Yo veo al futuro repetir el pasado
Yo veo al futuro repetir el pasado
Veo un museo de grandes novedades
Y el tiempo no para, no para
Ayer hablaba con mi amigo Martín Granosvky y me decía “deberíamos contarles a nuestros hijos no sobre la política, sino sobre lo cotidiano de cómo sobrevivir a estas crisis”. Con Martín tenemos la misma edad y recordamos el Rodrigazo en 1975, la hiper de Alfonsín que llego al 3000 % anual (¿cómo se hace para vivir de un sueldo con 200% mensual de aumento de precios?), después vino Menem. Después De la Rua y su corralito del 2001, que impedía sacar dinero de los bancos.
Situaciones de caos económicos extremos, estallidos de violencia, represión y aumento de la pobreza. Pero, la Argentina tiene esa capacidad de resucitar y empezar de nuevo como si nada hubiera pasado. Claro que no todos vuelven igual, cada crisis va empujando mas y mas argentinos bajo el nivel de pobreza.
Este domingo vamos a escuchar a Milei, prometer que hay que sufrir 6 o 12 meses para luego estar mejor. Y habrá 14 millones de argentinos que lo votaron que van confiar en su palabra y 11 millones que no lo votamos, y que quisiéramos creerle. Pero, lamentablemente lo sabemos por historia, esa fórmula del ultra-liberalismo no va a funcionar.
Y muy pronto, parte de esos 14 millones que lo votaron, también se van a dar cuenta que la receta no funciona. En este mundo liquido de la pos-modernidad, las lealtades políticas son cada vez mas volátiles. Pasa el Europa, y pasa en América. Boric a lo pocos meses de ganar perdió el plebiscito por la nueva Constitución. Preto perdió las municipales. Castillo en Perú duró seis meses.
Así que es muy probable, que la buena estrella de Milei, se diluya rápidamente, al compás del ajuste brutal que piensa implementar.
Pero, cuidado, esto no significa automáticamente que: “volvemos nosotros”.
En 2015 hubo quienes dijeron “mejor que perdió Sciolli, así en 4 años volvemos”. Pero a los cuatro años hubo que buscar a Alberto, que hasta poco antes ostentaba el mote de traidor. Luego algunos pensaron, “nos despegamos de Alberto para llegar nosotros”. Y hubo que ir a buscar a Massa que además del mote de traidor, tenía el de “pibe de la embajada”.
Bueno, parece que ya, algún dirigente muy encumbrado, largó su candidatura para el 2027. Un poco apresurado y de mal gusto cuando todavía tenemos el cuerpo molido a palos por la derrota electoral.
La historia que no aprendimos
Primero, es necesario aclarar que no es válido hacer comparaciones lineales. El plan económico de Milei, es mucho mas duro y liberal que el de Martínez de Hoz, pero eso no lleva linealmente a decir “Milei es la dictadura” . Hay una abismal diferencia en llegar por la fuerza de las armas, a llegar por 54% de los votos. Así que, primer punto, aprendamos a respetar y valorar la democracia, cuando nos favorecen los votos y cuando no nos favorecen.
Uno de los errores de nuestro espacio fue la banalización de las palabras dictadura, fascismo, terrorismo de estado. Macri fue un gran hdp, pero, al afirmar que era la dictadura, y compararlo con Videla, lo que hicimos, fue minimizar el horror que significó Videla. Videla asesinó 30 mil argentinos, discúlpenme, pero no es comparable con Macri.
Desde algunas usinas ideológicas del relato, se hizo uso y abuso de esa terminología, que de ser aplicada a tanta gente, terminó perdiendo su significado real.
No es lo mismo que se detenga a un militante, por atentar contra un edificio público, que “implementar un plan de terrorismo de estado” . Porque, si estar detenido por orden de la justicia, con abogados defensores, a la vista de todo el mundo, lo llamamos “terrorismo de estado”; no nos quejemos, cuando las nuevas generaciones, no entiendan que “terrorismo de estado” fue secuestrarte de noche, torturarte en un centro clandestino y arrojarte vivo al mar.
