Hinde Pomeraniec: "Por izquierda y por derecha, se sigue viendo a la Rusia de Putin como la heredera de la Unión Soviética"
Por Camilo Carbonelli
Agencia Paco Urondo dialogó con Hinde Pomeraniec, escritora, periodista de cultura y política internacional. Es editora de Cultura en Infobae y conduce Vidas Prestadas, un programa sobre libros y “mundos posibles” en Radio Nacional. Además, es autora de Rusos de Putin. Postales de una era de orgullo nacional y poder implacable.
APU: ¿Cómo llega Vladimir Putin a ser Presidente de Rusia?
Hinde Pormeraniec: Hay una parte de la historia que falta que es saber exactamente por qué llega él a estar cerca de la familia de Boris Yeltsin. Para muchos, fue una sorpresa su llegada a la política, como que él pasó directamente desde los servicios secretos a ser primer ministro. Y no es así, hubo un paso por la alcaldía en San Petersburgo, en donde fue vice-alcalde. Antes, había estado a cargo de las relaciones institucionales en la universidad, venía teniendo cargos de distintos orden dentro de la política.
Viendo un documental sobre uno de los intentos de golpe en 1991 contra Gorbachov, se lo ve a Putin saliendo de la Alcaldía. Ya en ese año se lo veía en actividad política. ¿Qué es lo que pasa, entonces, para que él salga de San Petersburgo y llegue a Moscú, al círculo más íntimo vinculado a la familia Yeltsin? Hay cosas que faltan. Como vivió en Alemania, Putin habla alemán, es abogado, tiene vínculos con el afuera de Rusia, cosa que para los rusos no es usual. Todavía nos falta saber cómo llega a estar cerca de la familia Yeltsin, como llega a ser elegido por encima de otros candidatos que venían teniendo una carrera más pública si se quiere, de eso mucho no se sabe. Incluso para los mayores biógrafos de Putin, es una cosa más especulativa, como que hay agujeros negros en esa historia.
-APU: Desde la publicación del libro Rusos de Putin en 2009 hasta su reedicicón actualizada en 2019. ¿Qué cosas cambiaron en todo ese tiempo?
HP: Hay cosas que siguen en el mismo lugar. De hecho Putin sigue en el mismo lugar. Hay muchos prejuicios a favor y en contra, desde la izquierda y la derecha hacia Rusia, que van al mismo punto: por izquierda y por derecha siguen viendo a Rusia como la heredera de la Unión Soviética. Tanto la derecha más liberal, como el progresismo latinoamericano, por distintos motivos en el caso del progresismo latinoamericano, lo consideran parte del mismo club. Por otro lado, se sigue teniendo un mentalidad de guerra fría. La Rusia de Putin no es eso, no es ni comunista, ni es tampoco el capitalismo liberal que pregonan algunos. Es en otro caso un capitalismo de amigos, claramente demostrado.
APU: De hecho, muchos países de Sudamérica tiene muy buenas relaciones con Putin, en términos políticos y económicos.
HP: En el caso del progresismo de Latinoamérica tiene que ver con una mirada anclada en la guerra fría, en el sentido de que aparece Rusia como la gran figura opositora a EE.UU y prima la mirada de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”; ahí aparece Rusia como un aliado. Me parece que hay como una cosa nostálgica y de no mirar exactamente cuestiones claves, donde ver, por ejemplo, donde se para Rusia ante determinados hechos como el golpe de Bolivia. Rusia fue uno de los primeros países que reconoce el gobierno de Jeanine Añez. Si uno lo piensa las relaciones personales incluso de Putin con Evo Morales fueron siempre buenas. Sin embargo, los negocios están primero. En cuanto se instaló que una mujer dijo ser la presidenta del país, lo primero que hiso fue reconocerla para que los negocios no se movieran. Infiero que algo parecido hubiera ocurrido con Venezuela si triunfara la línea Guaidó. No me imagino a Rusia no reconociendo un país una vez que esté instalado; hay un pragmatismo que se deja de lado en los análisis, por diferentes motivos: por un lado, por ignorancia, por otro, por una cuestión de ceguera ideológica que no te permite ver.
APU: Dedicás un capitulo a Chechenia. ¿Qué importancia tiene la guerra en esa región?
HP: Cuando menciono lo de Chechenia tiene que ver con las brutalidades que fueron demostradas por los tribunales de los derechos humanos y con la cuestión que a mí me resulta muy inquietante, que tiene que ver con la cuestión más imperialista, más de abusos de poder.
