"Argentina tiene todo para aumentar la producción agropecuaria de modo sustentable ecológicamente"
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO dialogó con Oscar Ruiz, investigador de CONICET y de amplia experiencia en la producción agropecuaria en Chascomús, provincia de Buenos Aires. Brindó su visión sobre los desafíos que tiene Argentina en relación a la soberanía alimentaria.
Agencia Paco Urondo: Hablemos de soberanía alimentaria. ¿Qué temas deberían ser sí o sí parte de esa discusión?
Oscar Ruiz: Lo primero que tendría que estar, valga la redundacia, es cómo se garantiza la seguridad alimentaria de toda la población. Hablamos de stock, cantidades, pero también de calidades. Y si uno viviera en un país que no tiene las potencialidades productivas y de recursos humanos y de logística, de capacidades en biotecnología, como tiene la Argentina, uno lo vería algo medio utópico. Pero en Argentina diría que pasa a ser casi una obligación la necesidad de hacer este tipo de análisis. No se puede hablar de seguridad alimentaria si no se garantiza un buen alimentar de la población. Parece casi irónico que tengamos que afrontar el desafío de autosuficiencia de alimentación cuando somos un país que genera alimentos para una cantidad muy superior a la población nacional.
APU: ¿Cuando usted habla de capacidades en biotecnología, a qué se refiere?
O.R.: Argentina ha marcado muchas innovaciones que lo hacen líder en muchos aspectos. Por ejemplo en el desarrollo de bioinoculantes, de bioformulaciones, de nanotecnología asociada al agro. Evidentemente son todos puntos innovadores y con una altísima potencialidad en Argentina. Argentina ha participado en redes internacionales de formaciones de bioinoculantes, ha sido pionera en la generación de todo ese tipo de innovaciones e incluso estamos en condiciones de seguir aportando al respecto.
APU: ¿Qué es un bioinoculante?
O.R: Es el aprovechamiento de todas las bacterias, microorganismos, en realidad, porque no solamente se limita ya a bacterias, que de alguna u otra manera pueden mejorar la producción sin aportes de agroinsumos. Tiene que ver con lo que se conoce como economía circular, en donde se aprovechan los propios recursos biológicos para aumentar y eficientizar la producción agropecuaria. Un bioinoculante es una bacteria que produce una promoción de crecimiento que permite que no ataquen ciertos patógenos, induciendo a una defensa de la producción y por lo tanto, reemplazando el uso de los insecticidas. Además, ayudan a mejorar la eficiencia de los fertilizantes y a un sin número de situaciones que es una oportunidad para Argentina. Tenemos casi la obligación de seguir apostando a ese desarrollo por todos los debates que se están dando actualmente.
APU: ¿Ese desarrollo permitiría reducir el uso de agroquímicos? ¿Ya hay experiencias a gran escala? Lo llevo a la pregunta por la escala, porque muchas veces parecen contraponerse dos modelos, uno de escala y otro más micro, el primero con mayores rendimientos pero más uso de químicos, y cuesta lograr una visión superadora.
O.R.: Doy un caso que es macro: la inoculación de la soja. El descenso en producción que existiría no me lo puedo imaginar, si no hubieran habido empresas de innovación argentinas que hicieron mejoras en los bioinoculantes para mejorar la fijación biológica del nitrógeno en la soja. Ahora, nosotros sabemos que uno de los campos más conflictivos tiene que ver con el uso intensivo de insecticidas y otros tipos de agroquímicos que son virtualmente peligrosos si no se los maneja bien. Y no solo en la soja. En la horticultura, que también es intensiva, aparece el mismo problema. Por eso se está avanzando en el uso de bioinsumos para reemplazar agroquímicos. Y eso es una manera de incrementar la seguridad alimentaria, aumentando la productividad y mejorando en la calidad de la producción.
APU: Decía que los agroquímicos son muy peligrosos si se usan mal. ¿Cómo se usan en el país?
