"Si no se mejoran los ingresos populares puede haber un estallido social, y ahí no hay acuerdo con el FMI que valga"
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO dialogó con el economista Manuel Cruz (en Twitter: @ManuelMCruz2) sobre diferentes encrucijadas que enfrenta la Argentina a partir de una situación grave de falta de dólares. ¿Cómo se hace para crecer sin divisas? ¿Qué pasa con el consumo y los ingresos de las mayorías populares? ¿Se puede aumentar el gasto sin impactar sobre la cuestión cambiaria? Además, Cruz reflexionó sobre un debate que vuelve una y otra vez: ¿Si necesitamos exportar más, por qué no desarrollamos la industria minera? "Donde hay desarrollo minero, no hay resistencia contra la minería. La resistencia suele venir de las regiones en donde no se la desarrolla. Sobre todo, donde hay una economía que se basa en turismo. Esquel, Puerto Madryn y bueno... también desde la Ciudad de Buenos Aires, que no debería tener mucho que decir, pero son muy ruidosos al respecto...", ironizó.
Agencia Paco Urondo: ¿Cuál es el diagnóstico que hace de la economía argentina? ¿Cuán grave es la situación?
Manuel Cruz: La situación económica de Argentina, como no se le escapa a prácticamente ningún colega, es muy grave. El país tuvo un proceso de crecimiento bastante acelerado, desde la asunción de Néstor Kirchner en 2003 hasta el 2011. Si uno analiza el crecimiento del PBI per cápita creció en ese período sin problemas. Sin embargo, desde el 2011 en adelante esa situación se revirtió y aparecieron problemas referidos a la tenencia de moneda extranjera. Lo que se llama restricción externa. Si uno ve del 2011 en adelante, el PBI se estanca.
En 2016, con el nuevo gobierno, hubo una dinámica de desmantelamiento de las medidas macroprudenciales del período 2011-2015. Se desmantela el cepo, se liberaliza la entrada y salida de capitales, inclusive se libera mucho más la cuenta capital que Chile, que exige un tiempo de permanencia a los capitales. Además, comenzó un proceso de toma de deuda en dólares, fuente del principal problema que Argentina viene teniendo desde la década del 70’ hasta hoy. A una economía a la que ya le faltaban, el gobierno de Macri le agregó una presión muchísimo más fuerte para obtenerlos dado que se agregan el pago de deuda a corto plazo, recalco, en dólares. Es más útil observar la ratio de deuda en moneda extranjera a corto plazo respecto a exportaciones que en términos de PBI.
En definitiva, sin entrar en consideraciones financieras, el grave problema que Argentina tiene es cómo incrementar las exportaciones para obtener las divisas que necesita, sea para pagar la deuda contraída durante el macrismo, para costear las importaciones de bienes terminados destinados al consumo o los bienes de capital para mejorar la productividad y aumentar la inversión. Concluyendo, si no se aumentan las exportaciones y sustituyen importaciones, no se van a poder resolver los problemas de largo plazo que tiene la economía argentina.
APU: Esta discusión o estos problemas que observa. ¿Cuánto impactan o cuánto se relacionan con la negociación con el Fondo Monetario? ¿Por qué cree que se retrasa tanto ese acuerdo? ¿Le parece importante ese acuerdo?
MC: Acá entra la cuestión financiera. La negociación con el Fondo Monetario no se puede estirar porque estamos hablando de una cuestión que atañe al corto y al largo plazo. No hay que desatender esa negociación, que es muy importante, pero no por ello me parece menos prioritario mejorar el ingreso de los sectores populares que, de no hacerse, puede generar un estallido social y una ruptura de la estructura política. Y ahí estaríamos en el peor de los mundos, con acuerdo con el FMI o sin él...
Dólares y pesos
APU: Argentina tiene un problema de restricción externa. Básicamente, le faltan dólares, sea para financiar importaciones y crecer, y ahora, también para pagar deuda externa. Ante ese escenario, hay que exportar más. Sin embargo, la dinámica actual de exportación no se va a modificar de un año para el otro. ¿Qué hay que hacer en el mientras tanto?
