El tropiezo mitrista de Brandoni y el recuerdo de San Martín
Por Emanuel Bonforti | Foto: Ramiro Ghigliazza*
Nadie puede negar a San Martín como un personaje reivindicado por todo el arco político, su construcción de leyenda atraviesa a todos los sectores sociales e ideológicos sin distinción. Podemos ver un cuadro de San Martín en alguna oficina del Jockey Club hasta en cualquier escuela de frontera donde los changos llegan en mulas. La construcción de un sentido histórico en torno a San Martín podrá ser popular pero también liberal, he aquí las huellas de la historiografía mitrista.
Una huella del mistrismo en tanto relato histórico fue la aparición pública de Luis Brandoni convocando a la oposición para el de 17 de agosto bajo la consigna "No nos van a callar" y en "Defensa de la libertad". La invitación intentaba tender un puente forzado entre la trayectoria de San Martín y la tradición política de la oposición. En paralelo, el bailarín Maximiliano Guerra se sumó a la campaña a través de redes sociales citando la famosa frase de San Martín "Cuando la Patria está en peligro, todo está permitido menos no defenderla”.
El lector bien informado dirá que Brandoni fue parte de un gobierno que endeudó a nuestro país y entregó nuestra independencia económica. Sin ánimo de forzar el relato, vale la pena preguntarse ¿Qué más ajeno a San Martin que la entrega de nuestra independencia y soberanía? Entonces, ¿por qué Brandoni se toma el trabajo de lanzar una convocatoria que pareciera emparentar con la gesta sanmartiniana? La respuesta es sencilla: en el recuerdo de San Martín también se juegan las disputas en relación a la memoria y la batalla en la construcción del sentido de la historia. El recuerdo también pasa a ser un ejercicio historiográfico.
De esta manera, hasta el padre de la Patria puede tener características polisémicas de acuerdo al prisma con el que se lo evoque. También será injusto caerle con todo el peso a uno de los protagonistas de la película La Patagonia Rebelde, desde el heterogéneo espacio nacional y popular tampoco se recuerda de forma integral la gesta sanmartiniana.
Aconsejamos como un ejercicio práctico y sencillo a la hora de recordar a San Martín una serie de preguntas: ¿Qué proyecto de Nación queremos los argentinos? ¿Qué queremos hacer con nuestro destino? ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Qué significa pensar un proyecto federal de nación? ¿Qué concepción le damos a nuestro territorio? ¿Qué pensamos acerca de nuestra plataforma marítima? ¿Qué lugar le damos a nuestras Fuerzas Armadas? ¿Qué proyecto productivo tenemos diseñado para el futuro? ¿Cómo definimos al enemigo? Seguramente Luis Brandoni se formule otras preguntas en relación a San Martín.
¿Desde qué perspectiva un boina blanca recuerda a San Martín?
La historia oficial, es decir, Bartolomé Mitre, construye un relato histórico sustentado en la relación Argentina-Gran Bretaña, en el modelo primario agroexportador conocido como granero del mundo. En este relato la Argentina se forjó a través de la inmigración europea. Se advierte un relato Atlántico, un relato comercial y contrabandista. Concepción ajena al enfoque sanmartiniano, precisamente debe considerarse a San Martín como el hombre que mayor reflexionó en torno al vínculo nacional con el Pacífico. Al volcar sus preocupaciones hacia el oeste reflexiona inmediatamente en otro modelo de país, en otra capital, en la conformación de otras clases sociales.
Fue en el relato mitrista donde se trató de borrar el pasado bárbaro de nuestro desarrollo histórico, se hizo tabla rasa con la política de los caudillos; al fin y al cabo, este movimiento también es un intento de negación de San Martín.
Borrando al pasado mestizo del relato histórico se niega la construcción de un Ejército profundamente provinciano y criollo, de tradición hispánico criolla. El otro gran punto del relato mitrista fue concebir la historia como un aspecto reservado a los grandes hombres, es por eso es que algunos sectores abstraen idealmente la figura de San Martín. La abstracción del héroe o la heroína también les cabe a otras figuras de nuestro pasado.
Con lo cual, no es casualidad que hombres vinculados al anterior espacio gobernante realicen una convocatoria en homenaje a San Martín. El actor radical aparecería como un tipo ideal de una clase social que se encuentra atravesada por ese relato mitrista de la historia que configura a San Martín como hombre excepcional, donde se le resta protagonismo al pueblo y todo se reduce a la voluntad individual. En esa decisión política epistemológica se advierte una clara manifestación de liberalismo.
Siguiendo con la alteración histórica de Mitre, en su relato se emparda a San Martín con la figura de Rivadavia. Para la historiografía oficial, la Revolución de Mayo fue probritánica y San Martín es el General Argentino que en su obra libera a dos países hermanos y extiende su grandeza que emana desde Buenos Aires. Lo que no toma en cuenta Mitre es que ni el Perú ni Chile eran países independientes y que su existencia explica en parte el fracaso del proyecto sanmartiniano. Si hoy hablamos de Perú o Chile como países independientes es porque San Martín y Bolívar fueron derrotados.
Así, Mitre sostiene por omisión que San Martín es porteño y que odia a Bolívar a quien ve como una amenaza que le roba protagonismo. En todo este relato, además, la gesta sanmartiniana se encuentra alejada de toda participación popular, no hay posibilidad de pensar las mejoras en las condiciones de vida del Ejército y de su base social.
San Martín sería un hombre romántico que cruzó en soledad Los Andes, no se menciona su formación militar y menos su vocación política. En este punto, conviene destacar que San Martín es antes que todo un político, pero para Mitre la política es actividad de los hombres que reflexionan, es por eso que el "político" del período es Rivadavia.
Por otra parte, el relato de Mitre imposibilita analizar a San Martín como un hombre democrático formado en Europa, con lo cual, pensar a la Revolución de Mayo como una reacción contra España tal cual el relato mitrista genera al menos una confusión para cualquier lector.
Es que la historiografía liberal construye la leyenda negra, niega la tradición mestiza; al renunciar a este pasado rompe con continuidades históricas y con instituciones. El relato de Mitre debe ser analizado en clave de futuro. Si la historia sigue siendo la política del pasado, tal cual afirmaba Jauretche, pensar a San Martín con los rasgos que construyó Mitre nos va a dificultar pensar la emergencia del Yrigoyenismo o del Peronismo.
La operación mitrista en tanto relato histórico cumple su objetivo en el sentido de que no deja al azar ningún elemento. Identificar los intersticios en el que discurre el relato será tarea de los y las militantes. Nadie podrá pedirle a Brandoni que recuerde al San Martín expropiador de fortunas en su paso como Gobernador de Cuyo o al que liberó esclavos ampliando la base social del Ejército; simplemente, intervenciones como la del boina blanca advierten sobre la tarea inconclusa de reformular el relato histórico en nuestras escuelas y en la formación de nuestros docentes.
Alguna vez Jorge Abelardo Ramos sentenció que el origen de la UCR se funda en un mal entendido, en la tensión entre mitrismo y nacionalismo. Según el autor esa contradicción desnudaba la naturaleza de la clase media, amante de instituciones imaginarias y perezosas para identificar la cuestión nacional. Quizás el actor radical hoy vuelva desempolvar esa contradicción y abrace a Bartolomé.
*Reconstrucción digital