Contraofensiva: el vínculo entre Montoneros y las organizaciones palestinas
Por Guillermo Della Savia | Ilustración: Nora Patrich
El reciente fallo de la que se conoce como la causa la Contraofensiva Montonera ha puesto una vez más el tema de la Contraofensiva en debate. Llama la atención, que, si bien se ha escrito una gran variedad de libros sobre Montoneros, en cambio, hay pocos libros que tratan la Contraofensiva. Entre ellos estan “Lo que mata de las balas es la velocidad” de Eduardo Astiz (Este 17 de septiembre se cumplirían 15 años de su fallecimiento), “El tren de la victoria: una saga familiar” de Cristina Zucker (hermana de Marcos Zucker desaparecido en el marco de la Contraofensiva) y Fuimos Soldados de Marcelo Larraquy. Los primeros son relatos testimoniales, el de Astiz en primera persona y en el de Zucker ella nos narra la historia de su hermano y como ella busca averiguar sobre sus últimos años. Por último, el libro de Larraquy tiene la intención de ser una investigación abarcartiva sobre la Contraofensiva pero que visiblemente tiene algunas lagunas, en gran parte debido a la falta de información disponible al momento de ser publicado.
Pero en este articulo voy a escribir sobre otro libro que si bien no tiene como temática principal a la Contraofensiva se le dedica una parte importante del mismo, además de llenar un gran vacío como lo fue el vínculo entre Montoneros y las organizaciones palestinas. El libro es “Montoneros y Palestina” de Pablo Robledo. En aras de la brevedad tratare de hablar de alguno de los aspectos más importantes del mismo.
El libro recorre el vínculo entre Montoneros y la Organización de Liberación Palestina (OLP) liderada por Yassir Arafat, centrándose en gran parte en el vínculo que tenían ambas organizaciones en el marco de la contraofensiva montonera de 1978 y 1979.
En la primera parte del libro el autor se centra en los primeros vínculos que tuvieron las organizaciones político-militares argentinas con la política tercermundista de los países de medio oriente. El primer antecedente que registra el autor se da cuando Ernesto “Che” Guevara, en calidad de embajador del gobierno de Fidel Castro, viaja a Egipto a ver al presidente Nasser con motivo de la nacionalización del Canal de Suez el 26 de julio de 1959. Uno de los temas centrales de las conversaciones entre Nasser y el “Che” Guevara fue Perón y el movimiento peronista. Años después los refugiados palestinos que se encontraban en la Franja de Gaza tomarían la figura del “Che” Guevara como inspiración. Esto se evidenció en que muchos palestinos/as llevaban el nombre Jivara, una deformación fonética del apellido Guevara., y en los murales y posters con la figura del “Che” que decorarían las calles en los territorios ocupados por palestinos.
Otro antecedente es cuándo Rodolfo Galimberti, referente de la organización JAEN (en ese entonces no formaba parte de Montoneros), viaja en julio de 1972 a la Libia presidida por Khadaffi buscando apoyos políticos y comprar armamento. Posteriormente en 1973 fue de viaje al Líbano con el objetivo de recibir entrenamiento militar y establecer contactos con la OLP. Este marcaría el inicio de las relaciones entre Montoneros y la OLP. Galimberti tenía una carta de recomendación de Perón.
Un militante que también sirvió de nexo fue Rodolfo Walsh. En 1974 viajó a Palestina en calidad de periodista del diario “Noticias”, diario perteneciente a Montoneros, donde luego publicaría la situación de los refugiados palestinos y una dura crítica al sionismo. Walsh había hecho contacto con el dirigente palestino Abu Hatem, en Beirut Oeste. El mismo que sería un actor clave en la relación de la OLP y Montoneros.
En la segunda parte del libro nos remonta a julio de 1977, momento en el que Adriana Gauna, la responsable montonera de medio oriente, arribaba al Líbano para servir de nexo entre ambas organizaciones, para ello tenía contacto con Abu Hatem. Allí tomó conocimiento de la situación política imperante y de las distintas facciones del movimiento palestino, y la cual organizaría el evento donde estaría presente Horacio Mendizábal.
En el mes de septiembre de 1978 se produce un hecho de suma importancia en la relación entre las dos organizaciones. En una conferencia de prensa realizada en Beirut Oeste se presentaba Horacio Mendizábal, miembro del Consejo Superior de Montoneros y responsable del área militar de la organización. En ella Mendizábal habla, entre otras cosas, del apoyo político y militar que le brinda la OLP a Montoneros. A continuación, hará una declaración que resultará sumamente impactante para la prensa revelando la existencia de un acuerdo de cooperación por la cual Montoneros había instalado una fábrica de un poderoso explosivo plástico en el Líbano. A su vez dio pistas sobre su ubicación y contó que visito diversos campos de adiestramiento y bases militares palestinas, así como también centros de producción de armas y explosivos. Mendizábal también haría público el aspecto militar de la contraofensiva que estaba preparando la conducción montonera.
Estas declaraciones dañaron en gran medida las relaciones entre las organizaciones guerrilleras de medio oriente y Montoneros, además de que Mendizábal fue severamente reprendido por la conducción de su organización. A partir de ese entonces la base de explosivos se convirtió en uno de los principales objetivos del servicio secreto israelí. Los funcionarios de la dictadura militar, al confirmar los acuerdos entre ambas organizaciones, se pusieron en pie de alerta.
Retomando la historia de Adriana Gauna, al cabo de un tiempo y tras largos esfuerzos ella pudo restablecer las relaciones entre la OLP y Montoneros. Los palestinos nuevamente comenzaron a confiar en Gauna y como consecuencia la OLP hablaba de manera favorable de Montoneros. Su rol como enlace montonero la hacía viajar por los distintos países de medio oriente, África del norte y también Europa. Luego se habla de la experiencia de algunos militantes en oriente medio durante su entrenamiento militar para las acciones de la contraofensiva, como la del padre Jorge Adur, capellán de Montoneros, quien luego sería desaparecido por la dictadura militar en la provincia de Misiones en 1980.
Mientras tanto, para finales de 1978, la conducción montonera había planeado la Contraofensiva, con el fin de realizar acciones armadas en la Argentina, y a tal fin se convoca a una reunión pública en Madrid. Según Roberto Perdía en la Contraofensiva se: “abarcarían tres aspectos (…): La acción militar estaría concentrada en diferentes acciones comando sobre los responsables de la política económica (…) y personajes ligados a (…) los grupos económicos de la oligarquía”. Al poco tiempo de iniciada la contraofensiva, la dictadura militar persigue, secuestra y posteriormente desaparece a numerosos militantes Montoneros que ingresaron al país, entre ellos a Horacio Mendizábal, en lo que el autor denomina “el septiembre negro de Montoneros”.
Para junio de 1980 la Central de Reunión del Batallón 601 produjo un documento de inteligencia con conocimiento detallado e íntimo de la forma de accionar y pensar de Montoneros. Durante la segunda contraofensiva de 1979 y 1980 se produjeron numerosas caídas producto de la metodología de la tortura o chantaje extremo a muchos de los militantes secuestrados. La subestimación de la capacidad de los militares y la sobreestimación de los militantes caídos de poder aguantar la tortura fueron, según el autor, dos de los puntos más débiles de la estrategia de las Contraofensivas montoneras.
En conclusión, es una obra exhaustiva y profundamente documentada que, como bien señala Roberto Baschetti en la contraportada, “no deja flancos débiles o respuestas en suspenso”.