"George Padmore entendió que la religión podía ser un gran factor aglutinador en la gesta anticolonial panafricana"
La editorial Prometeo editó una compilación de ensayos del panafricanista, anticolonialista, antiracista e intelectual de la negritud, George Padmore. Para conocer la obra del pensador y activista trinitense, AGENCIA PACO URONDO dialogó con el traductor, compilador y autor de un estudio preliminar que acompaña la obra, el historiador Juan Francisco Martínez Peria.
APU: ¿Por qué uno de los máximos teóricos del panafricanismo y referente joven de la tercera internacional termina siendo olvidado?
Juan Francisco Martínez Peria: George Padmore fue una de las principales figuras del panafricanismo, el movimiento anticolonial y el marxismo negro. Fue muy influyente en su época, pero luego fue muy olvidado. Tal es así que hay muy pocos trabajos sobre él en el mundo angloparlante y mucho menos en castellano. Esta es la primera antología de sus textos traducidos al castellano y la primera traducción de Vida y Lucha de los trabajadores negros, uno de los más importantes clásicos del marxismo negro publicado en 1931. Esta compilación incluye también un panfleto sobre la ocupación norteamericana de Haití y una serie de artículos que escribió a lo largo de su trayectoria intelectual y política. Asimismo, cuenta con un extenso estudio preliminar de mi autoría donde presento su vida y su obra.
Padmore fue una figura muy destacada durante su vida y cuando murió en Ghana se lo reconoció con un gran funeral de Estado donde se lo celebró como el Padre de la Emancipación, sin embargo, al morir cayó injustamente en el olvido. Y esto tiene que ver no solo con el paso del tiempo, sino con algo mucho más profundo: el olvido, la negación en general de los movimientos y los intelectuales del mundo periférico, del sur global, lo que antes se conocía como Tercer Mundo. Es un olvido más entre tantos otros que se puede atribuir al histórico colonialismo de los países centrales, imperiales, sobre el sur global y las continuidades de ese colonialismo en términos de colonialismo cultural. Nosotros vivimos en un mundo profundamente eurocéntrico, racista e imbuido de un fuerte racismo epistemológico y eurocentrismo intelectual que hace que, en nuestras universidades, en nuestras escuelas y en nuestros medios de comunicación, conozcamos mucho más las historias de las pensadoras y pensadores del mundo central. Desconocemos nuestra propia historia política, cultural e intelectual y permanentemente estamos viendo el mundo a través de lo que Jauretche o José Martí llamaban anteojeras: anteojeras norteamericanas o francesas… europeas en general. En ese sentido, Padmore es una víctima más de ese permanente olvido y negación, que en su expresión más dura se ha manifestado como epistemicidios, y en su versión menos violenta, como procesos de subalternización cultural.
APU: ¿Cuál fue su rol en Rusia, Europa y África?
J.F.: Padmore nació en 1903 en Trinidad y Tobago y de joven fue a estudiar a EE.UU. donde se hizo comunista. Ya tenía ideas panafricanistas, anticoloniales, pero allí se convirtió en comunista y rápidamente se transformó en la figura afrodescendiente más relevante de la Tercera Internacional. A comienzos de la década del 30, la Tercera Internacional promovía una política revolucionaria fuerte y una decidida postura en contra de las potencias imperialistas. En ese marco la Unión Soviética creó el Comité Sindical Internacional de los Trabajadores Negros y en 1931 fue nombrado secretario de dicha organización y el editor de su órgano de prensa: la revista “The Negro Worker” (El Trabajador negro). A partir de ese rol jugó un papel clave en la difusión de ideas y como coordinador y organizador de movimientos populares en todo el Atlántico negro, que incluye el Caribe, EE. UU. y África. En ese contexto, en 1931, publicó su primer libro, que es el que traduje al castellano, Vida y Lucha de los trabajadores negros. Esta obra es absolutamente pionera ya que es la primera en que se analiza en profundidad las condiciones sociales, económica, políticas y culturales de los africanos y los afrodescendientes en el mundo atlántico bajo el dominio imperial, colonial y racista de las grandes potencias occidentales. Su abordaje es muy valioso ya que analizó la problemática desde una perspectiva multidimensional, global y sistémica de la explotación, criticando por igual a todos los imperialismos de la época. Asimismo, es muy valioso porque también presenta un detallado análisis de las luchas populares de los africanos y los afrodescendientes en contra del orden capitalista colonial en África, América Latina, el Caribe y Estados Unidos, revindicando dichos sectores como la vanguardia de una revolución global. En este sentido, este libro resulta muy interesante porque podemos ver un proceso de síntesis entre el panafricanismo y el marxismo, dando nacimiento a un marxismo negro muy heterodoxo, que rompe con el marxismo tradicional y eurocéntrico y porque incluso puso en tensión la corriente que propugnaba la Unión Soviética.
