"Varios de los genocidas que tienen causas se envalentonaron cuando asumió este gobierno"
Por Estefanía Cendón
AGENCIA PACO URONDO: ¿Su padre Paulino Furió vive?
Liliana Furió: Él vive y está con condena perpetua domiciliaria. Tiene 85 años y padece demencia senil.
APU: ¿Qué cargo ocupó su padre durante la dictadura?
L.F: Él fue jefe del Departamento de Inteligencia del Comando de la Brigada en la ciudad de Mendoza en el año 1977. Antes fue Jefe de Operaciones, al llegar a Mendoza fue el segundo de Operaciones y después pasó a ser Jefe de Operaciones.
APU: ¿En qué año llegó a Mendoza?
L.F: Yo era chiquita, llegamos a Mendoza en 1974. Mi padre era oficial del ejército.
APU: ¿Cómo toma conocimiento de que su padre pudo estar involucrado en la detención de Paco Urondo? ¿Él o alguien de su familia se lo comentó?
L.F: Mi papá jamás me contó nada. Siempre ocultó todo tipo de información que tuviera que ver con su accionar represor y genocida de los '70. Yo me enteré de todo investigando, cuando se empezaron a conformar los organismos de Derechos Humanos, cuando se comenzó a hablar del Nunca Más, el Juicio a las Juntas. Incluso en ese momento voy entendiendo, de manera paulatina, que no había sido para nada como me lo habían contado. Aún así no tenía idea de que mi padre pudo haber tenido participación.
APU: Recién en democracia puede empezar a establecer alguna conexión.
L.F: Claramente sí. En mi caso, y a la mayoría de los hijos de militares nos sucedió igual, viví una historia de infancia muy endogámica. Como a nuestros padres los mandan dos años acá, tres años allá, crecemos en barrios militares. Íbamos al colegio todos juntos, concurríamos a los mismos clubes. Entonces fue muy difícil salir de esa estructura, casi te diría que era imposible. Uno forma parte de lo que ellos llaman "la familia militar".
APU: ¿Qué la ayudó a comprender el rol que había tenido su padre durante la dictadura?
L.F: Algunas noticias que podía pescar en algún diario, comentarios de gente. En algún momento hago una pregunta a mis padres, en la cocina de forma casual, acerca de cómo había sido, qué pasaba que salía toda esa información. Ellos me lo negaron categóricamente, me dijeron que en Mendoza las cosas no habían sido así, tan tremendas como empezaban a aparecer en Buenos Aires en la ESMA o Campo de Mayo. Yo seguía tomada de ese discurso que me habían dicho. Inclusive, en el ambiente en que me movía era revalidado ese discurso. Me llevó mucho tiempo poder salir, ver realmente. Ya teniendo la certeza de que había sido un horror el gobierno militar, seguía sin poder indagar en lo que había pasado en Mendoza, el lugar donde mi papá en la peores años había sido mayormente responsable. Fue un proceso muy duro y muy largo.
APU: ¿Recuerda algún momento o hecho puntual que la haya llevado a sospechar acerca del accionar de su padre?
L.F: Llevó muchos años. Si bien yo tenía muchos enfrentamientos con mi padre, por su exacerbado machismo, necesitaba creer que él no había tenido una participación tan protagónica en toda esa historia del horror. Cuando a él lo llevan a juicio en el año 2008, que lo trasladan a Mendoza porque ahí tenía las causas, recién pude sentarme a buscar información. Hay un tema que no es menor: había Internet. Para mí existían fuentes irrefutables porque me había criado con eso: La Nación y Clarín. Entonces empecé a poder buscar e investigar por mi cuenta. Ahí encuentré las declaraciones de ex detenidos desaparecidos de la ciudad de Mendoza, familiares de desaparecidos. Busqué datos, información acerca de esos hechos. Ahi me dí cuenta de que no había vuelta atrás.
APU: ¿Encontró algún dato o testimonio acerca de su padre?¿Infiere que su padre estuvo vinculado a la desaparición de Paco Urondo por la fecha y el cargo que ocupó en Mendoza?
