Rocío Espina y El nuevo milenio: “El 19 de diciembre del 2001 quedó por completo en mi memoria”
Rocío Espina, autora de la novela gráfica "El nuevo milenio, conversó con AGENCIA PACO URONDO y reflexionó sobre su obra en la cual aborda la represión del 2001: “Se me hace imposible disociar lo colectivo de lo personal. Pero a la hora de armar una historieta que tocara el tema estaba muy preocupada por no quedar atrapada en un estilo panfletario o una historia de puros recursos bajos”.
APU: "El nuevo milenio" convoca una historia muy personal de la infancia y también una historia colectiva como comunidad sobre los recuerdos de la crisis del 2001. ¿Cómo ves que dialogan las dos memorias? ¿Cómo las trabajaste en la narración y en la ilustración?
R.E.: “El Nuevo Milenio” fue motorizado por un recuerdo que tenía muy fresco de la noche del 19 de diciembre del 2001. Siendo una niña escucho al mozo del bar a donde mi viejo iba siempre, diciendo: “Me voy a la plaza a hacerle el Topo Gigio a De la Rua”, y el hombre fuga por el medio de una calle iluminada por fuegos, gritos y ruidos de cacerolas.
La imagen queda grabada en mí. Ese día por completo queda en mi memoria. Se me hace imposible disociar lo colectivo de lo personal. Pero a la hora de armar una historieta que tocara el tema estaba muy preocupada por no quedar atrapada en un estilo panfletario o una historia de puros recursos bajos, ni tampoco apropiarme de voces e historias ajenas a la mía. Quería contar la crisis desde un lugar más blando y personal, más sensitivo, un lugar que me represente y que aborde los matices. Y a su vez que dialogue con el momento, tratando de ser lo más respetuosa posible con las demás experiencias de la época.
APU: En la mirada de esta niña sobre el 2001 también se refleja un imaginario sobre lo porteño, el futbol, el humor, el alcoholismo social, la violencia en la calle. ¿Cómo fue relacionarte con estos mundos de tu infancia en la narración y en el dibujo? ¿Qué resonancia tienen en vos?
R.E: En el libro intente vincularme con esos universos desde una mirada lúdica sobre los acontecimientos intentando no caer en algo ingenuo ni en una romanización nostálgica. El recorte que hice, la selección de anécdotas familiares y el tratamiento buscan pintar una atmosfera identificable para un contemporáneo, buscan llevarte a esa época, de una manera suave y cruda al mismo tiempo.
Disfrute mucho pensando el montaje del relato y la investigación previa, mirar horas de tele de la época me hicieron flashar con el paso del tiempo que a veces se vuelve imperceptible. Me di el lujo de dibujar todo ese mundo simbólico que evidentemente fue muy significativo en mi historia.
APU: ¿Cuáles son tus influencias?
R.E.: Creo que mis influencias más claras son por un lado Power Paola, una historietista colomboecuatoriana, que la rompe mal. Desde que leí su novela “virus tropical” algo se encendió en mi: la posibilidad de contar algo desde un lenguaje (plástico) que me es muy familiar y maleable. Y, por otro lado, sin duda alguna, mi participación en corta la brocha, un grupo de activismo gráfico, donde nos enfrentamos al desafío de realizar pronunciamientos políticos desde una retórica visual. Probablemente además de estas dos, haya más influencias que construyen la novela, pero no las despliego conscientemente.
APU: ¿El 2001 es también el fin de la inocencia en esta historia de iniciación?
R.E.: No decidí ir al 2001 para contar mi historia de la infancia, decidí contar una historia desde la mirada infantil para ir al 2001. No creo que la inocencia sea algo que se pierde radicalmente, que te la roben, por suerte uno va y viene, circula por distintos roles. Lo que, si marcaron los eventos del 19 y 20 de diciembre en mi historia personal, fue una expansión de la conciencia, salir a la calle a encontrarse con les otres, a poner en común las necesidades y hacernos de coraje.