¿Qué es la “infocracia” según Byung-Chul Han?
¿Qué es la "infocracia"? ¿Cómo altera la vida democrática? ¿Cómo se pierde el discurso político en la inmediatez y los efectos teatrales? En su libro denominado “Infocracia: La digitalización y la crisis de la democracia” del filósofo coreano Byung-Chul Han, se inicia con la descripción del Régimen de la información. Lo diferencia al régimen disciplinario que describió Foucault en la década del 70´ del capitalismo industrial: cuerpos dóciles, sometidos como máquinas de producción, que son portadores de energías, convertidos en ´ganado laboral´. Ahora, en cambio, el capitalismo de la información se basa en la comunicación y las redes, el sujeto se cree libre y auténtico, hasta creativo. “Se produce y se realiza a sí mismo”, señala el autor.
En este sistema la vigilancia no necesita del panóptico (espacio de vigilancia sin ser detectado). Se vigila a través de los datos. Su interés no está en el cuerpo, la biopolítica de Foucault. Ya no. Ahora se apodera de la psique (psicopolítica). “La tecnología de la información digital hace de la comunicación un medio de vigilancia”, sostiene el filósofo coreano. A mayor cantidad de datos generados, más intensa es la comunicación y más eficaz la vigilancia.
En este régimen las personas no se sienten vigiladas, como el obrero en el baño de la fábrica de Tiempos Modernos de Chaplin. Ahora se sienten libres, esa sensación de libertad es la que asegura la dominación. Y la verdad es constatada: ¿qué sujeto hoy usa su celular y se siente vigilado? “La dominación se consuma en el momento en que la libertad y la vigilancia se aúnan”, detalla el autor.
La consigna es “todo debe presentarse como información”. Es la regla de esta sociedad de la información y transparencia. No son las personas las que gozan de la libertad, sino la información que circula. “La prisión digital es transparente”, subraya Han.
Según el ensayista surcoreano el sistema explota la libertad en lugar de suprimirla y controlando nuestra voluntad en el plano inconsciente: “Los medios de comunicación son como una Iglesia: el like es el amén. Compartir es la comunión. El consumo es la redención. El consumo y la identidad se aúnan. La propia identidad deviene en una mercancía”.
La pantalla táctil inteligente permite que todo sea consumible, la ilusión de la libertad reposa en la yema de los dedos. En este régimen de la información, libre no significa actuar, sino hacer click, like y postear. “No es la propaganda de los medios de masas, sino la información, la que asegura el dominio”. El frenesí comunicativo e informativo altera nuestra percepción de la realidad. Nos aturde y se ha apoderado del ámbito político, provocando distorsiones masivas y como consecuencia, la democracia está degenerando en "infocracia".
En este mismo sentido, Han señala que hay un cortoplacismo de la información que no favorece la vida democrática. No puede surgir un discurso político, no es compatible con la aceleración de la comunicación fragmentada. Es una coerción ese aceleramiento que nos priva de racionalidad. Lo que prevalece es una información con mayor potencial de excitación. Por ello las fake news concitan tanta atención, más que los propios hechos. Un solo tuit de noticia falsa o un fragmento descontextualizado es más efectivo que un buen argumento.
La psicometría es un procedimiento basado en datos para conocer el perfil de personalidad, es decir con suficientes datos se puede calcular con precisión la personalidad del usuario y es ideal para el marketing político. Es superior en calidad al aplicado en la década del 90´ cuando el código postal de tu vivienda demostraba tus gustos y tus consumos.
Los fake news y las teorías conspirativas van indicando el estado de la democracia, donde la verdad y la veracidad no importan. La guerra de los memes indica que la comunicación digital favorece lo virtual sobre lo textual. Las noticias falsas son también información.
De esta manera, Han concluye que “el intento de combatir la infodemia con la verdad está, pues, condenada al fracaso. Es resistente a la verdad”.
En este marco, la infodemia atacó a nuestra democracia. También han sufrido Brasil, Colombia, Ecuador y otras naciones en los últimos tiempos. La región ha sido víctima de los monopolios de la información, las élites empresariales y ciertos estamentos de la justicia. “Hoy las guerras de información se libran con todos los medios técnicos y psicológicos imaginables. En Estados Unidos y Canadá, los votantes son llamados por robots e inundados con noticias falsas. Ejércitos de troles intervienen en las campañas electorales difundiendo en forma deliberada noticias falsas y teorías conspirativas. Difunden fake news, difamaciones y comentarios cargados de odio. Los ciudadanos son sustituidos por robots. Generan voces masivas con un coste marginal cero que infunden determinados sentimientos. Es así como distorsionan masivamente los debates políticos”, detalla el filosofo coreano.