Vuelvo al Sur, la librería de Parque Patricios premiada por la FED
La librería tiene nombre de tango y está en el barrio de Parque Patricios, la bohemia y la mística están garantizadas si la idea es entrar un rato a este rinconcito de la ciudad de Buenos Aires para mirar libros. Distinguida “en reconocimiento a su trabajo de dinamización de la cultura local y la conexión con el pensamiento internacional", Vuelvo al Sur fue la ganadora del Premio a la Labor Librera que por tercer año consecutivo otorgó la Feria de Editorxs (FED), realizada el fin de semana pasado en el Complejo Arte Media de la Ciudad.
Vuelvo al Sur está ubicada en La Rioja 2127 y es una librería familiar a cargo de Tamara Cefaratti, librera de oficio e hija de los fundadores. El cartel de la puerta reza “Librería. Galería de arte”, y esto marca la diferencia, ya que en su primer piso se realizan muestras y talleres culturales. Con pisos de mosaicos, bibliotecas antiguas de madera, mesas colmadas de libros, decoración artística con recuerdos familiares y obras de artistas del barrio, más que una librería se siente como una cálida casa.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cuál es la historia de la librería Vuelvo al Sur y de su nombre?
Tamara Cefaratti: La historia de la librería data más o menos de la década del 80, entre 1986 y 1987. Es una librería familiar, la inaugura mi padre con el nombre de José Hernández y anteriormente era una perfumería de mi abuela materna. Él empieza con la librería, con libros de literatura, política, sociología, principalmente todo lo referido a temas sobre pensamiento nacional y algunos infantiles. En 1995 mi madre le agrega la galería de arte y las salas para hacer actividades culturales, artísticas, presentaciones de libros y talleres culturales de todo tipo: teatro, yoga y literarios. Y ella como era curadora y artista plástica hacía muchas exposiciones de obras de arte.
En el 2001, también se adiciona una cafetería, entonces funcionaba como café literario. Y ahí está el porqué del nombre Vuelvo al Sur, en realidad se lo pone mi madre, justamente al volver al sur, que era el barrio donde había nacido, más allá de este tango hermoso. Pero bueno, era como una especie de homenaje a su vuelta a las actividades y sobre todo a un espacio, un territorio familiar.
APU: No sólo venden libros sino que también se nota que le ponen mucho amor a la disposición y decoración del espacio.
T.C.: A los 18 años, después de que terminé el colegio, empecé a trabajar en la librería. En la conducción de esta labor estaban mi papá y mi mamá, ella se encargaba de la galería de arte. Por eso también cuando uno entra a Vuelvo al Sur ve que tiene una impronta no sólo literaria. Con esta decoración artística es como una casa con objetos, con recuerdos familiares, de amigos, de escultores del barrio, pintores y demás.
Son muchos años en el barrio, nos instalamos no solamente como librería sino también como familia, es un lugar de encuentro para los vecinos, para los lectores, Hay muchos escritores independientes que nos vienen a ofrecer sus libros y nosotros los aceptamos con mucho gusto, qué mejor que tengan sus libros en la librería del barrio donde los puedan mostrar, muchas veces también los vienen a presentar.
APU: ¿Cómo es el catálogo de los libros que ofrecen al público?
T.C.: Trabajamos en conexión con las editoriales y tenemos muchos libros de editoriales independientes. Le damos mucha importancia también a la literatura infantil y juvenil, nos parece que es un bastión importante para tener en cuenta y fomentar esa cultura, militar ese libro, esa literatura para las infancias. También porque genera una conexión mágica con la familia, ese momento de encuentro, ese momento de sentarse a leer.
Con las grandes editoriales que tienen un sello literario también hay un trabajo muy importante. Le damos espacio a los vecinos y muchas veces interactuamos con emprendedores no literarios, pero que tienen productos afines a lo que es la literatura, los damos a conocer y los promocionamos. Esto lo hacemos también mucho por las redes sociales, que es lo que nos dio visibilidad, sobre todo en la pandemia, cuando los comercios tenían que estar cerrados. Siempre tratamos de visibilizar no sólo el trabajo de la librería, sino también todo este colectivo de proveedores con los que trabajamos, que amorosamente nos envían sus productos para que los publiquemos y los distribuyamos y también podamos ofrecerlos en la librería.
“Cuando recibí el premio dije que militar el libro, militar la literatura, es un acto de amor y eso se ve multiplicado en las muestras de cariño verdadero”.
APU ¿Cómo ves la situación de las librerías barriales con respecto a las grandes cadenas?
T. C.: La pandemia fue un momento bizarro, porque hubo que cerrar los comercios, quedarse en la casa y repensar la forma de trabajar. En ese tiempo nos tuvimos que reconvertir, recomendar por Whatsapp, hacer envíos y trabajar mucho por las redes sociales para seguir estando en contacto con los lectores, con los vecinos y así seguir difundiendo la lectura. En ese momento se dio mucha importancia a lo que era el comercio de cercanía. Fue ahí donde las librerías de barrio tuvimos un papel preponderante, con más visibilidad.
Y lo que me consultás respecto a las cadenas de libros, es totalmente diferente, sobre todo por la conexión que uno tiene con sus vecinos, con su comunidad. Una librería de barrio no es un comercio cualquiera, es un lugar de encuentro, un espacio donde se genera un vínculo, donde se genera afecto, más allá de la venta de libros. Porque muchas veces la gente no viene a comprar libros sino a generar una amistad.
El libro ya de por sí es un objeto que vincula con el otro, ya pensar un libro para el otro es generar un vínculo. Justamente esa conexión mágica y amorosa creo que es lo que también hace a la esencia de las librerías de barrio en general. Acá en Capital Federal es todo mucho más accesible, para que nosotros tengamos acceso al catálogo, las novedades y demás. Pero en cada pueblito, en todo el territorio, en las provincias, hay librerías hermosas, súper valorables, que aparte hacen el trabajo de llevar la literatura a diferentes regiones, y a veces es complicado que le llegue el material por la logística.
APU: ¿Qué significa este premio para vos y para la librería? ¿Qué es lo que más disfrutás del oficio de librera?
T.R.: Este premio de la Feria de Editores la verdad que fue un mimo al alma, es súper emocionante haberlo recibido, con la cantidad de cariño que nos envían los lectores, las editoriales, los vecinos. Porque en realidad, la librería no es el librero, la librera, sino que es un colectivo que se nutre de los lectores, de las infancias lectoras en las que siempre pongo el foco, de las familias, de las escuelas, de los centros culturales, de todos los agentes culturales que hacen a un barrio.
Estoy súper agradecida justamente por lo que te decía, por haber visibilizado el trabajo de las librerías. Cuando recibí el premio dije que militar el libro, militar la literatura, es un acto de amor y eso se ve multiplicado en las muestras de cariño verdadero. El premio a la labor librera también fue un mimo para Parque Patricios, para este colectivo literario del barrio. Así que a seguir trabajando, a seguir leyendo, a seguir recomendando.
El oficio del librero es una actividad que se aprende todos los días, con aciertos, con errores, te nutrís mucho también de las recomendaciones de los lectores, que a veces leen libros que vos no habías leído y escuchás atentamente esa lectura que por ahí la terminás recomendando a otro lector. A su vez, también te puede gustar a vos y así me parece que es como un círculo que se genera, no solamente con el libro como objeto en sí, sino lo que genera eso con los escritores, con las editoriales, con los lectores, me parece que es un todo. Todavía estoy asimilando tantas muestras de cariño, estoy súper agradecida con tantas repercusiones y por esta nota.