Fue un aplastamiento de la sociedad chechena, las víctimas no era solamente los que iban a poner las bombas en Moscú, entraron a sangre y fuego con violaciones de todo tipo. Esas denuncias están comprobadas. Es cierto que formalmente Chechenia pertenece a la federación Rusa, es cierto que tienen unas diferencias culturales enormes con la gran mayoría ortodoxa Rusa, es cierto también en algunas capitales, el checheno aparece como el otro de esa sociedad y lo que se ve es una cuestión de prejuicio dentro de la propia Rusia.
Cuando Putin aplasta, lo hace con el aplauso de las mayorías rusa, no es que lo hace por afuera. Generalmente las medidas fueron sostenida por la mayoría de la población del mismo modo la anexión de Crimea, lo que los rusos llaman la “recuperación de Crimea”. Fueron todos eventos llevados adelante con apoyo masivo de la población Rusa. Como en las elecciones en la que Putin ganó, salvo en la última elección que de pronto uno podría discutir algunas cuestiones, en general no es que tenés un fraude y gana otro. El fraude es que no se puede presentar otro. Lo que hay es un modo de regular el proceso eleccionario por el cual aquellos que podrían llegar a comprometer un triunfo nunca llegan a ser candidatos. Eso es lo que viene pasando hace 20 años.
-APU: ¿Las manifestaciones están prohibidas en espacios públicos? ¿Es así?
HP: Es así, así pasó en estas últimas movilizaciones que estamos viendo. Sobre todo la de Alexei Navalny. Lo que ellos explican tiene que ver con la cuestión de la pandemia, pero por ley, en Rusia vos tenés que pedir autorización y ellos te dicen además dónde te vas a poder manifestar y te pueden decir hoy no, mañana sí. Hay como un control en el espacio público por parte del gobierno y esto es en todo el territorio ruso. Cada lugar tendrá su propia normativas pero es así. No podes salir y hacer un piquete, no te lo permiten, tampoco una protesta espontánea, por ejemplo, por la detención de Navalny, eso no ocurre. No solo en Rusia pasa esto, también en diferentes países, incluso en algunos que son inobjetables desde el punto de vista democrático, tampoco podés tomar la calle porque si. En general, hay muchos lugares te tienen que autorizar.
APU: ¿Qué relevancia tiene el dirigente opositor Alexeí Navalny?
HP: Hasta hace tiempo, la figura de Navalny tenía llegada en las dos ciudades más importantes. Además, está el eco que tiene su figura en los medios de afuera, nosotros nos enteramos de todo esto porque efectivamente en los medios europeos y de EE.UU, la figura de Navalny creció mucho. Es una figura que creció mucho en las nuevas generaciones. Una de las hipótesis de mi último libro tiene que ver con que Putin va a tener problemas con la generaciones más jóvenes, que no le deben nada. Es decir, que no tienen agradecimiento por haberlos rescatado de la crisis económica. Para la gente más joven, que además tienen contacto con el afuera por el internet y demás, es gente que ve que en otros lugares los presidentes no se quedan 20 años. Quieren otra cosa. Eso era lo que yo veía que iba a llegar con empuje pero creo que se aceleró por varios motivos; por la crisis económica, por un lado, y por la pandemia, por el otro, que puso en evidencia otras clases de déficits.
APU: Navalny acusó por el intento de envenenamiento a los servicios de seguridad rusos y al propio Putin.
HP: Los servicios de inteligencia hicieron las cosas “técnicamente” muy mal porque quisieron matarlo y no lo mataron, por lo cual el intento de envenenamiento se convirtió en una especie de parodia de lo que pudo haber sido y lo que sembró fue más desconfianza. Los informes de Navalny y de la gente que lo acompaña fueron vistas por decenas de millones de personas en You Tube que se mataban de risa por los errores que cometieron dejando las marcas de los dedos en cada uno de los episodios. Pero una personalidad como la de Putin quiere generar que se lo respete o que por lo menos se le tenga miedo. Si se le pierde el respeto y de la mano de eso se le deja de tener miedo, empieza a perder el control de la calle, empieza a perder el control de la opinión pública y ahí donde uno empieza también a ver que se acelera estos tiempos, por más que haya podido reformar la constitución, pueda volver a presentarse. Hay que ver cuánto de todo eso va a ocurrir. El tema es quién podría llegar a ocupar su lugar en una futura elección, por ahora no hay nadie de la oposición, no es Navalny la figura. Navalny en todo caso lo que está haciendo es dejar “desnudo al rey”, pero no parece que sea una figura que pueda llegar a adquirir una envergadura para llegar a presidente.
