Luciano Chiconi: "El peronismo cerró un ciclo, ya no funciona más como partido del orden"
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO dialogó con el analista político y militante peronista Luciano Chiconi (@mazorcablanca en Twitter). "Ahora el peronismo funciona más como un clásico partido progresista, un partido político progresista normal como hay tantos en el mundo y que perdió para mí ese plus que hacía que mucha gente que no era peronista decía 'bueno… yo los voto porque te resuelven'", afirmó. PASO, crisis política en el Gobierno y después...
APU: Se encadenaron diferentes situaciones políticas. Primero, una derrota del Gobierno en las PASO muy impresionante. Después, una crisis política que casi se volvió institucional, con cruces entre el propio Alberto Fernández y Cristina. ¿Qué pasó?
Luciano Chiconi: Empiezo por el final. Como toda interna, a los que están afuera no les queda claro qué se está buscando con el posicionamiento. Pero evidentemente hay una especie de fisura de la coalición, una fisura que por ahí se ve ahora pero que conceptualmente ya estaba. El gran éxito del Frente de Todos fue unirse para ganar la elección del 2019. Se cerró todo el paquete del peronismo, que algunos especulaban sobre si podía hacerse o no. Eso fue convalidado electoralmente. Ahí tenías el rol de Cristina, en un lugar secundario dentro del esquema de poder, pero con el principal aporte de votos. Después, Alberto aparecía como una especie de prenda de unidad que le permitía contener a otros sectores peronistas y los gobernadores.
Una vez ganada la elección, venían las grandes preguntas: ¿cómo va a funcionar esto en el poder? Era algo que evidentemente no se había discutido, por ahí no se puede discutir cuando estás yendo a la elección pero no había una gran planificación del día después. Que en Argentina, más cuando se asume en una situación de crisis, hay que tener diez cuadros políticos que sin que tengan que debatirlo mucho van a ocupar ciertos ministerios y ya saben lo que van a hacer. Por intuición, porque leyeron los errores del gobierno anterior. Que fue un poco lo que pasó con Menem en el 89 y Duhalde en el 2002. No venían con un gran plan, pero había una intuición clara de los errores que se habían cometido antes. Los tipos no perdieron tiempo a la hora de fundar una situación de gestión concreta, una línea, que te gusta o no te gusta, pero “es por acá”. Y después, a partir de eso, se construye poder. Esto en el Frente de Todos quedó como un gran signo de interrogación.
APU: ¿El resultado electoral puso en jaque a una coalición que no había tomado esas definiciones?
LC: Con el resultado electoral puesto queda claro que la cuestión de poder no se resolvió. No se sabe quién manda, realmente. Eso es un problema. Y que ante el revés electoral, esta es una lectura muy personal, me parece que aparece Cristina diciéndole a Alberto de quiénes son los votos. ¿Los votos que quedaron de quién son? Porque obviamente hubo una pérdida de votos. ¿Qué dice Cristina? Perdimos porque Alberto gestionó mal. Hay un problema de gestión. Es un poco el “perdió Scioli del 2015”. En la mirada de Cristina se volvió al escenario de 2019, donde se tienen 30 puntos y son votos propios. Ella está midiendo las fuerzas interna. “Si Massa no tiene votos, si vos Alberto no tenés votos y los votos los sigo teniendo yo, hagan lo que yo quiero, por lo menos”, sería el posicionamiento de Cristina.
APU: “O por lo menos, escuchame más”.
LC: Eso es lo que vemos en estos dos días, para mí.
APU: Puede ser cierto que esos votos que quedaron sean de Cristina. Ahora, el problema del Frente de Todos tiene que ver con qué pasa con los votos que se alejaron. ¿Por qué se van? ¿Qué quieren del Frente de Todos? Porque el riesgo del peronismo es volver a tener un techo del 30%.
