El hueco en nuestras trincheras
Por Aldo Duzdevich
Sin lugar a dudas hoy los argentinos enfrentamos una guerra contra un enemigo invisible llamado coronavirus. Como en toda guerra, la nación agredida organiza sus defensas para evitar la invasión. El presidente Alberto Fernandez actuando de comandante en jefe, ha ido tomando diferentes medidas cada vez mas fuertes para blindar el territorio y evitar que el virus de disemine.
Hasta hoy, casi el 100% de los casos, son argentinos recién llegados del exterior, sus familiares o personas de relación cercana. Todavía el virus no ha ganado las calles como vemos en Italia o España. Hemos iniciado una estricta cuarentena general con el objetivo de aplanar la curva de crecimiento de los casos.
Pero, de poco va a servir este descomunal esfuerzo que estamos haciendo 40 millones de quedarnos en nuestras casas, si cada vez que baja un avión en Ezeiza, algunos de los argentinos que regresan del exterior traen el virus de afuera y vuelven a reiniciar el ciclo de contagios.
El episodio de Buquebus fue un alerta. Ya algunos venían señalando que el cierre de fronteras tenía el hueco de Buquebus, por donde entraban no solo argentinos que estaban en Uruguay, sino muchos que llegaban de países de elevado riesgo, y ante la imposibilidad de bajar en Ezeiza lo hacían en Uruguay o Brasil y luego ingresaban al país. Por un hecho fortuito se supo antes del desembarco que un individuo era portador del virus. Suponiendo que haya contagiado solamente a cinco o seis pasajeros, en dos semanas se habrían contagiado el doble o triple de los casos que tenemos hoy.
Es decir, que la principal debilidad de nuestras defensas, el hueco en nuestras trincheras son lamentablemente nuestros compatriotas que están varados en el exterior y esperan con mucha angustia volver a su hogar.
Al 12 de marzo, el momento en que el Presidente habló al país y dio inicio a la cuarentena parcial, había 23 mil argentinos en el exterior; pero despues de ese día salieron otros 20 mil más; ya sabiendo la grave situación que vivía el país y el mundo.
Probablemente una gran mayoría es consciente que debe acatar las normas de aislamiento necesarias a su llegada al país. Pero, ya hemos conocido demasiados ejemplos de gente que no cumplió con las normas, y generaron daños irreparables.
Peron decía “todos los hombres son buenos pero si se los vigila son mejores”. No debemos cerrarle en regreso a ningún compatriota. Pero las autoridades necesariamente deberían establecer mecanismos muy claros de control desde su ingreso al pais, su forma de traslado, sobre todo si son del interior y su posterior control por personal del estado, de que cumplan efectivamente las cuarentenas obligatorias.
Algunos agitaran que estamos violando las libertades individuales. Es cierto, es la facultad que tiene todo Estado de restringir derechos individuales cuando este en riesgo el bien común. Pero sino cerramos los huecos de nuestras trincheras y dejamos que sean un colador, todo el esfuerzo de defensa habrá sido en vano.