APU: Usted es muy crítica de la situación del periodismo.
HP: Los medios están ligados al gobierno, directa o indirectamente. A veces no es efectivamente el Kremlin el que está a cargo de un determinado canal. El poder político, que es el poder económico en Rusia en estos años, son los que manejan y los que tienen que ver con los medios de comunicación y los medios más chicos, que son opositores en general, tienen poca llegada, existe censuras de diversos orden. Aunque en los últimos años viene habiendo episodios que muestran que empieza a resquebrajarse eso también. Por ejemplo, Ivan Golunov es un periodista que hace dos años que trabaja en un medio opositor experto en temas de corrupción. A Golunov la policía o los servicios le habían inventado una causa de drogas en la cual lo detienen. En ese momento, curiosamente, lo que ocurrió fue que los cuatro medios más importantes se pusieron de acuerdo y pusieron en tapa el tema exigiendo la liberación de Golunov. De ahí uno empieza a ver que transcienden ciertas cosas por un lado y por otro lado están los chicos más jóvenes, que cuando hay una manifestación y hay represión, los pibes, sin ser periodistas, se ponen a sacar videos y fotos y van a las redes sociales.
APU: Con la Vacuna Sputnik V, Rusia ha logrado resultados políticos muy importantes en el plano geopolítico.
HP: Lo que pasa con la vacuna hay que verlo desde dos ángulos. Por un lado, la posibilidad de conseguir mercado para un producto, pero por otro lado, la posibilidad que pesa en ellos muchísimo de recuperar prestigio en términos científicos. No hay que olvidarse que cuando Rusia deja de tener injerencia en la geopolítica, cuando viene el colapso soviético, aparece primero Chernóbil, que da cuenta de un un atraso en la materia tecnológica fenomenal.
Rusia se había quedado muy atrás con todo lo que era la tecnología y la ciencia. Sin embargo, si consiguen efectivamente que a la vacuna le vaya bien, empezará a tener, por un lado, la posibilidad de recuperar mercados en términos económicos y, por otro, la recuperación de cierto prestigio en materia científica. Para los rusos el prestigio científico es un valor. Por eso, haberlo perdido fue algo muy poderoso, fíjate el nombre que le ponen a la vacuna, es muy simbólico.
APU: En el libro habla de la amistad de Putin con Donald Trump. ¿Cómo ves la relación con el nuevo presidente Joe Biden?
HP: La relación con EE.UU va a ser peor. Lo que pasó es que la cuestión de Donald Trump con Putin no tiene que ver ni con el entorno de Trump ni con el partido Republicano ni nada de eso, sino que hay una cuestión personal. Trump, durante muchos años, quiso hacer negocios en Rusia y no le resultó fácil, no pudo hacerlo. Uno podría pensar, conociendo el modelo de liderazgo que tuvo Trump, que había cierta cosa de admiración por figuras autoritarias y autócratas como Putin, pero por otro lado está también lo que tiene que ver con el Trump empresario, que nunca pudo montar la torre Trump en Moscú y no pudo hacer negocios. Tampoco sabemos muy bien hasta qué punto lo tenían acorralado los servicios secretos, hay toda una serie de oscuridades en relación con eso.
Sobre Biden, sabemos cómo fueron las relaciones con Putin y fueron muy malas. En ese sentido, Biden es como una especie de prolongación de lo que fueron las relaciones exteriores de Obama.
APU: Por último, y en relación a su estilo de escritura. ¿Por qué le interesa combinar varios géneros, como la literatura, el periodismo y la política internacional?
HP: Mi llegada a la sección política internacional fue de grande, con mucho recorrido en lo que tenía que ver con periodismo cultural. Incluso, con la enseñanza de la literatura; entonces, es como que se hace muy difícil leer la política o incluso pensar lo que fueron las crónica sociales por fuera de las herramientas de la literatura. Me parece que esos recursos te permiten comprender mejor los hechos políticos o sociales, tenerlos dentro de un marco más amplio. Por ejemplo, a mi me interesa entender por qué la gente sigue votando a Putin. Después puedo hacer un análisis y decirte lo que me parece y cuestionar o no, pero cuando escribo o cuento necesito tratar de entender que le pasa a esa gente que quiere que ese señor siga en el poder después de veinte años. Entonces, para lograr esa mirada me valgo de recursos que no vienen necesariamente de la política ni de la economía, sino que tienen un trasfondo que tiene más que ver con la cultura, con el arte o con la historia.