Uso de agroquímicos: la pregunta por su regulación
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO conversó con el ingeniero agrónomo Roberto Rabello, quien ofreció su mirada sobre el uso de agroquímicos en la producción agraria de nuestro país. El debate sobre si prohibirlos o regularlos. ¿Cómo se pueden aumentar los controles? "Imaginemos qué pasaría si los psicotrópicos que se venden en farmacias contra receta triplicada archivada, se hubieran vendido siempre libremente en cualquier comercio: la gente no admitiría tener que ir obligatoriamente al médico y después a una farmacia habilitada para conseguir uno. Un agroquímico tiene el potencial de arruinar mucho más vidas que una medicina y el uso es mucho más complejo, sin embargo durante décadas han sido de venta libre. El productor considera que es su derecho disponer de ellos libremente y así trabaja desde hace décadas. La propaganda hace el resto", explicó.
APU: ¿Qué hay que hacer con los agroquímicos? ¿Prohibirlos, regularlos mucho más? ¿Cómo?
Roberto Rabello: Me gustaría que no se usaran, no tengo desacuerdo con la prohibición. Sin embargo, necesitamos una transición hacia la vida saludable. A la vez, si queremos un uso cuidadoso y eficiente de los recursos en general, los impuestos tienen que caer sobre insumos y recursos y no sobre la producción, ventas o exportaciones. Y en los casos de insumos que ponen en peligro la salud o el ambiente, deben ser más altos porque originan costos de investigación y prevención, y muchas veces -lamentablemente- de reparación o curación (como también personas incapacitadas y muertas). Por eso me parece urgente crear un impuesto sobre los agroquímicos, más que proporcional a su grado de toxicidad, y lo suficientemente alto como para poder -sin desfinanciar al Estado- eliminar retenciones a las exportaciones y todo otro impuesto al sector agropecuario. De este modo, la producción orgánica y agro-ecológica quedarán libres de impuestos, con lo que estas actividades se extenderán e intensificarán, compensando la baja de rendimiento causada por el menor uso de agroquímicos tóxicos. La rentabilidad para el productor será mayor y más estable; la salud pública mejorará y costará menos; y los alimentos argentinos cotizarán mejor en mercados externos.
APU: Hasta hoy, hay experiencias agroecológicas en campos de trigo y de superficie media (500 hectáreas). ¿Existen experiencias en maíz o soja y en grandes extensiones?
RR: El concepto agro-ecología se puede aplicar a cualquier cultivo y en cualquier escala. Básicamente se trata de mejorar el suelo para lograr cultivos sanos, que puedan competir con malezas y defenderse de plagas. El INTA de Pergamino (provincia de Buenos Aires) y otras agencias experimentales tienen bastante experiencia en distintos cultivos. Por ejemplo, hay manejo agroecológico de cultivos extensivos a campo (trigo, maíz, soja, moha), en rotación con cultivos de cobertura (triticale, vicia) y pasturas base alfalfa. En el portal de INTA, por ejemplo, hay mucha información al respecto y no son las únicas experiencias extitosas.
APU: Según su planteo, en el país se adoptó un paquete tecnológico moderno pero no los resguardos que conlleva. ¿Puede desarrollar esa idea?
RR: Es sabido que los biocidas son perjudiciales para la salud si no se respetan las buenas prácticas agrícolas. Estas son complejas y el productor no las conoce. Para saber qué producto aplicar, cuánto, cuándo y cómo hacerlo, no alcanza con llamar al profesional ante presencia de una plaga. El lote debe estar siendo monitoreado por un ingeniero agrónomo durante todo el ciclo del cultivo (contando poblaciones de malezas, insectos plaga e insectos benéficos; observando el estado general del cultivo y cualquier sintomatología). También requiere supervisión profesional la máquina pulverizadora, las condiciones climáticas durante la aplicación, etc. Esto prácticamente no ocurre en la actualidad. El productor compra y usa lo que quiere, sin monitoreo de plagas ni conocimiento acabado de las normas de aplicación, y con maquinaria obsoleta. El resultado es que la lluvia y las napas tienen más residuos de agroquímicos que en otros países pero los rendimientos de los cultivos son más bajos y los suelos se deterioran más. El alto endeudamiento del sector es otro síntoma del desequilibrio. El sistema no es rentable.