LC: Es más una jugada de interna, de palacio, que pensada hacia afuera. Frente a la coyuntura electoral no se tiene una gran respuesta. ¿Esto es bueno para volver a tener votos? Por ahí, Cristina lo que está planteando es una especie de momento: “¿En este momento de quién son los votos?”. Eso no quiere decir que no haya un problema de que esos votos mermaron y de que a nivel nacional la derrota es muy fuerte.
¿Nuevo peronismo?
APU: ¿Ese quiebre entre la sociedad y el Frente de Todos es definitivo?
LC: En política nunca podés decir eso. Lo que queda claro acá es que esto responde a varias cuestiones. ¿Por qué este resultado? Uno, obviamente, es la pandemia. Creo que la cuarentena en sí fue un problema porque Argentina tiene un mercado interno de casi 50% de empleo en negro. Si se cierra todo en el primer día, ya no tenés vuelta atrás. Alberto tiró la bala de plata el primer día. ¿Y eso cuánto se puede sostener? Porque ese mismo día que dijo “cerramos todo” perdieron el laburo miles de personas en la Argentina. Esta es una realidad. El gobierno no vió esto o pensó que no era tan grave, o priorizó la salud. Esta bien lo de la salud, pero la Argentina es un país que económicamente ya viene hace diez años de problemas estructurales cada vez más asentados. Ese cierre desde el principio le pegó en la nuca a la clase media, otra vez. La síntesis de esta elección es la enorme capacidad de veto de la clase media, contra Alberto ahora, contra Macri antes, contra Cristina antes y contra el que venga si no se resuelven ciertos problemas.
APU: Hay una lectura que dice que Juntos se mantiene en el mismo nivel de votos de 2019 con el 40%. Mientras que los votos del peronismo se pierden por abstención, voto en blanco, algo de la izquierda. ¿Cómo lo ves?
LC: Nunca se sabe a quién vota la gente, va girando. Yo creo que Facundo Manes se quedó con algo del voto massista, que además es una cosa totalmente fluctuante, no es de Massa ni de nadie. Pero si lo tenemos que categorizar en la última década es ese voto en provincia. Una parte, al menos. Después está la gente que no fue a votar o se distribuyó en Randazzo, por ahí hasta Espert, se distribuyó en las otras ofertas de oposición. Vos me preguntabas antes si es definitivo el resultado. No lo sé pero parece que da cuenta de otra cosa, que tiene que ver con el final de un ciclo del peronismo, que empezó en el 83.
APU: ¿Cómo sería eso?
LC: El peronismo que tenía ciertas características de gestión y de identificación con la sociedad. Podríamos decir que se cerró cuando pierde Scioli, gana el macrismo y gobierna cuatro años. Y ahí hay mutaciones de la política, no sólo en el macrismo, afuera, adentro, en la oposición, hay todo un cambio generacional, un cambio de agenda. Ante la imposibilidad de los distintos gobiernos de resolver la cuestión macroeconómica en la Argentina, ganaron terreno otras agendas un poco más fáciles de aplicar. Hay toda una agenda de derechos, que es muy positiva, pero para ejercerla bien lo tenés que ejercer en un contexto de bienestar económico, porque si no, tener derechos y no poder ejercerlos es lo mismo que nada. Me parece que hubo un viraje más hacia esa agenda.
¿Y qué ciclo se cerró? Se cerró el ciclo del peronismo como el “partido del orden”. Ese partido policlasista que siempre estaba ordenando un poco el conflicto macroeconómico, acordando con empresarios, con el sindicalismo, con grandes sectores de la sociedad que algunos incluso no te votaban, pero que necesitabas gobernar con eso, para tener un proyecto medianamente estable. Ahora el peronismo ya no funciona así, funciona más como un clásico partido progresista, un partido político progresista normal como hay tantos en el mundo y que perdió para mí ese plus que hacía que mucha gente que no era peronista decía “bueno… yo los voto porque te resuelven”. Me parece que ese ciclo está terminado, no veo que en el mediano plazo se recomponga. No digo que esté bien o esté mal, es un nuevo ciclo. La política realmente existente ahora presenta este tipo de peronismo con esas características, que le hace una oferta a la sociedad en esa clave, con esas limitaciones.