En fin, el rol de Padmore en la Unión Soviética fue muy importante, no solo como el principal articulador y teórico de la política de la Tercera Internacional hacia los pueblos africanos y afrodescendientes, sino incluso siendo nombrado como el primer diputado negro al soviet de Moscú.
Luego, a partir del 34, Padmore rompió con la URSS, ya que el país euroasiático giró en su posición hacia el antifascismo, lo que lo va a llevar a despreocuparse por el imperialismo occidental: el británico, francés y norteamericano. Padmore consideró ese giro como una traición hacia los pueblos colonizados. A partir de allí se estableció en Londres. Se alejó entonces de la URSS, y aunque nunca la criticó del todo, sí fue muy duro con su política internacional. En 1937 fundó junto con figuras como Ras Makonnen, C.L.R James, Jomo Kenyatta y Ashwood Garvey, su propia agrupación, la International African Service Bureau, y luego, en 1944, la Pan African Federation, una confederación de organizaciones panafricanas.
Durante aquellos años, el trinitense mantuvo una actividad infatigable y aportó a la construcción de un movimiento panafricanista, marxista heterodoxo, antiimperialista y socialista mediante su accionar político, su intervención periodística y la publicación de numerosos libros (ocho en total). Día tras día escribió cientos de artículos para periódicos de Europa, Estados Unidos, África, Asia y el Caribe, cubriendo los sucesos del mundo periférico, denunciando con fuerza la política colonial y racista de las potencias. De esa manera, tal como lo ha señalado el intelectual sudafricano Peter Abrahams, Padmore por sí mismo se convirtió en una suerte de agencia de prensa del Tercer Mundo, informando sobre aquellos sucesos que los grandes medios de comunicación mantenían ocluidos y conectando las luchas populares de distintas regiones del globo.
Gracias a esta incansable labor, Padmore se fue convirtiendo en uno de los principales teóricos del panafricanismo y el anticolonialismo y en el maestro de una pléyade de líderes del sur global, siendo particularmente el mentor de Kwame Nkrumah, el líder de la revolución de independencia de Ghana. A Nkrumah no solo lo formó y lo guio desde Londres, sino que una vez que dicho país logró su independencia, en 1957, él mismo se radicó en Accra y lo acompaño como asesor de asuntos africanos, jugando un rol clave en la promoción de la liberación y la unidad de África. Por ello, tal como señalé, cuando murió, en septiembre de 1959, recibió un gran funeral de estado y fue reconocido con el título del Padre de la Emancipación Africana. En fin, Padmore fue una figura descollante que tuvo un papel importante en la URSS, luego en Europa y finalmente en África, siendo leído y conocido en gran parte del mundo.
APU: Más allá de su rol militante, activista, podemos resaltar su producción intelectual. ¿En qué tradiciones se enmarcan y qué proponen?
J.F.: Padmore tuvo una vasta producción periodística e intelectual. Literalmente escribió cientos de artículos para diarios de casi todo el mundo cubriendo tanto las atrocidades del imperialismo, como las luchas populares anticoloniales, antirracistas y anticapitalistas en lugares tan distantes como Cuba, Haití, Vietnam, Madagascar, la India, Malasia, Ghana, Nigeria, Gambia, Sudáfrica, Marruecos, Sudán y un largo etc.