L.F: Lamentablemente no pudo no tener responsabilidad. Me encantaría decir que no fue así, a pesar de que no fue nombrado. Hay un hecho familiar anterior, yo tenía alrededor de 20 años y recién había retornado la democracia. Ante un cuestionamiento de uno de mis hermanos en donde él le decía a mi padre que debían reconocer que se les fue la mano, que habían cometido errores, mi padre dió un golpe en la mesa y dijo: "A mi nadie me va a cuestionar nada porque si estos hijos de puta vuelven yo me vuelvo a calzar la capucha y salgo a hacerlos mierda". Eso lo guardé por años, en ese momento no tenía ninguna formación de nada y hasta esas actitudes las veía como de alguien que tenía muchos huevos y se va banca lo que hizo. Como algo heroico. Entiendo hoy que había un inconsciente que te pide que no condenes a tu papá porque se te viene el mundo abajo. También tenía una mamá muy amorosa, una familia a lo Campanelli. Es una situación tremenda. Ese hecho vino a mi memoria mucho después cuando nos conectamos con los compañeros y compañeras de Historias Desobedientes. Una compañera, Laura Delgadillo, contó que entre las cosas de su papá encontró una capucha. Cuando ella dijo eso me vino a la cabeza la escena con mi papá. Fue Jefe de Operaciones y Jefe de Inteligencia en los peores años...
APU: ¿Cuál era el cargo de su padre en Mendoza cuando lo capturaron a Paco Urondo?
L.F: Cuando lo interceptan a Paco Urondo en 1976 mi padre era Jefe de Operaciones del Comando de la Brigada de Mendoza.
APU: ¿Un jefe de Operaciones participa al momento de efectuarse una detención-captura?
L.F: Hasta donde yo puedo saber, porque es bastante difícil de determinar para una persona cuyo padre no contaba nada puertas adentro, entiendo que a veces participaban y a veces mandaban a la patota. Depende de cómo articulaban las cosas.
APU: En 2011 se realizó el juicio a quienes habían estado involucrados en la detención y asesinato de Paco Urondo. ¿Su padre fue llamado a declarar?
L.F: Me parece que él no está mencionado en la causa porque no se pudo constatar que fuera parte de la patota, en principio.
APU: ¿Pudo confrontar en algún momento a su papá?
L.F: Sí, lo confronté. Mi papá quedó detenido desde 2009/2010 con domiciliaria. Estuvo en Mendoza mientras duraba el primero de los juicios, tiene varias causas, después por temas de salud lo hacía por videoconferencia y estaba encerrado en su casa con condena perpetua. Yo no quería ni hablar porque intuía que iba a ser un horror eso. El tema de mi madre era muy espinoso para mí también ya que fue una madre muy presente y contenedora, pero al mismo tiempo una típica mujer de milico, incondicional con mi papá. Es un tema muy denso para toda la familia, muy doloroso. En 2013 viajé a Europa a visitar a mi hija que vivía en París. En un supermercado del barrio, donde se acababa de mudar mi hija, me encontré con la mujer de un desaparecido en la ciudad de Mendoza. Ella se acercó a nosotras porque nos escuchó con tonada argenta. Nos pusimos a conversar y fue muy fuerte para mí. Quedamos conectadas toda esa semana, me aportó muchos datos y me pidió que le ayude.
Ahí sentí por primera vez que no importaba lo que iba a suceder, pero tenía que intentar hablar con mi papá y que me dijera algo. Mi papá ya estaba con prisión domiciliaria. Fui a su casa y le pregunté concretamente, tratando de bajar la intensidad que podía llegar a sentir, pero fue infructuoso. La respuesta resultó tan horrible como la que dió en la última sentencia de Megacausa Mendoza en julio de 2017. Allí dijo lo mismo que me dijo a mi después de estar una hora hablándole para que por favor me diera algún dato que pudiese ayudar a las madres y abuelas que todavía buscan nietos, cuerpos de desaparecidos, le pedí que por favor hablara. La respuesta fue que él no estaba arrepentido de nada. Lo admitió. Fue demoledor. Estando en Berlín, el año pasado, durante la Megacausa en Mendoza no me había podido quedar en el juicio. Volví a leer la misma declaración pero en el marco del juicio, hacia el final. Mi viejo afirmando que no estaba arrepentido de nada. Eso es lo que empezaron a afirmar varios de los genocidas que tienen causas, se envalentonaron cuando asumió este gobierno, eso también no es casual.
APU: ¿Podría ahondar en esa idea?
L.F: En todos estos años cuando hubo otro gobierno que ayudó y apoyó para esclarecer la memoria y al verdad, ninguno hizo ese tipo de declaraciones.
APU: ¿Usted siente que las declaraciones de los genocidas cambiaron a partir de que asumió el gobierno de Macri?
L.F: Totalmente, ninguno antes hacía ese tipo de declaraciones bravuconas. No tengo dudas. Son todos beneficiados del gobierno militar: sus padres y abuelos. Van a tratar de darle las gracias a estos genocidas que no hicieron otra cosa que hacer desaparecer a toda una generación para que los oligarcas sigan teniendo sus privilegios y acumulando capital y poder.