Hebe con APU en 2016 (II): "No era fácil socializar la maternidad"
Segunda parte de la entrevista realizada por AGENCIA PACO URONDO a Hebe de Bonafini en 2016, en pleno gobierno de Mauricio Macri. "Creo que lo que nosotros tenemos es una gran militancia, que no la tienen otros países", decía Hebe.
APU: ¿Qué recuerdos tiene del encuentro con el Papa?
Hebe: Muy buenos, porque nunca esperé que me atendiera tanto tiempo. Con decirles que fui 45 minutos antes, porque no sabía qué iba a pasar, cuándo me iba a recibir. Y él dijo “si está ella, ya la atiendo”, porque es así. Y cuando me dijo así, pensé “será que me va a atender poquito”. Y no, estaba sentada en un lugar y se me apareció, y nada, estaríamos hablando todavía. Me escuchó, muy bien, me dijo que le contara a la prensa todo lo que le había dicho. Que yo lo contaba bien, y que la prensa no estaba acostumbrada a esas cosas. Y la verdad que pasó así, porque siete periodistas internacionales me felicitaron después, me mandaron una carta. Y es muy chistoso él, a mí me gusta hacer bromas, y él sabía que le había devuelto un rosario al otro Papa, y me dice “te voy a regalar un rosario, este no lo vas a tirar”. Le dije “No, este no” (risas). La gente le lleva bolsas de rosarios para bendecir, cuando salíamos, lo agarran ahí al Papa, ¿viste? Y le digo “yo compré también unos pequeños rosarios para unas Madres que son católicas, y no te los traje para que los bendigas”. “No”, dice, “a la distancia sirve igual”. Imáginate que el tipo es piola, piolísimo. Me acompañó hasta la puerta, cosa que nunca había hecho, tuvo cosas de mucho cariño, de mucho afecto.
APU: Ustedes han tenido una relación bastante dura con la Iglesia Católica…
HB: No, sí, estábamos repeleados, por cosas que habían pasado en la Catedral. Antes de empezar le dije que le quería pedir disculpas, que en algunas cosas me había equivocado y en otras no. Y le conté quién empezó la pelea: no fueron las Madres, la empezaron los curas. No le hablé de él, pero le dije en general. Le dije “nosotras no somos una locas que nos fuimos a pelear con la Iglesia, le pedíamos a la Iglesia que hiciera misas por desaparecidos, y ellos nos querían hacer misa por muertos. ¿Quién empezó, ustedes o nosotros? Ustedes empezaron”. Porque si no parece que somos una banda de locas, viste. Después le hablé mucho de mis hijos, de mis hijos todos. De la entrega que han tenido, del ejemplo que fueron, son y serán siempre. De cómo había que reivindicarlos, y de tanto cura del tercer mundo que la peleó con ellos.
Resistir hoy
APU: ¿Cómo analiza nuestra actualidad, en el contexto de un continente que sufre una fuerte avanzada conservadora?
HB: Creo que acá nos equivocamos en no haber cambiado la Constitución, porque si Maduro dura es porque la cambió, y Evo también, son los dos que están peleándola. Creo que lo que nosotros tenemos es una gran militancia, que no la tienen otros países. La gran militancia de la juventud no la tiene Correa, no la tuvo Dilma, no la tiene Evo. Nosotros tenemos una gran militancia de juventud, yo que ando dando charlas por todos lados, veo que es impresionante. Anoche a La Matanza llegué tarde, había cortes de quienes siguen pidiendo comida como recién decía, y la gente me esperó como dos horas. Eso para mí es muy emocionante, y es lo que te da esperanzas y expectativas de que hay que seguir la pelea. Porque yo ya pasé por todo, imagínate ya cumplí 88, me faltan dos para los 90. ¿Mirá si viví cosas? Y siempre luchando y peleando, luchando y peleando….
APU: Habiendo vivido tantas paradas difíciles, y cuando muchos compañeros se han desanimado este año, ¿qué mensaje se le puede dar a la militancia?
HB: El mensaje que le quiero dar a los jóvenes primero es que nada es chico, nada es pequeño. Porque a veces cuando se juntan dicen “uy, somos poquitos”. Si yo hubiera pensado que éramos poquitas, tan poquitas que éramos al principio, no estaríamos acá. Y después, que no hay que tomar la política como lo que me sobra de tiempo. Mis hijos me enseñaron que la política es la mejor forma de vivir, me enseñaron que hacer política tiene que ver con la lealtad y con la solidaridad. Me enseñaron la entrega. Y creo que eso es lo que nos faltó, nos faltó solidaridad y lealtad, porque eso también se enseña. Y sin embargo los pibes están súper convocados a trabajar y hacer, y eso hay que mantenerlo, sostenerlo, defenderlo, pero con trabajo. Y explicándoles que la política no es una manera de llegar a tener un puesto político. El cargo político te lo dan los compañeros si servís, y te eligen. No que vos te elijas para tener un cargo. La política no es el camino para tener un cargo ni político ni de nada, ni un trabajo. La política es como una parte de la vida, como el amor, una pareja. La política es eso, una manera de enamorarse de algo que es parte de nuestras vidas, y que hace que nos podamos defender, y nos hace sentir mejores personas. El que hace política como hicieron los nuestros… eran tan felices, tan entregados. No es que no sabían lo que les iba a pasar; pará, sí que lo sabían. Y sin embargo lo hicieron con una generosidad, increíble. Todavía este país, este Pueblo, les debe eh, les debe un montón. No para ponerles el nombre de cada uno, porque todos fueron héroes anónimos. Algunos, por distintas circunstancias son más conocidos.
