Sergio Federovisky: "Cualquier modificación a favor del ambiente tiene que ser con la gente adentro"
AGENCIA PACO URONDO dialogó con Sergio Federovisky, biólogo y viceministro nacional de Ambiente, sobre los debates en torno al desarrollo y el cuidado ambiental. "No podemos pensar que la discusión es minería sí o minería no. La discusión es ¿qué minería y hasta cuándo? La discusión tampoco es combustibles fósiles ¿si o no? La discusión es combustibles fósiles ¿cuánto extraemos? ¿cuántos guardamos en stock? ¿cuánto nos sostiene el precio? ¿cuánto subsidio vamos migrando de un modelo de generación energética a otro?", describió.
Agencia Paco Urondo: En la entrevista vamos a dialogar sobre las discusiones que existen en torno al desarrollo y el ambiente, en un contexto de cambio climático o de restricciones ambientales muy graves a nivel planetario. Antes de empezar: ¿Cuán grave es la situación?
Sergio Federovisky: Vamos por partes. Claramente, las restricciones ambientales hoy son más que evidentes y no es simplemente una cuestión teórica sino que ya empiezan a imponerse en la agenda económica cotidiana. Los costos que impone el deterioro y la crisis ambiental, son costos reales, que empiezan a ser mucho más gravosos que tener políticas de transición ecológica que prevengan daños mayores. Voy a citar a alguien insospechado de ser ni siquiera progresista, que es Nicholas Stern, economista del Banco Mundial y asesor de Gordon Brown en el gobierno del Reino Unido, quien en un estudio económico señaló que la transición o la migración hacia una economía mundial basada en las energías renovables tenía un costo de aproximádamente 2% del PBI mundial. Y en cambio, el mismo estudio demostraba, que el daño provocado por mantener la economía actual, basada en combustibles fósiles, iba a provocar una caída del producto bruto mundial del orden del 20%, que es insostenible para el planeta. Y estoy hablando sólo de economía. El problema que tenemos, en términos conceptuales, cuando discutimos ambiente y desarrollo, es que el desarrollo es concebido en esa presunta dicotomía como una modalidad propia del siglo XX y no como una modalidad del siglo XXI. Cuando se habla de ambiente versus desarrollo, ese desarrollo es sinónimo del que nos llevó al deterioro ambiental actual. Es decir, el desarrollo concebido después de la Segunda Guerra Mundial, con un costo ecológico imposible de evitar. Y eso es falso, porque no necesariamente ni obligatoriamente, el desarrollo económico tiene que tener la matriz conceptual del siglo XX que, insisto, es la del daño ambiental como daño colateral inevitable.
APU: ¿Y entonces?
S.F.: Entonces no hay que discutir cómo hacemos para desarrollarnos con el mismo método que utilizaron los países hoy desarrollados. Lo que tenemos que discutir es cómo se redistribuye la riqueza en el planeta, de tal manera que los países en desarrollo puedan crecer sin hipotecar lo poco que queda o sin poner al planeta directamente en una situación ambientalmente insostenible. Ese es el punto. No es imitar un modelo del siglo XX sino desarrollar un modelo de crecimiento del siglo XXI.
APU: Las posibilidades de Argentina, un país periférico, de intervenir sobre esa discusión global son mínimas. En cambio, sí tiene más margen para definir sus propias estrategias de desarrollo.
S.F.: Estoy de acuerdo con lo que usted dice: no tenemos una voz lo suficientemente potente como para incidir en ese cambio a escala global, pero sí tenemos la potestad de hacerlo fronteras adentro. Y en cambio, mayoritariamente, no excluyentemente, pero sí mayoritariamente el planteo que yo escucho, es que el tipo de desarrollo que tiene que tener la Argentina es el mismo que se planteaba en la década del 50 del siglo pasado. Sobre la base de una economía primarizada, extractivista, con base en los combustibles fósiles, etc.
APU: Pero esa reconfiguración global cómo impactará en el crecimiento o el desarrollo de los países periféricos, con problemas ambientales y sociales muy graves.