APU: Pero ese partido progresista tiene base en el electorado más tradicional del peronismo, o no?
LC: Está bien lo que señalás. Sería un partido progresista, conceptualmente progresista, con un anclaje popular fijo, acotado principalmente al Gran Buenos Aires. Antes yo bromeaba con se trataba de un partido vecinal de la tercera sección electoral, cuando se armó Unidad Ciudadana en 2017. Básicamente, la incorporación de Massa y de los gobernadores no cambió esa estructura de oferta en la sociedad. Hay una lectura política de decir: “¿dónde somos más fuertes? bueno… hay que mantener eso”. Pero la idea del peronismo como un partido nacional se ha resquebrajado. Por eso se quebró lo del partido del orden que siempre es nacional. Antes, con Menem, se detonaba una provincia y había una intervención federal. Hoy es: “Que se arreglen”.
APU: ¿El origen de ese fin de ciclo peronista lo identificás en su incapacidad de resolver los problemas estructuales económicos?
LC: Este nuevo ciclo tiene limitaciones porque hay un perfil de oferta a la sociedad donde se carece de un proyecto económico ¿Cuál es el proyecto económico para el país? Y no sabemos. Hace dos años que estamos ahí y que no sabemos bien cuál es ese proyecto. ¿Cuáles son las consecuencias de ese partido de formato progresista, en el que se transformó de alguna manera el peronismo, con anclaje popular en el Conurbano? Conocemos la bateria conceptual del progresismo pero su límite pasa por no tener soluciones para los grandes problemas macroeconómicos del país. ¿Qué pasa con la inflación? ¿Con una reforma laboral que se te va a venir, quieras o no? La respuesta es “no sabemos”.
APU: La respuesta es “eso lo plantea la derecha”.
LC: Argentina tiene que producir más, agrandar su mercado productivo, empezar a abastecer cada vez la mayor cantidad de población que se incorpora al mercado del trabajo. La caída del empleo industrial en todo el mundo es una realidad, te guste o no. Veía un poco esa distorsión en la agenda, cuando Palazzo salió pedir reducir la jornada laboral. A un pibe que labura en Pedidos Ya o en Rappi, eso no le significa absolutamente nada, porque laburan tres días 12 horas, y otros tres días los usa para dar clases de zumba en un gimnasio o en una plaza. Lo que esos pibes quieren es laburar cada vez más porque no tienen un mango. Entonces: ¿a quién le hablás con esa agenda, a quién le habla el gobierno? A un sector hipersindicalizado, muy chico, donde hay espalda para reducir las horas. En el caso de Palazzo, los bancos privados por ahí pueden reducir las horas. Pero es un hecho que no representa a la mayoría de la sociedad.
APU: Por ejemplo, un sector del propio gobierno cuestiona la minería, que podría significar dólares.
LC: A eso voy. O la agenda educativa. Toyota llama a gente y no encuentra chicos que hayan terminado el secundario o que tengan conocimientos de técnica mecánica mínimos. Hay problemas que no son de derecha o de izquierda, hay que resolverlos. Por eso digo, me parece que hay en este nuevo formato de peronismo progresista una incapacidad para abordar estos temas. Y esos temas están y la gente quiere saber qué se hacen con esos temas, no es que dice “si no lo tocás no me importa”. Dicen “yo no tengo laburo, o mi hijo no tiene laburo, o tiene laburo con determinadas características, mi hijo trabajó un año y le pagaron una indemnización que no la cobró porque se fue a juicio”. Hay mil cosas que hay que discutir. Hablamos de reforma laboral y educativa, también está el debate sobre la situación previsional. Algo hay que hacer también ahí, porque cada vez hay más desigualdad al interior de ese esquema, y además está la cuestión de cómo se financia. Por último, está la reforma tributaria. No puede ser que se pague impuestos al municipio, a la provincia, a la Nación. Hay algo que ya no se sostiene. Después está la inflación, que es un tema que prácticamente estuvo ausente en el discurso de campaña del gobierno. La gente estaba esperando una respuesta del gobierno en un tema central. Todo eso va armando una situación donde en definitiva ¿qué va a pasar en Argentina? Como todos estos temas se patean para adelante, y no se resuelven, yo creo que lo que va a haber es una habilitación muy fuerte de la discusión de todos estos temas por derecha.
