Golpe al desarrolo tecnológico: privatizar ARSAT para vaciar INVAP
La empresa estatal de telecomunicaciones, ARSAT, salió a la luz luego del triunfo electoral de Javier Milei, ya que apareció entre las primeras señaladas para ser puesta en oferta para ser vendida al sector privado.
Los primeros rumores fueron que el empresario Carlos Slim puso la mirada sobre la compañía cuyos activos son estratégicos para la comunicación cotidiana en nuestro país. Según los trascendidos, Milei la tendría en carpeta para ser privatizada. Detrás de Slim aparece también, Clarín y las empresas de telecomunicaciones.
Los problemas en torno a la privatización de activos estratégicos pueden ser muchos e irreparables, teniendo en cuenta que el desarrollo tecnológico es muy costoso, tiene beneficios intangibles y difíciles de monetizar: por ejemplo, que una Escuela o un Hospital tengan acceso a señal rápida de internet. Hoy hasta las las historias clínicas están mediadas por el uso de la red, y ni hablar de la enseñanza.
Si se tiene en cuenta que el sector privado busca la rentabilidad, esto puede redundar en que inicie un proceso de desinversión de áreas que el Estado capitaliza con beneficios no tangibles en términos monetarios.
Que el país esté conectado y funcionando es un valor en sí mismo para el Estado, pero puede ser relativo para el sector privado.
La Red Federal de Fibra Óptica
ARSAT es la columna vertebral de ese funcionamiento a través de la Red Federal de Fibra Óptica que tiene una extensión de 34.500 kilómetros y pasa por 1.050 localidades de todo el país en las que la empresa ofrece servicios mayoristas a proveedores locales que explotan el negocio de la última milla.
La REFEFO es una red en pleno funcionamiento con capacidad de crecimiento a 30 años cuyo valor puede promediar los u$s 35 dólares por metro más el valor del equipamiento electrónico adicional.
Es un activo importante porque involucra zonas no cubiertas por los operadores privados en el país. Por ejemplo, acompaña gran parte de la ruta nacional 40, la de mayor extensión de la Argentina.
Si un privado se queda con la REFEFO, tendrá la capacidad de monopolizar el acceso y la circulación de datos de todo el país, incluso poniendo en juego la seguridad nacional. La secuela sería tener acceso a poderes de exacción y control ilimitados sobre otras empresas y la ciudadanía, y una capacidad de silenciamiento mucho mayores que la que Clarín tuvo cuando se quedó con Papel Prensa.
Pero, además, entre los problemas aparece la posibilidad de que un privado no vea rentable una función o bien que resulte muy costoso sostener la tecnología y que termine depredando y canibalizando un bien estratégico clave que hoy tiene capacidad de generar transferencia con el sistema científico y tecnológico de nuestro país.
¿Alguien imagina al ultraliberal Milei frenando el accionar de un privado que decidiera desinvertir en áreas de ARSAT? En nombre de la libertad podríamos perder un activo estratégico que es clave para la vida cotidiana.
CEATSA
Pero la Red Federal de Fibra Óptica no es el único activo que tiene ARSAT. La compañía estatal de Telecomunicaciones comparte con la empresa de alta tecnología rionegrina, INVAP (otra perla tecnológica nacional) a CEATSA.
CEATSA es una empresa argentina de alta capacidad tecnológica que presta servicios de excelencia en la evaluación y control de sistemas complejos mediante la búsqueda permanente de actualización.
Es una «joint venture» de ARSAT y de INVAP, con un 90 y un 10% de capital accionario respectivamente. En esta compañía también tienen un lugar clave la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la empresa cordobesa de desarrollos aeroespaciales, VENG.
Es que CEATSA, que lleva diez años en un rubro de altísima tecnología y que por su carácter “estratégico” no es reemplazable con importaciones de ningún otro país (hablamos de tecnología que es celosamente resguardada por los pocos países que la tienen), posee una sala de testeo de prevuelo para satélites de gran tamaño y potencia. Allí se probaron, entre otros, los ARSAT I, II (de Telecomunicaciones) y los SAOCOM (de Observación de la Tierra).
Entre INVAP y ARSAT, Argentina , un territorio alejado de las grandes urbes pujantes del globo, y con una economía primarizada, empezó a exportar reactores nucleares, radares y servicios satelitales con poquísimo personal, aunque muy experto, y una administración muy austera.
Quitarle el corazón a INVAP
Si se le saca CEATSA a INVAP a través del cierre o expropiación de ARSAT, INVAP se queda sin sala de ensayo para satélites, algo que afecta a la actividad productiva local, aunque en el imaginario parezca ciencia ficción.
En CEATSA, se hicieron, en sus diez años de existencia, 500 ensayos de componentes, y se cuentan 21 radares y cuatro satélites.
CEATSA o Centro de Ensayos de Alta Tecnología Sociedad Anónima, se crea en septiembre de 2010 con el objetivo de brindar servicios de ensayos ambientales a la industria satelital, aeronáutica, electrónica, automotriz, de defensa, de energía y de bienes de capital en general. Los cráneos de INVAP y de ARSAT, entre los que se cuentan históricos científicos y tecnólogos de nuestro sistema y políticos con el foco en el desarrollo estratégico, la pensaron para satisfacer necesidades de la industria nacional al complementar los procesos productivos aportando ensayos y mediciones para controlar la calidad de productos y sistemas tecnológicos complejos.
Entre sus servicios aparecen calibración y metrología, ensayos de RF mediante calibración de antenas, ensayos de elementos para probar inmunidad a campos electromagnéticos, y ensayos mecánicos de radares y satélites.
CEATSA es una Sociedad tan anónima como el trabajo que realizan pero el impacto que generan al interior del sistema científico y tecnológico es inmenso.
Someter a los vaivenes del mercado a esta perla tecnológica sería imperdonable en cualquier país para el que el Desarrollo sea al menos un horizonte a perseguir.
* Artículo publicado en el portal Periferia