Mónica Rosenblum: "Partimos de la imagen más oscura para que entre la luz"
Por Victoria Palacios*
*Por decisión de la autora, el artículo contiene lenguaje inclusivo.
AGENCIA PACO URONDO entrevistó a la poeta Mónica Rosenblum sobre Una Imagen para decirlo, antología que reúne a poetas, escritores e intelectuales que abordan los vuelos de la muerte, uno de los hechos más dolorosos de nuestra historia nacional.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Por qué abordar la cuestión de los vuelos de la muerte poéticamente?
Mónica Rosenblum: Creo que hay una dificultad en general de hablar de los vuelos de la muerte. Y me gusta pensar que el arte puede abordar cualquier temática. Con respecto a la poesía en particular, creo que sí, que llega a lugares donde no podemos llegar habitualmente. Justo leí una entrevista a María Negroni a raíz de la celebración del Día de la poesía, y ahí ella sostiene que la poesía es el nivel de conciencia más agudo del lenguaje, y que el poema “sabe” que las palabras no alcanzarán, tergiversarán los sentidos, o serán tramposas. Con estas “salvedades” formuladas, creo que la poesía puede abordar cualquier temática.
APU: En Una imagen para decirlo hay miradas poéticas y estilos diversos para abordar la imagen, ¿qué iluminaron, aportaron, "hacen ver" que no se revela en el material documental o de investigación?
M.R.: Sí, hay estilos y abordajes diversos. Hay poemas, prosas poéticas, narraciones y relatos. Algunos textos describen la cabina, sus materiales, lo que se ve en ella y lo que se imagina. Algunos parten de la imagen pero no necesariamente hablan de ella expresamente. Varios textos abordan la dificultad/imposibilidad de escribir o de decir sobre la imagen del interior del Skyvan. Sin embargo, dicen.
No sé si podría esbozar una afirmación así certera sobre lo que los textos hacen ver. Sí creo que lo que no se revela en el material documental o de investigación es el impacto emocional. También, lo que se revela aquí es la fuerza de la construcción colectiva. Porque si bien la dificultad era tan enorme, y me consta porque fueron muchxs lxs autorxs que me comentaron cuánto les había costado escribir a partir de la imagen, también creo que la noción de que había otrxs aceptando el mismo desafío o encarando la misma dificultad, seguramente contribuyó a la concreción del proyecto.
En cuanto a los estilos, podemos pensar que hay edades diversas y por lo tanto experiencias de vida que también son diferentes. Y esta fue una decisión elaborada: abrir un poco el rango de las “voces autorizadas” a hablar de ciertos temas.
APU: ¿Cómo fue el proceso de producción y realización del libro?
M.R.: Una vez que me di cuenta de que no podría desentenderme de la imagen, no podría y no quería, supe que la manera de abordarla debía ser con otrxs. Este fue el inicio. Tomé contacto con Giancarlo Ceraudo, el fotógrafo, le comenté la idea de compilar una antología a partir de esa imagen. Estuvo de acuerdo y me envió el original. A fines de 2019, con Laura Mazzini, que se encargó de la producción, el arte de tapa y el diseño del interior, imprimimos cien fotos. Un punto importante era que lxs autorxs recibieran la foto impresa, hacérselas llegar en papel y que tuvieran un tiempo determinado para estar en contacto con esa imagen y poder escribir a partir de ella. Al poco tiempo se sumó al equipo Alejandra Correa. La idea era lanzar la convocatoria en marzo de 2020. Y estalló la pandemia de Co-vid 19 con el aislamiento y todo lo que esto trajo. De manera que decidimos esperar, y en julio de 2020, a pesar del contexto pandémico, decidimos lanzar la convocatoria. La recepción fue muy positiva. Fuimos convocando por camadas. Todo llevó mucho tiempo, pero nunca desistimos del objetivo final que era plasmar el proyecto en un libro en papel. Una vez reunidos los sesenta y tres textos buscamos editorial, y tuvimos la suerte de que Paisanita editora, dirigida por la escritora Gabi Luzzi quisiera y aceptara el desafío. Mientras tanto, Natalia Fortuny también aceptó el desafío de elaborar el posfacio, y Juana Roggero comenzó a trabajar en la corrección y la edición.
Es interesante mencionar el rol de la pandemia y el aislamiento en todo esto. Estábamos cada unx desde su lugar, sin poder encontrarnos, y, a la vez, de alguna manera conectadxs a través de este trabajo en común.
Tal vez por eso, el viernes pasado, cuando se presentó la antología en el Museo del libro y de la lengua, sentí, y creo que sentimos, una alegría doble. No solo por haber podido concretar el proyecto, sino porque era la primera vez que nos veíamos, si bien no todxs, pero muchxs de lxs autorxs. Y quienes no pudieron llegar por razones de distancia u otras, se hicieron presentes de diversas maneras. Muy conmovedor.
APU: ¿Cuál fue tu intención inicial con la convocatoria y qué aspiraciones se concretaron?
M.R: Yo partí de una necesidad personal: compartir esa foto, compartir las innumerables preguntas que me habían surgido a partir de ella. Compartirla también como una respuesta. Como algo que “hay que hacer”. No sabía qué les sucedería a lxs convocadxs. No podía medir eso. Tenía mis percepciones, cierta intuición que me indicaba que para otrxs también sería necesario, o importante. Pero no estaba segura. La única manera de saberlo era, poner esa imagen “sobre la mesa”. Y eso hice. Hicimos, porque este proyecto no hubiera sido posible de llevar a cabo sin un trabajo en equipo.
En ese sentido, sí: se concretaron mis aspiraciones. Hoy es un libro en el que sesenta y tres artistxs argentinxs abordan los vuelos de la muerte: un hecho que nos pertenece a todxs, no solamente a familiares, sobrevivientes, académicos o interesadxs en la temática de la última dictadura; es un capítulo de nuestra Historia, más allá de mi historia personal.
Hemos partido de la imagen más oscura. Con mucho trabajo, y con amor, la rodeamos de poesía. Pusimos en acto el decir de Leonard Cohen: “Hay una grieta en todo, así es como entra la luz”.