MC: Es como decís. Yo creo que Argentina sí tiene una posibilidad muy clara de conseguir los dólares que necesita. El tema es que toda inversión no es inmediata. Desarrollar un proceso productivo, la inversión en bienes de capital, aún si empezáramos hoy mismo, estaría arrancando a funcionar dentro de dos o tres años. Y tenemos que solucionar la cuestión dentro de un año. En ese sentido, hay que tener mucho cuidado con la cantidad de dólares que tenemos, no podemos rifar nada. Cualquier política que se haga debe contener esa variable macroeconómica. Porque si el Banco Central se queda sin divisas podemos llegar a terminar en una devaluación sin fin y una hiperinflación.
APU: ¿Es un callejón sin salida?
MC: El mayor problema social hoy es el 80% de la población de menores ingresos. Con la situación de la pandemia, tenemos un nivel de desempleo que según el INDEC está en torno al 10%, lo que no considera trabajos precarios o la gente que ha dejado de buscarlo. La actividad económica está empezando a despuntar pero los grandes sectores que demandan mucha mano de obra, como el sector de gastronomía, hotelería, turismo, están totalmente paralizadas o están paralizadas en un grado importante.
La pregunta es difícil porque requiere de un análisis muy claro de cuánto tenemos en divisas y cuánto de lo que se consume requiere divisas. Me parece que hay margen para aumentar ingresos en sectores populares que pueden permitir aumentar el consumo sin impactar gravemente en las reservas. Hay que focalizarse en incrementar el poder adquisitivo de las clases populares. El problema más importante que tiene el gobierno, creo, es el de moderar el consumo de las clases medias y altas, y evitar que el ahorro en esos sectores se dolarice. Por ejemplo, ya se ha discutido que hay que trabajar sobre tarifas diferenciadas que permitan dejar de subsidiar a sectores medios y altos. Por el lado financiero, tal vez haya que elevar la tasa de interés mientras se crean líneas con créditos blandos al sector productivo. No es fácil de resolver, pero alguna vez habrá que empezar a hacerlo.
APU: Una parte es la discusión sobre la restricción externa y la otra tiene que ver con las cuentas públicas. Argentina tiene un déficit fiscal muy elevado en términos históricos. Pareciera que el ministro Guzmán busca reducir fuertemente ese déficit. ¿Cuán grave es la situación en ese aspecto?
MC: Primero hay una cuestión que parece una verdad de Perogrullo, pero no logra entenderse: el gasto de un sector es el ingreso de otro sector. El superávit fiscal es cuando el Estado gasta menos de lo que recibe de impuestos. O sea, gasta 80 y recibe 100. ¿Y del otro lado del mostrador? ¿quién está recibiendo 80 de gasto y está pagando 100 de impuestos? Las familias y las empresas. Pensemos en una empresa o trabajador que recibe 80 del Estado, mediante salarios u obra pública. Por otro lado, el Estado, mediante IVA, impuestos a las ganancias, termina cobrando impuestos lo que, en el agregado, implican una devolución al Estado por 100. En este caso, el sector privado tiene un déficit de 20 y el público terminaría teniendo un superávit de 20.
Explicado eso, para poder decir que el déficit primario es elevado, deberíamos estar viendo que hay presión para contratar personal y no hay gente desempleada. Que las fábricas no tienen capacidad de producción para producir ni un tornillo o una botella más. Y este no es el caso para nada.
Ahora bien, el problema no es el déficit fiscal, sino en qué y cómo lo gastan quienes lo reciben. Para atacar ese problema, el Tesoro no se encuentra en soledad. Creo que la política del Banco Central es muy importante para captar y retener capitales, nacionales y del exterior, por un lado, y del plan del Estado para reactivar sectores de manera coordinada con el sector empresario, ya que una economía en la que no se crece, si bien en el corto plazo se puede estabilizar la demanda de dólares mediante una caída en las importaciones, en el mediano plazo difícilmente se logre ese cometido. Lo que veo es que se arriesga causar destrucción de capacidad instalada y dada la natural búsqueda de rentabilidad del capital, éste va a buscar salir del país, generando un ciclo vicioso en el que nos encontraremos donde empezamos.