Además, escribió numerosos panfletos cortos y 8 libros de gran envergadura y profundidad. Entre sus obras más destacadas merece señalarse: Life and Struggles of Negro Toileres (Vida y Lucha de los Trabajadores Negros) de 1931, How Britain Rules Africa (Cómo Inglaterra gobierna África) de 1936, The Gold Coast Revolution (La Revolución de Costa de Oro) de 1953, Panafricanism or Communism? (Panafricanismo o Comunismo?) de 1956 y A Panafrican Guide to Socialism (Una guía panafricana al socialismo) que quedó inédito.
Su pensamiento claramente puede enmarcarse en tres grandes tradiciones teórico-políticas: el panafricanismo, el marxismo y el anticolonialismo. Sin embargo, lo más interesante es que propuso una síntesis original entre esas tres vertientes. En este sentido, trascendió un panafricanismo más moderado que lo precedió y sobre todo transcendió al marxismo ortodoxo, de corte fuertemente eurocéntrico. De esta manera, junto con otras figuras como W.E.B Du Bois, C.L.R James, Frantz Fanon, Kwame Nkrumah, Amilcar Cabral, Aimé Cesairé, Claudia Jones, Angela Davis, aportó al desarrolló de la tradición radical negra y a un pensamiento anticolonial heterodoxo y original. En este sentido, también tuvo amplias coincidencias con figuras de Asia como Ghandi, Nehru, Ho Chi Minh y Mao Tse Tung. A su vez, pueden verse coincidencias con ciertas vertientes de la izquierda nacionalista latinoamericana, aunque no tuvo un diálogo directo con ella.
Padmore, claramente propuso la construcción de un pensamiento y un movimiento que apuntase a la unidad y a la emancipación de los pueblos africanos y afrodescendientes en alianza con el resto de los pueblos colonizados del mundo. Propugnó por el fin del racismo, del colonialismo y del trabajo forzado, así como la destrucción del capitalismo. Sin embargo, postuló un camino no alineado e independiente de la izquierda europea y de la Unión Soviética. En este sentido, propuso un socialismo panafricano que debía basarse en las propias condiciones y tradiciones de la región y que debía apuntar a la liberación y la unidad de África.
En términos más estrictamente teóricos, Padmore buscó asumir y trascender al marxismo, recreando un marxismo heterodoxo panafricanista. En este sentido, pensando desde el sur global, el trinitense criticó las aristas más eurocéntricas del marxismo y puso el acento en la dimensión colonial, racial y esclavista de la modernidad capitalista. Repensó y rescató la lucha de los sectores populares del Atlántico Negro, trascendiendo la mirada clasista estrecha y pensando los actores subalternos no europeos en un sentido más complejo, original y amplio. Además, frente al discurso que veía a la clase obrera occidental como el sujeto emancipatorio por antonomasia, propuso a los sectores populares africanos y colonizados como la principal vanguardia de la revolución global. Es decir, no sólo discutió con el pensamiento imperial y racista de su época sino que discutió con el marxismo más ortodoxo, dándole centralidad a lo que tradicionalmente aparecía como secundario en aquella vertiente intelectual.
APU: ¿Cuál era la lógica sistémica que ponía en práctica el colonialismo que estudia Padmore?
J.F.: Retomando la pregunta anterior, una de las riquezas de la obra de Padmore es el abordaje sobre el colonialismo, el racismo y la esclavitud en el mundo moderno capitalista. En gran medida toda su obra apuntó a analizar y a demostrar cómo estas lógicas, lejos de ser accesorias, secundarias o pasajeras resultan absolutamente centrales en el desarrollo del capitalismo. A partir de un análisis histórico, sistémico y global, Padmore mostró una y otra vez esta tesis, dando cuenta como los países potencias expoliaban a los colonizados y como el capitalismo implicaba un orden racial, colonial y esclavista que deshumanizaba a sus victimas.
Uno de los aportes teóricos más importantes de Padmore, es que el capitalismo que aparece en la década del 20 y se desarrolla en la década del 30 en Europa no era una novedad. Los pensadores liberales y de izquierda veían al fascismo como algo terrible y nuevo que surgía en Europa, pero él advirtió con lucidez que no era algo novedoso, sino que hundía sus raíces en la lógica colonial, esclavista y racista, y que además, las potencias mal llamadas liberales, democráticas, eran las que habían iniciado esas lógicas fascistas en las colonias. Las potencias, Alemania e Italia, habían aprendido de las lógicas fascistas liberales que habían aplicado en África mediante prácticas esclavistas, genocidas y dictatoriales y que ahora aplicaban en Europa. El escándalo no tenía que ver con esas políticas en sí mismas, sino que en este caso eran aplicadas a poblaciones blancas. Justamente, lo que dirá Padmore, es que Europa ya lo venía haciendo hace siglos en el mundo periférico. Esto lo plantea en un libro de 1936 que se llama Cómo Inglaterra gobierna África. Allí mostrará ese hilo rojo, de sangre, que une la política colonial con el fascismo de Europa.