APU: El gobierno, con Martín Guzmán a la cabeza, lleva adelante un plan de estabilización que tal vez le permita crecer tres años consecutivos, con impacto en los indicadores sociales y económicos. ¿No lo ves viable?
LC: Para mi no alcanza con un plan de estabilización, más o menos gradual, tipo el Plan Austral de Alfonsín. Mucha gente conocida, peronista, discrepa con esto que señalo. Puede haber crecimiento pero venimos de tantos años de problemas que no se va a traducir en una etapa de bienestar. Insisto con otra cosa: para mi hay que ir a unas reformas más estructurales. Sentarse con los sectores de las empresas, los sindicatos, y avanzar en cuestiones de fondo, porque ya no hay mucho margen, podés ir a una situación de inflación muy alta.
APU: Señalaba antes las contradicciones sobre minería, porque ahí hay un sector que podría generar muchos dólares vía exportación, como pasa en Chile o Perú, que exportan varias veces más que Argentina.
LC: Una discusión plausible para el sistema político argentino es: ¿Por dónde queremos salir macroeconómicamente? Es muy importante que nos pongamos de acuerdo que es por la vía de las exportaciones. Pero para eso hay que armar algo, no va a salir sólo. Tenemos que definir qué vamos a exportar, a dónde, cómo, para que empiecen a entrar los dólares que te permitan financiar todo esto que hoy no se puede financiar, por ejemplo, para crear más empleo. Pero hay que sentarse con los que exportan, porque no va a exportar el Estado. Ahora parece que el Estado va a ser todo...
APU: En una charla anterior hablabas sobre la falta de un peronismo de sector privado.
LC: En el veto de la clase media, y de mucha clase media empobrecida, hay un pedido a la política de que hagan más macro. “Definamos un proyecto capitalista para Argentina, con las características que vos quieras”. Para eso es necesaria una expansión del mercado productivo privado, que es el que puede generar empleo y riqueza. Que el Estado marque reglas e intervenga en la medida de potenciar a ese mercado privado. Y que el Estado se ocupe de los temas que se tiene que ocupar, que viene absolutamente rezagado. La acción social ¿qué se va a hacer?, la educación ¿qué se va a hacer?, la inseguridad ¿qué se va a hacer? Son todos temas que siguen estando latentes. El Estado tiene que plantear un punto de partida a los actores económicos. Porque hoy si me decís qué sector es hegemónico y está dictando las reglas del mercado privado te digo que ninguno, porque están todos viendo qué pasa. En la época de Alfonsín se hablaba de los capitanes de la industria. Hoy no, están cada uno por su lado. Los servicios por un lado, Techint metiéndose en Estados Unidos y Brasil porque acá no pasa naranja, Mercado Libre se va a Brasil... O sea, no hay uno que diga “bueno muchachos queremos esto”. Ni siquiera están presionando políticamente. Está todo desmembrado y eso lo tiene que ordenar la política. La política tiene que ordenar el rumbo macroeconómico de la Argentina y sentarse con los empresarios: “muchachos, ¿para dónde vamos a ir, vos qué podés ofrecer, qué te podemos dar, dónde te podemos incentivar?”.