No había querido ir a Monte Chingolo hasta hace poquito, porque en ese lugar murieron un montón de gente y pibes entregados a una lucha donde fueron masacrados por la traición. Esas cosas hay que reivindicarlas, enseñárselas a los pibes como parte de la historia. Que ningún revolucionario es terrorista, hay que meterle esa idea en la cabeza. Porque acá se habló tanto de terrorismo, y porque eran terroristas estaba justificado que los maten, los torturen. Fue una justificación eso, para que todo el Pueblo dijera “bueno, si son terroristas, que los maten, y si hay que torturarlos, que los torturen”. Hasta que el Pueblo se dio cuenta que eso era una mentira, las Madres tuvimos que sufrir muchísimos ataques. Nosotros nos separamos de Abuelas por eso, porque Estela dijo que los únicos inocentes eran los niños. Y yo dije “con ese criterio, no quiero ir ni al baño con esta mujer”. Lo que hago es enseñarle a mis hijos, a los otros, a los compañeros quienes eran los nuestros. Todo mi esfuerzo lo pongo ahí.
APU: Antes hablábamos de la Marcha de la resistencia, parece que son momentos para eso, ¿cómo piensa la resistencia, qué significa resistir?
HB: Y eso: estar 40 años en la Plaza sin faltar un jueves, y estamos en la número 28 De la resistencia... Hacer todos los días algo, responder a lo que va pasando. Caracterizar al enemigo y después no negociar con él, así te quedes en pelotas. Porque si no, con la cosa de que no me falte, no…
Socializar la maternidad
APU: Ha reaparecido hace poco la película Todo es ausencia, de Rodolfo Kuhn. ¿Qué recuerdos tiene de ella?
HB: Es una película que primero tenía otro sentido, el guión era de Osvaldo Bayer, y era para hacerla de las Madres, pero no había plata. Como la familia Bettini tenía plata, fue la protagonista. Una familia rica de La Plata, que ni soñaron con el hijo que tuvieron, que se hizo revolucionario, y entonces tuvieron más participación que nosotras. Es una buena película, solo que lo que hicimos las Madres, la mitad no salió, por esta cuestión de que primó el que tenía dinero para poner, nosotras no teníamos nada.
APU: Es muy impresionante verte tan joven, y diciendo que tus hijos te habían parido, ya muy al principio habían elaborado esta concepción…
HB: Porque es verdad, fijate: ellos desaparecen y nacemos nosotras. No estamos antes de ellos, ellos estaban antes que nosotras. Mis hijos me decían “mamá, leé de política”, “no guardes más los platos al mediodía, si a la noche los tenés que sacar de nuevo”. Y tenían razón, “tirá los patines de piso a la mierda”, todo así. Cuando venían chicos a comer, yo enseguida me levantaba y les preparaba más comida: “no mamá, nosotros traemos a los compañeros pero no hagas más comida, se comparte la que hay, si alcanza, alcanza, y si no mala suerte”. Desde ese momento nunca me dejaron levantar ni para hacer un huevo frito. Y esas son enseñanzas muy fuertes…
Siempre recuerdo el día que vino mi hijo mayor y me dijo “mamá hay que cambiar a un chico de lugar, no tiene casa, se quedó sin nada, anoche le entraron, ¿qué tenés para darle?”. Le dije “en el cuarto del fondo tengo lavada y planchada ropa”, y me contestó “no mamá, eso hacen los ricos, dar lo que te sobra; dame todo lo que tenés en la cama, que no tiene nada”. Y se llevó hasta el colchón, mi marido me dijo “¿dejás que se lleve el colchón?”. Y qué voy a hacer, “si me planchó con lo que dijo, tenía razón” le dije a mi marido. Me dio una señal de cuál es la solidaridad… (se emociona)
APU: Ya no hablabas de tus hijos, sino de todos….
HB: ¿Porque sabés lo que pasa? A mi casa venían muchos pibes, siempre. Cuando había pibes guardados les daba la comida, la ropa. Mis hijos me lo pedían y yo lo hacía. Y vi que era muy injusto que se hablara de los pibes que las madres habíamos tenido más coraje para salir, y había muchos que los familiares no los reconocían, no querían pedir o tenían vergüenza que sus hijos fueran revolucionarios. Entonces decía ¿cómo puede ser que los nuestros estén y haya quien los pide, y por ellos no? Y decidimos socializar la maternidad, y hacer los pedidos por todos. De 100, 150, 200, y los jueces no querían. “¿Saben en lo que se meten ustedes?”, decían. “No le importa a usted, tiene que reclamar por ellos”, les decíamos. Además, había que desparramarlos por distintos juzgados, porque uno era de San Martín, otro de La Plata, de cualquier lado. Transformamos cosas que ellos no querían transformar.
Recuerdo que uno de los tantos que venía a casa era muy amigo de mi hijo Raúl, hicieron una investigación en los Esteros del Iberá. Y su papá era policía, entonces su familia no lo reclamaba. Y entonces yo decía “¿cómo, si él hizo lo mismo que mi hijo, quién lo va a reclamar?”. O me enteré también por ser amigo de mi hijo mayor, de una familia judía a la que le llevaron al único hijo que tenían, deciden irse a Israel, el padre se muere en el viaje en barco y la madre llega y muere dos meses después. ¿Quién iba a pedir por ese chico?, si era tan valiente como ellos… (se emociona) Muchas cosas… Esas madres estúpidas de clase alta, “yo no sé para qué se metió en eso si no le faltaba nada”. Eso es no entender lo que los chicos querían, y todas esas cosas me hicieron… Me costó mucho también hacerlo entender a otras madres. No era fácil socializar la maternidad, decirle “no pidas más por tu hijo, no lo nombres en los actos”. Que nadie sepa quiénes son nuestros hijos, no importa cómo se llamen, porque lo importante es qué querían, y dónde querían llegar.