Estas definiciones teóricas van frontalmente contra la Europa liberal y contra lo que pensaba el marxismo eurocéntrico y la URSS. Toda la obra de Padmore es un análisis profundo de la centralidad del colonialismo, y una de las cosas más interesantes es repensar qué es el capitalismo y qué es la modernidad; entenderlas desde las poblaciones subyugadas y desde el sur. Esto le permite romper con el eurocentrismo típico de la teoría social moderna que piensa la modernidad y el capitalismo como un proceso de emancipación creciente. Padmore y otros autores y autoras del sur global demuestran todo lo contrario.
APU: ¿Cómo interpreta a la negritud en Latinoamérica?
J.F.: Padmore, siendo del Caribe, escribió mucho sobre esa región. Fundamentalmente escribió sobre el Caribe británico, pero también sobre el francés. Haití siempre fue muy importante para la concepción panafricanista debido a la trascendencia de la revolución haitiana, que fue la primera y única revolución de hombres y mujeres esclavizados que triunfó en la historia de la humanidad y es la primera independencia de América Latina, pero, además, Haití estuvo ocupado por EE.UU. desde 1915 hasta 1934, de hecho, he traducido en este mismo libro un panfleto que el trinitense escribió sobre esa ocupación. También escribió mucho sobre el Caribe español, sobre Cuba, sobre la República Dominicana, analizando la penetración del imperialismo norteamericano. Le prestó mucha atención a EE.UU. como nueva potencia imperial, no solo en el Caribe sino en América Latina.
En cuanto a la América Latina continental, Padmore escribe menos. En este libro (Vida y lucha…) habla un poco sobre Venezuela y Brasil, y una de las cosas más interesantes que allí dice es que en América Latina continental existe el mito del mestizaje o la democracia racial, y lo que hace es demostrar que es solo eso: un mito. Afirma que en esa región también hay un fuerte racismo y existe una lógica esclavista y semi-esclavista, y a eso se suma el creciente imperialismo norteamericano. Aunque no es el centro de su reflexión intelectual teórica, va a demostrar que las lógicas coloniales y racistas también imperan allí, aunque se presenten bajo el mítico disfraz del mestizaje.
APU: ¿Cuál fue el rol durante los congresos panafricanos?
J.F.: Una de las cosas más importante de su trayectoria política es el Quinto Congreso Mundial Panafricano que se realizó entre el 15 y el 20 de octubre de 1945 en Manchester, Inglaterra. Fue el último de los grandes congresos panafricanos que ocurrieron fuera de África. Los cuatro anteriores habían sido organizado por William Du Bois, un activista afroamericano. A esos cuatro congresos hay que sumarle la llamada Primera Conferencia Panafricana organizada por Henry Sylvester Williams en 1900, que también fue una figura importante de Trinidad y Tobago.
Los Congresos anteriores habían sido, sobre todo, congresos de intelectuales que venían de EE.UU., del Caribe y, en menor medida, de África. Esos congresos, a pesar de ser críticos con el colonialismo y el racismo, no proponían una política radical, sino más bien una política reformista. El congreso de 1945, organizado por Padmore, pero con una fuerte colaboración de Du Bois y de Nkrumah, tuvo la característica de tener una presencia preponderante de dirigentes de África provenientes de los estratos populares, del mundo sindical, del mundo campesino, en el que hubo muchas mujeres y, claro, también delegados provenientes del Caribe y EE.UU. Este congreso expresó una ideología mucho más radicalizada y nos pinta la ideología de Padmore: una ideología socialista, marxista heterodoxa y dotada de un panafricanismo revolucionario que plantea fuertemente la lucha por la independencia, ya no en clave reformista, sino en clave revolucionaria. Luego, ya como asesor de asuntos africanos, va a organizar dos conferencias en Ghana: una a comienzos de 1958 y otra a fines del mismo año. La primera es la primera conferencia de Estados de África; y la segunda, mucho más importante aún, llamada Conferencia de todos los pueblos de África, a la que concurrirán múltiples movimientos nacional-populares, socialistas, políticos, sindicales, de la juventud, de mujeres y campesinos de toda África, y en donde el discurso, mucho más radicalizado, apunta a lograr la independencia completa y la unidad de los pueblos del continente. En esa conferencia participan importantes figuras como Fanon, Lumumba y tantos otros y otras.