APU: ¿Por qué cuándo hay una situación de déficit fiscal, el sector privado, a través de sus voceros, los grandes medios de comunicación, son tan críticos de ese déficit fiscal? Porque uno diría, si lo sigo en su razonamiento, que cuando hay déficit fiscal, hay superávit en el sector privado.
MC: En otras palabras, ¿por qué están en contra de políticas pro-crecimiento, siendo que el aumento del gasto lo que hace es generar un aumento de la actividad económica? Para mí, el economista polaco Michal Kalecki lo describe muy bien en un artículo de 1943, que es muy claro al respecto, sobre los aspectos políticos del pleno empleo y el crecimiento económico (ver tesis). Kalecki describe como los empresarios pueden oponerse a políticas tendientes a mejorar la economía (y sus ingresos) por una cuestión política, para evitar que mejore la posición política de los asalariados.
En una nota más local, puedo señalar cómo el mapa de la elección de 2015, dividiendo el voto por distrito parece reflejar al mapa de la inserción de las regiones en el modelo agroexportador desde 1860 a 1930. Parecen prácticamente un calco. Estamos hablando de proporción de voto, no de cantidad de población. Intuyo que hay cuestiones de naturaleza social: cuando empieza a haber un aumento generalizado de los ingresos de la población, uno encuentra, por ejemplo, que parte de la población que estaba subordinada empieza a tener mayor autonomía y libertad. Y a pesar de que todos los grupos empiezan a mejorar en términos absolutos, en términos relativos hay una pérdida de jerarquía y estatus en el grupo que no estaba subordinado. Son cuestiones de naturaleza sociológica. Como sociedad, desde los 70s venimos desmantelando las instituciones socializadoras en las que convergían personas de todas las clases, tales como el colegio y el hospital público, los sindicatos y la militancia política, los clubes de barrio e, incluso, la iglesia y la conscripción. Hasta permitimos la creación de barrios privados con la gentrificación como filosofía de vida, que son la negación de la ciudad, de la vida en común. En mi opinión, esto hace que se debilite la idea de comunidad, de empatizar con el otro, lo cual facilita segregación.
APU: Volviendo a la pregunta inicial y considerando eso que plantea: ¿Es contradictorio el cuidado de Guzmán sobre el aspecto fiscal con el objetivo de hacer crecer la economía?
MC: Hay que entender que los dos principales “aceleradores” del crecimiento económico, lo que se llama el “gasto autónomo”, son las exportaciones y el gasto público. A corto plazo, las exportaciones están dadas y dependen de la variación en el ingreso de nuestros socios comerciales, con quienes firmamos complejos acuerdos tal como hacen todos los países del planeta. Tampoco es cierto que si bajamos el precio de nuestros productos vamos a aumentar el valor de nuestras exportaciones. Quizás, podríamos aumentar exportaciones con mayor producción de “commodities” que tienen precios y demandas mundiales y pocas barreras arancelarias, como granos y materias primas. Pero esto no se puede hacer a corto plazo.
Lo que sí controlamos, y que tiene un efecto directo e inmediato sobre la actividad económica, es el gasto público. Dicho lo cual, diría que veo una incongruencia entre el objetivo de crecer, que además es condición necesaria para aumentar la complejidad y productividad de todos los sectores de la economía, y mantener el “equilibrio fiscal”.
Desviándome un poco de la idea del equilibrio fiscal, quiero agregar que el “dólar alto”, o sea, salarios bajos en dólares, no creo que vaya a tener un efecto positivo en el crecimiento, ni creo que tenga mucho en lo que apoyarse si observamos el último medio siglo de historia nacional en general, y la última década en particular. En la medida que se devalúe, vamos a observar una caída en el poder adquisitivo de los trabajadores, con un consecuente achicamiento del mercado interno vía una demanda deprimida e inflación vía un aumento en el costo de insumos y bienes de capital.