S.F.: Evaluémoslo ¿cuál sería el problema? Lo que estoy diciendo es que hay una tentación intelectual a suponer que no hay otro modo de hacer las cosas que aquel que se utilizó hasta acá. Y eso es falso en cualquier ámbito. No solamente, en lo que hace a la discusión de ambiente y desarrollo.
APU: Pero la alternativa, ¿cuál es?
S.F.: Desde el punto de vista científico, no existen las alternativas pre. Las alternativas se crean, se buscan. Cuando se pasó del feudalismo al capitalismo, no estaba el capitalismo escrito, se encontró. Quiero decir, tampoco es que se encontró de casualidad... se fue armando un camino en determinada dirección. Lo que necesitamos es armar un camino en una dirección que sea diferente a la actual. Porque la actual está demostrado que es fallida, es más, es fallida incluso para el capitalismo. Vuelvo a citar a Nicholas Stern, que dijo que el cambio climático es el fracaso más estridente del mercado en la historia del capitalismo. Es más, el capitalismo que está basado en la reproducción del lucro sobre una base material, ha puesto en riesgo serio de supervivencia a su propia base material, que es el planeta y los recursos naturales. Entonces tampoco el capitalismo es exitoso en ese punto. ¿Quiere decir que está escrita la alternativa? No, no está escrita pero hay que buscarla. Yo al menos, me siento con la obligación ética de buscarla. Y la ética es un elemento central en esta historia ¿vamos a reproducir un esquema antiético en el sentido que genera eventualmente progreso pero destruye la base material sobre la que vivimos? Es suicida.
APU: Usted habla de una búsqueda de alternativas. Mientras tanto, el país tiene que buscar cómo se desarrolla en el mundo actual. Y debe hacerlo sobre una realidad de 50% de pobres. ¿Hay como dos velocidades para pensar el tema, una estrategia más de mediano plazo y global y una agenda más inmediata?
S.F.: Argentina está entre los países más afectados por las consecuencias del cambio climático ¿vamos a hacer como que no? O vamos a desarrollar una economía o un modelo de crecimiento, fronteras adentro, que permita afrontar esa situación con algún grado de posibilidad de éxito. Yo no estoy diciendo que Argentina entregue sus recursos o no los explote.
APU: ¿En esa transición entre “velocidades” qué rol cumplen la explotación petrolera o minera? ¿En esa transición se va a necesitar más o menos minerales?
S.F.: Pregunto por qué tenemos que ser absolutistas en esto. Yo no soy absolutista. Creo que la transición, justamente por definición, contiene matices y contiene gradientes. No podemos pensar que la discusión es minería sí o minería no. La discusión es ¿qué minería y hasta cuándo? La discusión tampoco es combustibles fósiles ¿si o no? La discusión es combustibles fósiles ¿cuánto extraemos? ¿cuántos guardamos en stock? ¿cuánto nos sostiene el precio? ¿cuánto subsidio vamos migrando de un modelo de generación energética a otro? Porque hoy los combustibles fósiles están infinitamente más subsidiados, aproximadamente unas diez veces más en promedio, que las energías renovables. Todo eso hay que discutir. A mí lo que me preocupa es el reduccionismo de cuando se dice “ah, vos entonces lo que querés es que no haya más esto o no haya más lo otro”. No, yo lo que quiero es un proceso de transición y los procesos de transición tienen que ser direccionados en determinado sentido. No son sólo enunciados.
APU: Tal cual, porque después están las posibilidades reales de un país como Argentina.
S.F.: Por supuesto, y hay que hacerlo dentro de las posibilidades reales. En las posibilidades reales de la Argentina, hay un potencial en materia de generación de energías renovables que no tienen otros países y lo estamos desaprovechando. Entonces, ahí hay un error claramente. Porque justamente es un potencial que tenemos. Uruguay, desarrolla la energía eólica porque tiene el potencial y porque tiene ausencia de combustibles fósiles. Entonces les resulta más fácil. Como nosotros tenemos combustibles fósiles en un stock importante nos damos el lujo de despilfarrar un potencial como las energías renovables: me parece que es un error.