APU: ¿Cómo es que un trinitense como Padmore termina trabajando junto a Ho Chi Minh?
J.F.: Padmore fue un gran referente del mundo colonial y tuvo gran conexión con el mundo asiático. Ya desde la década del 30 venía planteando la necesidad de una alianza entre los pueblos periféricos, del Caribe, de África, de América, pero también con los pueblos asiáticos. Siempre le prestó mucha atención a lo que ocurría en China, en India, en el sudeste asiático y Oceanía. Tuvo un permanente interés sobre esas regiones y promovió una política intensa de alianzas, sobre todo afroasiáticas. En el 45, antes del V Congreso Panafricano, fue el principal articulador de dos conferencias afroasiáticas conocidas como Conferencias de los pueblos coloniales, en las que planteó muy tempranamente una suerte de política de países no alineados, algo muy parecido a la Tercera Posición de Juan Domingo Perón y que luego se va a expresar fuertemente en la conferencia de Bandung en 1955.
En 1946 cubriendo como periodista las conferencias de Paz en París conoció a Ho chi Minh y le realizó un extenso reportaje, y luego terminó siendo una especie de representante no oficial del Viet Minh en Londres. A partir de ese momento va a escribir mucho sobre lo que ocurre en Vietnam reivindicando la lucha por la independencia. Durante aquellos años, Padmore tuvo mucha interacción con figuras del mundo anticolonial entre las que se destaca la de Nehru, con quien tendrá un vínculo personal y mantendrá una profusa correspondencia. Además, fue un gran admirador de Ghandi, de quien tomará ideas para una revolución anticolonial no violenta, y de Mao Tse Tsung a quien revindicará como modelo para recrear un marxismo panafricanista original y no eurocéntrico.
APU: ¿Cuál consideraba que era el rol de la religión en la oposición al colonialismo?
J.F.: Como ya señalé, Padmore postuló la necesidad de pensar de forma original a las sociedades coloniales. Desde su perspectiva, el marxismo tradicional, debido a su eurocentrismo, no era capaz de dar cuenta de la particularidad de aquellas comunidades. Por ello, entre otras cosas, postuló una mirada alternativa, no clasista, del mundo popular. Reconoce la inexistencia de una clase obrera típicamente industrial y por ello, revindicó la lucha de un mundo popular mucho más amplio, compuesto por campesinos, jornaleros, desocupados, trabajadores forzados, semiforzados, mujeres del mercado, etc. En este sentido, su creatividad intelectual y su lucidez lo llevaron a entender que en África el peso de la religión era importante y que comprenderla en una clave de opio de los pueblos resultaba una miranda muy limitada. Por eso postuló con clarividencia que la religión allí podía ser un gran factor aglutinador y especialmente una gran herramienta en la gesta anticolonial.
APU: ¿A quiénes consideraba como el único sujeto político capaz de oponerse al capitalismo?
J.F.: Es una pregunta compleja que voy a responder en tres partes. Durante su primera etapa comunista consideraba que la revolución debía realizarse mediante una gran alianza entre la URSS y los pueblos africanos y afrodescendientes y colonizados en contra del imperialismo y el capitalismo. Sin embargo, aún en esta primera etapa, entendía que, si bien esa lucha debe ser liderada por la URSS, los pueblos periféricos y, particularmente los africanos y afrodescendientes, debían tener cierta autonomía, ya que jugaban un rol central por ser los pueblos más explotados y los potencialmente más revolucionarios.