Lo mismo pasa con las palabra facho. Si Perón, el Papa Francisco, pasando por muchísimos dirigentes sindicales y políticos reciben a diario el mote de fachos, esa palabra termina significando nada.
No me sorprendió que en el ultimo acto de campaña de Milei en Rosario, varios miles de jóvenes allí reunidos cantaran “Massa basura vos sos la dictadura”. Y uno dirá, pero si Massa ni había nacido en 1976. Pero, la palabra dictadura ya es aplicable a cualquier cosa.
Lo mejor suele ser enemigo de lo bueno: sensaciones del 75-76
Hecha la aclaración sobre no hacer comparaciones lineales, paso a la historia. Perón decía que “hay que estudiar la historia para aprender del error ajeno, porque el error propio llega tarde y cuesta caro”. Y lamentablemente el relato unidireccional que se estableció, ayudó poco y nada a comprender los errores, mas bien llevó a repetirlos.
Este 2023, muchas veces sentí en la piel, esa fea sensación que me tocó vivir en los últimos meses del gobierno de Isabel.
1975 fue tal vez, el año de mayor violencia política que se recuerde. La tapa de los diarios contaban muertos como hoy se cuenta el precio del dólar. En junio asumió como Ministro de Economía, Celestino Rodrigo, quien aplicó un plan de ajuste violento y disparó la inflación al 180% anual. Al mes nomas, la presión de la CGT lo echó del gobierno a él, y a su mentor José López Rega. En agosto asumió Antonio Cafiero quien infructuosamente intentó enderezar la economía.
Bueno, en esos meses y días previos al golpe, era muy difícil defender al gobierno. Y los pocos que sin ser “isabelistas”, intentábamos esbozar alguna defensa en el sentido de que un gobierno rengo era mejor que un golpe militar, chocábamos con los críticos despiadados por izquierda y por derecha. La sociedad en su conjunto estaba harta de la violencia y del malestar económico.
Y finalmente cuando la bronca estaba bien madura, casi dando un paseo, los militares tomaron el poder. La oligarquía de Barrio Norte y los grandes grupos económicos, como era lógico, festejaron.
Pero la izquierda guerrillera también festejó. Montoneros tituló en su revista oficial “Cayeron los payasos de circo”. En 1977 Firmenich le dirá en un reportaje a García Marquez : “A fin de octubre de 1975, ya sabíamos que se daría el golpe dentro del año. No hicimos nada para impedirlo porque, en definitiva, también el golpe formaba parte de la lucha interna en el movimiento peronista.”
Y el jefe del ERP Roberto Santucho publicaba una exultante proclama titulada “Argentinos a las armas”: “La Dictadura Militar fracasará completamente en sus objetivos de aniquilar las fuerzas revolucionarias, por el contrario, crecerán más que nunca (...) se inicia por tanto la etapa de la guerra civil generalizada en nuestro proceso revolucionario.” En julio, apenas tres meses después, Santucho y su segundo morían al resistir su detención, y el ERP prácticamente dejaba de existir.
“Lo mejor suele ser enemigo de lo bueno” decía Perón . Y esto no significa resignación ante las cosas que nos salen mal. Significa que por pretender soluciones poco posibles, a veces nos enfrascamos en crueles peleas internas, que terminan sirviendo el postre a nuestros enemigos y/o adversarios.
Y huyendo de las comparaciones lineales, ni el gobierno de Alberto era el caos del 75, ni Milei es Videla desde lo militar y represivo - Argentina no toleraría otra dictadura - , aunque como dije al inicio, si considero su plan económico mas duro que el de Martínez de Hoz.
Pero, estos meses, discutiendo con muchos compañeros que gozaban en destruir al “Alberte”, como le llamaban, me hizo recordar aquella sensación de impotencia de 1975, en intentar decir “miren que estamos convocando a las fuerzas del mal, a los dioses de la destrucción”.
