El Trabajo de entender a San Cayetano
Por Leandro Lurati
Un nuevo 7 de agosto nos recuerda al Santo del Pan y del trabajo. Esta fecha, sin duda especial por el contexto Covid 19, nos hará vivir una celebración a medias: Evocando al Santo, pero sin la posibilidad poner el cuerpo.
La crónica tradicional es más o menos así: Medios tradicionales o alternativos de comunicación relatan largas filas de gente generalmente pobre, que viene a pedirle o agradecerle al Santo que interceda ante Dios en busca de Trabajo, o para que no falte el pan. Luego, alguna entrevista al Párroco de Liniers, lugar estratégico, dentro del armado territorial Bergogliano, donde la Iglesia, (aprovecha) uno de sus momentos en el años para decir algo. Desde el piso del canal o en la sección sociedad de los diarios, analistas, más o menos del palo, explican la importancia del acto colectivo y la historia in crescendo de la devoción al Santo en nuestro país. La escena se completa con alguna serie de posteos en portales digitales y el contexto de oportunidad para que bandas de economistas y grupo de estudios aprovechen la fecha para darnos las cifras del mercado laboral. Spoiler alert: cuando los liberales conducen se contrae, cuando los populistas gobiernan se expande.
Nada mal, tratándose del rito de veneración a un ex cura del siglo XV nacido en el norte de Italia,consagrado por la Iglesia Católica para el siglo XVI e importado por inmigrantes de las primeras camadas del siglo XX que venían por estos pagos, también en busca de Trabajo.
Me parece que hay un valor interesante, después de tanto tiempo y tanta historia, como un símbolo, una creencia, una práctica social sostenida, mantiene vigencia a pesar de estar siempre objetada en críticas por izquierda y derecha. Desde la ilustración, pasando por el positivismo, el marxismo ortodoxo o hasta la cultura de globalización dominante en estos días. Siempre amenazado con desaparecer, por perder representatividad y por ende, pasar al “descarte”. Paradojas de esta historia, aunque los números de fieles de la Iglesia estén a la baja, el Santito de la espiga mantiene y aumenta su caudal.
Pareciera ser que San Cayetano aguanta estoico los embates de la realidad, firme y colorido como en la estampita. Pero aprovecha cada 7 de Agosto para entrometerse y legitimarse dentro de un entramado de ideas, tan caras al sentido común de nuestro Pueblo, como aquellas que postulan que tenemos derecho a un trabajo digno y que solo a través de esta actividad (el trabajo) es donde mejor se organiza la sociedad.
En términos sociológicos, una solidaridad común presente ya la práctica del religioso Italiano, sus fieles más o menos inscriptos en la religión oficial de un país, los representantes de trabajadores formales (o informales) y seguidores de un movimiento político con una identidad definida.
Sin embargo, todo eso no alcanza y aquí entra a tallar el “misterio” o la importancia de lo “sacro”, es decir el tiempo y el espacio por fuera de la racionalidad del mundo, que nos ayuda a dotar de sentido y a convertir un puñado de voluntades individuales en un sujeto común. Algo que desde Roma, Liniers o La Matanza, nos ayuda a construir la idea de Pueblo.