En la segunda etapa, que se extendió desde 1934 hasta más o menos 1945, el trinitense entendió que debía darse una doble revolución, la cual comenzaría en la periferia y que concluiría en el centro de los imperios. Aunque no esperaba mucho de la izquierda europea, creía que esta terminaría jugando un rol en dicho proceso.
En la última etapa esa desconfianza se profundizó convenciéndose de que la izquierda europea, casi en su totalidad, era plenamente eurocéntrica y se había aburguesado debido a las riquezas del capitalismo imperialista. Por ello planteó que el verdadero potencial revolucionario residía en los países colonizados, sobre todo los africanos y afrodescendientes como los principales sujetos revolucionarios. Esto venía a invertir totalmente las interpretaciones del marxismo tradicional y de la izquierda eurocéntrica que pensaban que la revolución comenzaría en Europa y se extendería paternalmente por el resto del globo.
Fue muy crítico de la izquierda europea y la social democracia, interpretándola como reformista y traidora de la lucha internacionalista, y que, además, era cómplice de la explotación imperialista. Con el correr de los años se volvió cada vez más crítico del comunismo y de la Unión Soviética, constituyéndose como un gran referente de la posición no alineada, independiente del bloque occidental y del soviético. Esto lo expresará con claridad en su libro más famoso, titulado Panafricanismo o comunismo?, de 1956, en donde expresó con claridad la idea de no alineación, algo que tiene que ver mucho con las posiciones latinoamericanistas, particularmente con la Tercera Posición de Perón, y que ya venía planteando desde mediados de la década del 40. En esos tiempos elaboró la teoría de que en África debía promoverse un socialismo africano original que debía retomar elementos del mundo cultural y social del continente. En este sentido, planteó que en África existían lógicas socialistas previas a la colonización y que desde esas lógicas del socialismo práctico se podía construir un socialismo africano moderno. Postuló que la revolución en África hundía sus raíces en sus propias tradiciones: ya no se trataba de copiar un proceso europeo, sino de construir una nación socialista, nacionalista-popular, autóctona y autónoma.
APU: ¿Qué pervive, si es que algo pervive, del racismo y el colonialismo que critica Padmore?
JF: Padmore es una figura que hay que conocer por varios motivos: primero y principal por su enorme relevancia histórica, por el rol que jugó como pensador, como intelectual, como activista en África, el Caribe, EE.UU., Europa e incluso en Asia. Y su obra, voluminosa, nos permite entender y pensar una serie de luchas de lo que era ese mundo colonial. Mientras Padmore estuvo vivo, habitó un mundo colonizado. Además, su obra nos permite pensar creativamente el presente. A pesar de que en la actualidad África, Asia y América Latina han sido descolonizadas en gran parte -aunque aún existen colonias, como el caso de Malvinas y algunas en el Caribe, entre otras- todavía perviven lógicas coloniales en términos de colonialismo económico. Padmore advirtió sobre las lógicas imperiales en términos económicos desde EE.UU. hacia América Latina, explicó el peligro del neocolonialismo en la independencia de África y hoy por hoy seguimos sufriendo dichos flagelos.
En nuestro caso, y de América Latina en general, es muy evidente el imperialismo ejercido a través del FMI. Pero, además, tenemos un fuerte colonialismo cultural. El eurocentrismo y el colonialismo cultural está, incluso, más fuerte que en otras épocas, y justamente este colonialismo cultural es el que nos impide pensarnos críticamente, creativamente, analizar nuestra historia y poder llevar adelante un desarrollo emancipatorio.
Y por otro lado el racismo, que a pesar de que legalmente haya desaparecido, aún pervive en términos políticos, sociales y culturales: un racismo epistemológico. Recuperar la obra de Padmore, como de tantos y tantas autores y autoras de la tradición radical negra, del pensamiento periférico y anticolonial es una necesidad urgente, no solo por justicia histórica, sino por una necesidad epistémica. Necesitamos conocer estas tradiciones para poder pensar nuestro mundo de una manera creativa, original, emancipada; pensar nuestros propios problemas y poder llevar adelante este proceso de independencia que ha quedado trunco en América Latina, Asia y África, y poder así alumbrar un mundo nuevo, más emancipado, más plural y liberado del imperialismo y del capitalismo