Paraná: en la calle, más desamparados
Por Pablo Russo
En el cierre de sus actividades anuales, Casa Solidaria comunicó su disolución. Fue el viernes 16 antes de la última cena colectiva en la planta alta de la casa de calle Carbó 171. A modo de asamblea, con la presencia del equipo completo de la organización (unas cinco personas), se leyó el documento titulado “El cierre de Casa Solidaria y la situación de calle en Paraná”. Luego se abrió la palabra, ante lo cual se escucharon algunos testimonios emotivos de parte de las casi treinta personas presentes esa noche. De la reunión participaron también Luis Garay, Defensor del Pueblo, y representantes de la Asociación Civil Barriletes.
Documento
“Queremos informar al conjunto de la ciudadanía que, ante la falta de respuestas efectivas y el desinterés manifestado todos estos años por parte del Estado ante la problemática de cientos de personas y familias (entre ellos muchos adolescentes y jóvenes) que se encuentran en “situación de calle” en nuestra ciudad, nos vemos obligados a cerrar Casa Solidaria proyecto de inclusión social, restitución de derechos e integración cultural y comunitaria al que le venimos “poniendo el hombro” junto a nuestros compañeros/as de la calle desde hace tiempo”, informa el documento de los voluntarios. En el texto se explica que Casa Solidaria fue planteado desde comienzos de 2011 como un “dispositivo integral” de inclusión social efectiva y que, como “servicio público” debía estar en manos del Estado, “porque es quien tiene los resortes político-institucionales en una democracia republicana para asegurar y garantizar el ejercicio pleno de los Derechos Ciudadanos al trabajo y techo dignos, a la salud, a la educación, al respeto por la identidad, al acceso a la cultura para todos”. Este dispositivo, afirman sus impulsores, suponía contar con un local físico en el centro de la ciudad como referente, donde se pudieran desarrollar múltiples actividades de promoción humana integral y un “trabajo en territorio”, donde se acompañe efectivamente un auténtico proceso de inclusión, restitución y ampliación de derechos a las personas y familias que se encuentran “en situación de calle”. “Casa Solidaria, como dispositivo, se planteaba estar abierta todos los días de la semana y contar con los imprescindibles recursos de infraestructura y humanos que garanticen verdaderamente estar comprometidos con la problemática, dos Coordinadores del dispositivo que conocieran y tuvieran experiencia vivencial en el abordaje; y operadores de calle instrumentados adecuadamente para hacer el acompañamiento en territorio. La idea era preparar como “operadores de calle” desde Casa Solidaria a propios compañeros y compañeras en situación de calle, para cumplir esa tarea territorial”, sostienen. Esto fue lo que no se pudo concretar del modo planteado en estos más de cinco años. En los últimos tiempos, Casa Solidaria abría sus puertas dos veces por semana, con escasos recursos y a pura energía de sus integrantes.
Breve Historia
En junio de 2011, a pedido del entonces ministro de Desarrollo Social, José Cáceres, el Rectorado de la UADER acordó enviar el proyecto Casa Solidaria a su cartera, para iniciar las gestiones tendientes a ponerlo en marcha. El gobierno alquiló el local de calle Carbó 171 y se comenzó a diseñar y planificar su concreción. “Sin embargo, esto es abruptamente interrumpido por el nuevo ministro de Desarrollo Social en el segundo mandato de Urribarri, Carlos Ramos, que sólo nos ofreció las llaves del inmueble, por supuesto totalmente vacío de recursos físicos, humanos e institucionales”, expresan desde Casa Solidaria. Sumando a un grupo de compañeros en situación de calle, los impulsores comenzaron a darle vida conforme a sus posibilidades reales y grandes limitaciones de infraestructura y recursos. “Todos estos años seguimos pidiendo al Estado que cumpla con su compromiso originario de hacerse cargo del funcionamiento de Casa Solidaria sin ningún resultado efectivo. Este último año realizamos innumerables gestiones ante las nuevas autoridades del Municipio e incluso convocamos a una Mesa de Trabajo en la Defensoría del Pueblo, donde el concejal Emanuel Gainza y varios funcionarios prometieron no dejarnos solos. Interesamos al intendente Sergio Varisco, a la Sra. Josefina Etienot y a varios concejales, sin ninguna respuesta digna y concreta que no sea ofrecernos gestionar algún “subsidio”. Incluso llegamos a tener una entrevista con el Arzobispo (Juan Alberto) Puigari, y tampoco hemos recibido de él como Pastor, hasta hoy día, alguna respuesta”, anuncian desde CS.