APU: Hoy, los productores agropecuarios mezclan diferentes agroquímicos de una forma que nadie sabe cómo se hace. ¿Cómo podría hacerse más eficiente y menos contaminante? ¿Qué es la receta agronómica?
RR: Las mezclas producen efectos sinérgicos y otros tipos de interacción química que muchas veces potencian la toxicidad de los productos haciendo más peligrosas sus derivas y los residuos en alimentos. No están bien estudiados porque hay infinidad de combinaciones posibles. Es más, los efectos crónicos, que se producen por acumulación a largo plazo, están muy poco estudiados incluso para productos puros. Sólo conocemos la dosis letal aguda, pero lo que está causando estragos es la toxicidad crónica. Lo observamos sobre todo en mapas epidemiológicos de pueblos fumigados: en la periferia se dan con mucho mayor frecuencia que en el centro algunas enfermedades terminales, y el único factor causante es la cercanía a campos agrícolas.
La tecnología para hacer eficiente una aplicación mejora continuamente pero es muy cara. La mayoría del parque de maquinaria es obsoleto y esto incluye a las pulverizadoras.
Por su parte, la receta agronómica es el documento que sintetiza la recomendación del ingeniero agrónomo. No sustituye el informe de visita, generalmente verbal y mucho más amplio, sino que lo complementa con prescripción de instrucciones precisas. En algunas provincias hay receta obligatoria para comprar y para aplicar agroquímicos, pero el cumplimiento es muy bajo.
APU: ¿Existen regulaciones sobre las fumigaciones (distancia con poblaciones, etc)?
RR: Las regulaciones son distintas en cada provincia, e incluso entre municipios. El cumplimiento también es distinto según la zona. La legislación nacional es imprecisa e incompleta; pero lo peor es que no se respeta. Lo más importante, desde el punto de vista de la agro-toxicidad en alimentos es que se respeten los tiempos de carencia: días antes de cosechar en que no se puede usar cada producto. Evidentemente no se cumplen: la mitad de las partidas de frutas y hortalizas analizadas en el Mercado Central de Buenos Aires son rechazadas por esto. Pero se analiza sólo el 1 % del total, o sea, el 49 % de la comida está envenenada por encima del standard, que ya es permisivo si contemplamos el principio precautorio y la falta de información reinante.
En cuanto a derivas en el viento, lo más importante es respetar las condiciones climáticas al momento de aplicación, la calibración de la máquina y la distancia. Por eso es muy difícil establecer distancia segura, depende más bien de la sapiencia y responsabilidad del aplicador. En distintas zonas del país se establecen diferentes distancias, más como un acuerdo social que con un criterio unificado.
APU: ¿Se cumplen?
RR: Hay regulaciones provinciales y departamentales. Se cumplen si la gente del lugar se organiza, y muchas veces tiene que recurrir a medidas de fuerza. Hay problemas de jurisdicción porque las regulaciones provinciales son insuficientes en casi todos los casos, y según algunas interpretaciones, los municipios no pueden legislar más allá de sus ejidos urbanos, que van creciendo y se entremezclan con áreas rurales.
Pienso que en zonas pobladas no se deben usar biocidas. Sin embargo los municipios se jactan de pulverizar calles con cipermetrina para combatir el mosquito vector del dengue. Está comprobado que a los pocos días la población de mosquitos es mayor de lo que hubiera sido sin aplicación del biocida, porque este afectó más a la población de enemigos naturales del mosquito que a este mismo. Pero las mayorías grita a las municipalidades "¡Qué fumiguen!" y no hay mucha conciencia del daño acumulativo, de largo plazo, que esto causa.
Por la experiencia que tengo en el sector, es muy difícil hacer cumplir este tipo de regulaciones en nuestro medio. Imaginemos qué pasaría si los psicotrópicos que se venden en farmacias contra receta triplicada archivada, se hubieran vendido siempre libremente en cualquier comercio: la gente no admitiría tener que ir obligatoriamente al médico y después a una farmacia habilitada para conseguir uno. Un agroquímico tiene el potencial de arruinar mucho más vidas que una medicina y el uso es mucho más complejo, sin embargo durante décadas han sido de venta libre. El productor considera que es su derecho disponer de ellos libremente y así trabaja desde hace décadas. La propaganda hace el resto.