan atractiva que contribuye a una sensualidad imperiosa para quién la sabe ver. "Putita" de Babasónicos figura ese tipo de ser: la que hace de Venus una caricatura. No es inalcanzable, pero es de todos. Y si bien el autor no la juzga negativamente por esa razón, tampoco la comprende y hasta se siente frustrado por ella. Por eso hablamos de una Nueva Fatalidad, que sigue vigente hasta nuestros días. Somos la generación de Neo Fatales que aún no pueden acostarse con quien quieren sin ser juzgadas por la sociedad. Es nuestro deber desnaturalizar aquello que nos adjudicaron como "histeria" durante décadas.