La falta de dólares que impide que crezcamos también va por el lado de la cuenta capital. Por la entrada y salida de capitales en el país. En el último año, la economía argentina decreció fuertemente. Desde diciembre del 2019 hasta hoy, el dólar oficial pasó de 60 a 100, una devaluación del 66%. Sin embargo, la presión sobre la cuenta corriente no ha cedido. Puede haber algún mejoramiento coyuntural, que tenemos en determinado mes: mayores exportaciones que importaciones. Pero si fuera ese el camino para salir de esta encerrona, tendríamos que haber visto que las reservas del Banco Central crecieran fuertemente. Y la realidad es que no. Restringir el consumo interno para cuidar los dólares que hay no va a solucionar el problema y, de momento, lo que termina pasando es que se patea la pelota para más adelante, acumulando otra clase de problemas, no sólo de económicos.
El debate que siempre vuelve: minería
APU: Decía antes que hay sectores que podrían generar dólares vía exportación. ¿De cuáles habla?
MC: A mediano plazo, lo que yo observo es lo siguiente: Argentina tiene un potencial importantísimo. De hecho, lo hablaba recientemente con alguien que trabaja en el sector minero. Le preguntaba cuánto de la cordillera está explorada, y me respondió que no creía que fuese más del 25%. Y en la parte de San Juan sólo el 8%, por ejemplo. Nosotros compartimos con Chile toda la cadena montañosa. Chile hace 150 años que desarrolla un modelo minero, incluso con una empresa pública como CODELCO en su centro que ni Pinochet privatizó. Podríamos decir que se construyó en base a eso. Con el despegue de China, el precio del cobre llegó a máximos históricos y no hay ninguna clase de limitación en las próximas décadas a la demanda de cobre, que es un metal indispensable en la industria y la electromovilidad. Nosotros, con el cierre de La Alumbrera, dejamos de producir cobre en 2018, no tenemos ninguna mina en operación. Exportamos de minería metálica alrededor de 3 mil millones de dólares. Los chilenos exportan entre 30 y 50 mil millones de dólares. Si desarrolláramos ese sector en serio, no tendríamos que eliminar ningún otro sector y creo que fácilmente se podría multiplicar por cinco la producción de minerales. Entre el 66% y 75% del valor agregado minero se utiliza para pagar salarios, impuestos, insumos, etc. En números, 3000 millones quedarían como beneficios en el exterior y con 12000 millones de dólares entrarían como flujo anual en el Banco Central, lo que podría asegurar una tasa de crecimiento robusta por varios años, generando condiciones macroeconómicas de estabilidad. No lo van a poder hacer el año que viene, pero para dentro de un lustro creo que podríamos.
APU: ¿Por qué cree que el gobierno no tiene una política clara para ese sector?
MC: Veo que hay posiciones encontradas sobre el tema en el propio gobierno. Me parece bastante preocupante esa realidad. Especialmente por la situación socio-económica en la que nos encontramos. Aunque no soy especialista en ambiente, sí puedo decir que tengo preocupación por el tema y he estado en contacto con licenciados en ambiente, ingenieros de minas. Trato de conectarme con profesionales de diversas profesiones para tener una idea más clara sobre la situación. Me parece que muchas veces hay posiciones muy marketineras contra la minería, incluso en funcionarios de primer nivel del gobierno.
APU: Algo que no suele recordarse mucho es que es Santa Cruz, gobernada por el kirchnerismo desde fines de los 80, una provincia con mucho desarrollo minera.
MC: Hace poco hice una exposición sobre la minería en Santa Cruz (ver al final del artículo). Entrando a una base de datos de acceso público con los salarios por sector, uno ve que la minería metálica en la provincia provee salarios promedio, a diciembre del año pasado, de 200 mil pesos por mes. Como son el segundo sector con mayor formalidad de la economía, con aguinaldo y todos los derechos que le corresponde a los trabajadores. Un pibe egresado de un secundario en San Julián (Santa Cruz) directamente entra a trabajar en la mina de Cerro Vanguardia, le dan un entrenamiento de seis meses y empieza a ganar 200 mil pesos. Donde hay desarrollo minero, no hay resistencia contra la minería. La resistencia a suele venir de las regiones en donde no se la desarrolla. Sobre todo, donde hay una economía que se basa en turismo. Esquel, Puerto Madryn y bueno... también desde la Ciudad de Buenos Aires, que no debería tener mucho que decir, pero son muy ruidosos al respecto...