No es tiempo todavía de hacer un balance desapasionado del gobierno de Alberto- Cristina . Y me parece una discusión inútil, con quienes, estos días pos derrota todavía juegan al “tres tiros por diez pesos” .
Sobre traidores y otros adjetivos calificativos
Olga Ruiz, Investigadora de la Universidad de la Frontera, Temuco, al analizar lo ocurrido en los campos de concentración de Chile expresa: “los grandes relatos sobre nuestra historia reciente se han construido centrados en el heroísmo y la victimización, esquema binario que se afirma y consolida en la figura del traidor. Se trata en realidad de una triada (héroe-víctima-traidor) en las que el quebrado concentra -como un chivo expiatorio- las contradicciones, los fracasos y la derrota de la izquierda chilena . Es más sencillo atribuir la caída sostenida de militantes a unos cuantos traidores que analizar críticamente las políticas adoptadas por las dirigencias de las organizaciones revolucionarias.”
En Argentina, los constructores del relato de los 70 han aplicado el mismo criterio. Y el primer traidor señalado en el relato es el propio Perón. Hemos escuchado cientos de veces la frase “cuando Perón traicionó a los jóvenes”. Incluso una de las canciones mas bellas que conocemos y cantamos que dice “si un traidor puede mas que unos cuantos”, su autor, Leon Gieco , en 2011, reconoció que el traidor de la canción era el Perón “que los rajo de la plaza y los traicionó”.
La investigadora del CONICET, Ana Longoni, trata el tema estigma de traición que pesa sobre los sobrevivientes victimas de la represión y el secuestro en los campos de concentración. En su libro “Traiciones”, nos invita a pensar sobre relato socialmente instalado, a través del cual, un desaparecido que reaparece se transforma automáticamente en traidor. La autora señala que como resultado del relato dominante del desaparecido como héroe, el sobreviviente a través de una oposición maniquea se vuelve la contracara del mismo: un traidor, posición ésta que borronea su condición de víctima.
En el código de justicia montonera, la delación aún bajo tortura, tenía pena de muerte. O sea que si alguien, luego de ser salvajemente torturado, durante días y semanas, daba alguna información, se convertía en traidor de la organización, y condenado a muerte. Y justamente el primer condenado a muerte fue Roberto Quieto, uno de los autores de dicho código, que además era considerado una especie de Che Guevara, de la organización Montoneros.
También cualquier disidencia política con la linea de la organización era considerada traición y entre las penas estaba incluida la condena a muerte. Por ejemplo, muchos de quienes se fueron de la organización con la JP Lealtad, fueron condenados y amenazados de muerte. En 1979 el grupo de Galimberti y Juan Gelman que rompió con Firmenich, fueron condenados a muerte, pero “dentro del territorio nacional”, siendo que estaban todos en el exilio.
Bueno, hoy sin torturas, ni secuestros, ni penas de muerte, esta idea de buscar traidores por todos lados para cargarles las culpas de los errores políticos propios, sigue muy vigente. Recuerdo en 2016, como circulaba el meme del narco Pablo Escobar anotando en su libretita el nombre de los traidores .
Uno de esos anotados en la libretita, era Sergio Massa, quien no solo volvió, sino que le tuvimos que pedir que se haga cargo del kilombo e intente salvarnos.
Como vienen épocas de turbulencias, aparecen las diferencias políticas, los conflictos personales, los que se sienten agraviados (con razón o no) y se cortan por la libre, los que tienen responsabilidades de gobierno y necesitan negociar para que no se incendie su provincia o municipio.
Para una versión estalinista de conducción política, todos los que se aparten de la linea explicita o implícita van a ser considerados traidores. Fea palabra para catalogar a quienes probablemente debamos buscar para ampliar nuestro espacio en poco tiempo.
No voy a entrar en la discusión de nombres y casos particulares, solo sugiero, la historia nos enseña que deberíamos usar con mas cuidado la palabra traidores.