Cierre
La decisión de cerrar la casa, apuntan, no implica abandonar la lucha por estas personas y familias. “Pedimos al Estado provincial y sobre todo al municipal, porque se trata de vecinos paranaenses, garantizar una vida digna y los derechos humanos de los compañeros y compañeras que sufren esta situación”, concluyen los integrantes de Casa Solidaria.
“El Estado tiene que abrir un centro de día”
“Fue una sensación muy triste porque obviamente las personas en situación de calle se pusieron muy mal, pero se reflexionó y entendieron el tema”, cuenta Luis Garay, Defensor del Pueblo, sobre la última reunión en la casa de Carbó 171. “Es practicante imposible mantener un dispositivo como Casa Solidaria con un voluntariado. El Estado tiene que tomar la decisión de abrir un centro de día, porque de eso se trata, de tener un espacio, apropiarse del mismo para que puedan encontrar una actividad para empezar a reinsertarse en la sociedad, y que el Estado acompañe con personal idóneo ese proceso de transformación”, opina Garay. “Desde la Defensoría decimos siempre que es mucho más amplio que la necesidad de techo y comida, porque hay quiebres sociales, familiares, afectivos, y económicos. Salir de eso es un proceso. La comida y el abrigo sirven para la coyuntura, pero no para revertir la situación. Esas personas necesitan poder ser escuchadas con confianza para que se recuperen y vivan con dignidad”, agrega el Defensor. “Casa Solidaria siente que ya no puede seguir brindando una respuesta porque trabajan en lo coyuntural, y yo comparto lo que plantean: es importante y urgente lo coyuntural, pero si no se aborda la problemática con seriedad y coordinación con los estados y voluntariados, la situación de calle va a seguir”, afirma. “Nuestra preocupación como Defensoría es porque hoy se cierra un espacio muy importante para la ciudad y no lo subieron interpretar, no está en la agenda de prioridades de los políticos en general”, concluye Garay.
Desaparecidos sociales
Según (ex) Casa Solidaria, están en “situación de calle” todas aquellas personas de ambos sexos (niños, jóvenes, adultos y adultos mayores) “que por múltiples y complejas razones e historias de vida (en lo que tiene que ver también el contexto socio-económico y político, que hoy se agrava) desarrollan sus “estrategias de sobre-vivencia” en calles y espacios públicos, tanto en el centro de la ciudad, como en nuestros barrios periféricos”. Esto no implica solamente a quienes duermen a la intemperie por la noche, sino también a quienes durante el día buscan sobrevivir de alguna forma, también en la intemperie. Existe gente en esta situación de manera crónica o estructural, y también circunstancial o temporal. “Lamentablemente, y por no contar con dispositivos genuinos de contención y políticas públicas apropiadas, la situación de calle transitoria se convierte la mayoría de las veces en crónica. Estar “en situación de calle” es estar el día a día a la intemperie en por lo menos tres dimensiones existenciales de una persona: psicosocial (carencia afectiva y vincular); socioeconómica (no contar con un trabajo estable y digno, no tener techo propio, ni acceso a la educación y a la salud); y política, ya que al convertirse la persona en situación de calle en un virtual “desaparecido social”, no puede ejercer su legítima condición de Sujeto de Derecho”, fundamentan desde Casa Solidaria.
Fuente: El Diario