“Tenemos que romper con la subestimación que se nos tiene a los pibes”
Por Ailén Montañez
La militancia tiene una larga tradición, histórica, que los actuales herederos del último período democrático supieron apropiar y resignificar. El eje está puesto en un nuevo compromiso con la política, y en el caso de los secundarios, los de cursos más grandes buscan transmitirles a los más chicos que “no le tengan miedo, hay llevarla como bandera porque si no luchamos nosotros, nos pasan por encima de nuestros derechos” enfatiza Catalina Distefano, vocera de la Escuela Técnica Fernando Fader. Explica que a las tomas "hay que llenarlas de contenido, porque tenemos que romper con la subestimación que se nos tiene, a los pibes, de que somos un desastre”.
Además creen que deben “fomentar la discusión política, porque a los 50 años nadie quiere hacer la revolución, y ahí sentimos que tenemos que estar les jóvenes cuando se nos necesite, donde se nos necesite” desarrolla Paula Dorrego, ex vocera de la escuela secundaria Julio Cortázar.
También que hablen desde el lenguaje inclusivo trae nuevas perspectivas, porque se conciben sin distinción a la hora de hablar de un género u otro. “Les compañeres” “les alumnes” son términos que contienen en su discurso una postura ideológica de inclusión muy fuerte a la hora de expresarse.
“Tenemos las redes del siglo XXI, y la posibilidad de comunicarnos de otra manera” destaca Paula sobre los nuevos lenguajes. En un paralelismo con la militancia de generaciones anteriores, resalta además que ellos son “la generación de la democracia y de los derechos humanos. Los militantes históricos no lo entendieron así, se equivocaron en lo que era la politica, y la vieron como negocio y cargos de poder. Nosotres lo entendemos como herramienta de lucha y de conciencia”.
Jacobo Scategui, subdelegado de su curso en de la Escuela de Artes Manuel Belgrano también resalta que son “una generación atravesada por la tecnología, que nos ayuda a difundir nuestras problemáticas y las razones por las cuales nosotros luchamos. Además de poder mantenernos en contacto y generar identidad con los que son más chicos que nosotros, acercarles la militancia desde ahí”.
Bajo una lógica de organización horizontal con delegados de cursos y voceros de cada colegio, se reúnen en asambleas para debatir sobre problemáticas que los atraviesan. La última y más conocida fue la lucha contra reforma educativa para imponer la “secundaria del futuro”. Todas estas figuras se encuentran representadas por los voceros en la Coordinadora de Estudiantes de Base, que agrupa a estudiantes de la Ciudad de Buenos Aires, donde pueden confluir sus demandas, sus debates y reclamos en solidaridad tanto de un establecimiento en particular, como cuestiones más generales como la oposición a la reforma.
Cada colegio secundario tiene sus particularidades, y allí se encuentra el germen del espíritu de la Coordinadora. En el caso del Cortázar, Paula recuerda que “con les compañeres” hicieron “dos pollerazos para reclamar por la quita del código de vestimenta, que era totalmente machista porque nos oprimía a las mujeres, no permitiéndonos usar ni polleras, ni shorts”. Una medida a la que se sumaron también sus compañeros del género masculino, logrando que el código no siga vigente.
Frente a la situación de abandono del día de hoy, ellos se movilizan y buscan una salida desde la actividad militante. Estas generaciones son las más jóvenes involucradas, y poseen demandas muy concretas: mejor presupuesto en educación, protocolos para actuar frente a la violencia de género, la implementación efectiva de la ley de educación sexual. En el futuro, la inclusión y el compromiso llegó hace rato.