O.R.: No soy productor, soy un investigador que trabaja en el campo, que ha trabajado en el INTA, que trabajo en el CONICET. Mi apreciación es que los cuidados que se toman para el manejo de agroquímicos en Argentina son muy precarios. Me parece que es una sensación generalizada, que debería ser mejorada y que de a poco se está haciendo. Por ejemplo, el reciclaje de los envases que son costeados por las empresas que los producen. Uno puede discutir si son suficientes las normas o se necesitan otras. Yo creo que sí hacen faltan nuevas normativas. No hay una conciencia profunda de lo que se está manejando. Le respondo con una pregunta: ¿Cuántas personas conocen en el campo la información y las recomendaciones que hacen las etiquetas de los químicos que usan? Habrá que ir buscando soluciones alternativas. Siempre digo que uno no puede destruir el uso de algo si no ha sido capaz de diseñar o idear algo que lo suplante, porque si no estamos cayendo en una solución que termina siendo un problema. Me parece que hay muchos campos en los cuales se puede avanzar. Por ejemplo, hoy son posibles las modelizaciones, que establecen hasta qué punto son necesarias las aplicaciones de los agroquímicos. Hay estudios que permiten predicen la necesidad o no, en base a índices que son de fácil obtención en el campo, de seguir aplicando determinados insecticidas o fungicidas. Hay gente muy buena en el INTA, gente joven, que está haciendo ese tipo de estudios y que son fundamentales para un país como Argentina. Son herramientas que benefician al productor porque usar menos agroquímicos es más rentable.
APU: ¿Los productores son receptivos a estas discusiones?
O.R.: Existe diferencias de opiniones, por supuesto. Además, hay una ausencia de programas y de proyectos mancomunados que realmente empoderen a la gente, que los hagan sentir orgullosos de lo que hacen. Pero la intervención del Estado es imprescindible, porque una liberalización total del mercado no es la solución. Hoy hay que buscar alternativas que contemplen la cuestión ambiental. Van a ser necesarios muchos incentivos económicos, como créditos subsidados. ¿Quién más que el Estado puede hacer algo así? Por ejemplo, solo el Estado puede sacar el Plan Ganar, que son 100 mil millones de pesos en créditos para que se produzcan de forma ambientalmente favorable la producción ganadera argentina a través de la producción de pasturas. A nadie escapa que de acá a un cierto tiempo van a existir restricciones de comercialización si no se atienden los balances de carbono, las cuestiones ambientales, etc. Por eso, es un gran desafío común entre productores, Estado y otros actores de la comunidad lograr una la producción ecológicamente balanceada.
APU: ¿Cree que en el corto plazo los bioinsumos pueden reemplazar masivamente el uso de agroquímicos en el campo?
O.R.: Hay que demostrarlo, como todas las cosas. Soy un investigador coniceteano bastante raro, soy un bioquímico que terminó trabajando mucho con los agrónomos. Creo que Argentina tiene una oportunidad enorme. No sé si se puede reemplazar a toda escala, estamos viviendo en uno de los países con mayor producción de granos del mundo. Eso es un problema y al mismo tiempo una oportunidad, porque no tenemos mejor campo de aplicación que las producciones argentinas. Y tenemos mucha materia gris y las empresas interesadas en sacar rédito de esa potencialidad. Creo que podemos avanzar en ese camina con cierta velocidad si le imprimimos una jerarquización de prioridad como la que tiene que ser. Porque además Argentina puede ser pionera en esas herramientas, que se pueden exportar. Al mismo tiempo, hay que generar la información necesaria, desapasionadamente, con rigor científico y técnico, sobre estos temas. Hoy estamos carentes de mediciones propias que determinen una línea base sobre la que trabajar de acá al futuro.
APU: Cuando se habla sobre agroquímicos siempre aparece su incidencia en el aumento de enfermedades graves. Sin embargo, no hay ningún estudio en Argentina que pueda asegurar algo así. ¿O no?
O.R.: Yo no los conozco. Trabajo en el CONICET, hay investigadores que han reportado casos al respecto, hay un estudio en anfibios y demás. No conozco si hay estadísticas en cuanto a la proporción relacionada entre uso de agroquímicos y el establecimiento de determinadas patologías. Lo desconozco, pero es producto de mi desconocimiento respecto a la temática. Vuelvo a lo mismo, creo que existe una gran desaprensión en cuanto a las condiciones de uso de los agroquímicos. El término “agrotóxico”, que a veces suele usarse, condiciona a que uno piense de determinada manera. El químico usado puede tener una etiqueta verde, que lo hace menos tóxico que el cucarachicida que uno tiene el ropero del garaje. Si uno maneja mal el cucarachicida también se va a intoxicar. En Chascomús (provincia de Buenos Aires) se está aplicando una ordenanza que establece determinadas zonas de aplicación de químicos. Pero volvemos a lo mismo: carecemos de información base que nos permita extrapolar. Existen grupos muy serios de ecologistas que han determinado niveles de glifosato en distintos ecosistemas que pueden ser tomados como referenciales pero faltan estudios más amplios. Insisto: tenemos recursos humanos, organizaciones públicas y empresas que pueden trabajar en esos aspectos. Y Argentina podría sobresalir en el tema.