APU: Lo llevo a una agenda ambiental más local, que no suele estar en muchos planteos ambientalistas maximalistas. Por ejemplo: ¿Cuál es la situación hoy de la Cuenca Matanza - Riachuelo?
S.F.: Esta es una conversación que estamos teniendo con un fuerte perfil económico y de desarrollo económico: el Riachuelo, la costa del Río de La Plata y muchos otros ejemplos en el mismo sentido, lo que están confirmando es que Argentina tiene un modelo, como muchos otros países en desarrollo, de externalización de costos por parte de los sectores económicos concentrados. Y esa es una discusión que tenemos que dar, porque toda transición ecológica y toda recuperación ambiental, va a tener un costo y alguien la va a tener que pagar. El problema es que hoy la está pagando la sociedad en su conjunto, con la decadencia y la destrucción ambiental. Y esa también es una discusión que tenemos que dar: ¿Por qué la costa del Río de La Plata está contaminada y en lugar de generar condiciones para aproximar a la sociedad a esa costa, y que haya intencionalidad y necesidad de descontaminarla, lo que tenemos es el subsidio implícito a todos aquellos que descargan ilegalmente sus afluentes industriales en el Río de La Plata o en el Riachuelo, que es lo mismo? Y además, la facilidad de la especulación inmobiliaria a favor de quienes van a utilizar el Río de La Plata como un paisaje en un piso 30 de una torre en Puerto Madero o Punta Carrasco. Esa es una discusión que también hay que dar. El Río de La Plata o el Riachuelo no están contaminados porque hay gente mala, o por un designio histórico o divino, están contaminados porque hay una política que lleva más de 100 años en Argentina, casi diría 150 años, de externalización de costos ambientales que podía tener alguna justificación 150 años atrás, en la carencia de tecnologías adecuadas, pero hoy claramente no lo tiene.
APU: Además del Riachuelo, ¿cuál es para usted el principal problema ambiental en Argentina?
S.F.: Para mí, la basura. Es una agenda de lo insostenible desde el punto de vista económico, cultural, ético y social. Hay quienes dicen, y hasta está escrito por muchos autores progresistas, que lo ambiental es una especie de lujo o elemento suntuario de lo cual hay que ocuparse una vez que se hayan resuelto los problemas básicos de una sociedad. De una sociedad que tiene 45% de pobreza. ¿Y la basura cómo la explicamos en ese contexto? Porque es la marginalidad más absoluta, es condenar a la sociedad a la contaminación y lo peor de todo es que los basurales a cielo abierto en Argentina no son mayoritariamente ilegales, clandestinos u ocultos. No, son el modo en que los municipios tratan su basura, metiéndola en un pozo y prendiéndola fuego. Y eso no tiene justificativo, ni tecnológico, ni económico, ni ético.
APU: Pero justamente el problema ahí no es que la falta de desarrollo termina en un Estado muy precario, desde sus recursos y capacidades, incapaz de pensar y resolver problemas así.
S.F.: No me resigno a pensar que la Argentina, que no es un país del primer mundo pero tampoco está en el lote de los últimos diez países del planeta, no tenga los recursos simplemente para tratar los residuos de una manera menos medieval.
APU: Es un Estado que no pudo o no puede mantener un IFE (un ingreso casi elemental) en un contexto de pandemia
S.F.: Yo voy a dar una ejemplo de mi gestión, perdón la autorreferencia. Nosotros recibimos en el Ministerio de Ambiente, en mi área en particular, un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo, que había sido gestionado en el año 2014 por 150 millones de dólares para el tratamiento de los residuos sólidos urbanos, para generar estas condiciones de plantas de tratamiento y rellenos sanitarios. El gobierno de Mauricio Macri, el mismo gobierno que se endeudó por 44 mil millones de dólares con el FMI, solamente ejecutó el 18% de ese préstamo a lo largo de cuatro años. Cuando nosotros llegamos acá ese préstamo estaba caído, lo levantamos y en solamente un año y medio comprometimos la ejecución de la totalidad de lo que quedaba de ese préstamo, es decir, 110 millones de dólares. ¿Por qué no se puede? ¿Quién dijo que no se puede?
APU: Marcando las claras diferencias entre los dos modos de gestión. ¿Con esos 110 millones de dólares qué se pudo hacer?
S.F.: Estamos en este momento construyendo ocho plantas de tratamiento en Concordia, Formosa, Chascomús, Quilmes, Moreno, Villa María, Mendoza y Luján. Nosotros estamos pidiéndole al BID 350 millones de dólares más. Con lo cual, vamos a tener en marcha calculamos de acá al 2023, si se otorga ese segundo tramo, aproximadamente 20 proyectos más. Estamos hablando de 28 proyectos en todo el país, es decir, ya se está cubriendo prácticamente todas las capitales de provincias y buena parte de las ciudades medianas de Argentina. Para mí con mil millones de dólares, que es una inversión sumamente razonable para Argentina, a lo largo de cinco años, se tiene que encaminar el tema de los residuos para poner en marcha un tratamiento lógico.
APU: Otra problemática que mencionan muchos especialistas tiene que ver con la quema de cables para extraer cobre y lo que produce esa quema en la gente, por la contaminación con plomo.
S.F.: Sí, es una buena parte de la quema en los basurales a cielo abierto.
APU: ¿Es una problemática generalizada?
S.F.: Es generalizada, en tanto y en cuánto, hay basurales a cielo abierto, que insisto, funcionan en ciudades cuyos intendentes proclaman la separación en origen y le reclaman a la ciudadanía que separen la basura en su casa y después van a un terreno a 10 km del casco urbano y tiran la basura en un pozo. Yo desafiaría a cualquiera que vaya a conocer el basural de Luján, 50 años tirando basura en el mismo lugar. Tienen montañas, hay trabajo infantil, hay exclavitud. Después de 50 años de existencia de ese basural, se inauguró un baño en ese lugar. Estamos hablando de lo más oscuro de la sociedad, que funciona de modo formal. No nos podemos permitir eso.
APU: En ese sentido lo llevo a lo primero que discutíamos. Usted me decía, a veces las discusiones sobre desarrollo no tienen en cuenta lo ambiental y eso no puede ser. Pero por otro lado, muchas veces los planteos ambientalistas dan cuenta de cuestiones globales o sistémicas pero no trabajan sobre estas agendas locales.
S.F.: Te pediría que esas preguntas se la hagas a ellos porque yo sí me ocupo de esas cosas y en todo caso es lo único que puedo decir al respecto…
APU: Pero como observador de un debate que usted conoce: ¿No cree que las agendas están un poco distorsionadas a veces?
S.F.: De los dos lados, sin dudas. Del lado de los que dicen que los que hacen un planteo ecológico extremo son ambientalistas bobos y que quieren volver a las cavernas. Y también del lado de quienes no están considerando la necesidad de una transición que contemple un progreso económico que tenga, por ejemplo, resultados como los que acabo de decir, de poner en lo peor de la historia al basural de Luján.
APU: ¿Cómo ve que estos debates se dan al interior del propio gobierno?
S.F.: De la misma manera que se dan en la sociedad, pero dentro de un gobierno que tiene la cualidad, creo yo, de haber instalado fuertemente el tema ambiental en la agenda. Aún con dificultades, tensiones y contradicciones, no lo niego. Además, es un gobierno que se define como progresista, en el sentido de contemplar que cualquier modificación a favor del ambiente tiene que ser con la gente adentro. Y en ese contexto, creo que se da la tensión, no me parece mal que haya miradas distintas siempre que estén dentro de una misma senda. Yo no tengo dudas que están dentro de la misma senda las miradas más productivistas y las miradas más ambientalistas. Pero están todas dentro de un mismo criterio: que este país tiene que tener inclusión social por sobre todas las cosas.