Alfredo Zaiat: "La política económica tiene que abordar con más intensidad el problema de la inflación"
Por Martín Massad y Juan Cruz Guido
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué análisis hace sobre la economía teniendo en cuenta la variable inflacionaria y el dólar?
Alfredo Zaiat: Por un lado, el tema del tipo de cambio del dólar está muy controlado, así que no veo nubarrones por ese lado, sino más bien tensiones debido al mercado muy marginal del blue, que fue desde siempre, pero ahora mucho más, una variable política. La economía informal canaliza los excedentes hacia el blue y cuando hay control de cambio también va al mercado negro. Sin embargo, esto no impacta sobre los precios sino sobre las expectativas sociales, económicas y políticas, más aún en un período electoral.
Por otro lado, la inflación es el nudo central de la coyuntura más inmediata. Es decir, es un nudo muy fuerte que la política económica tiene que abordar con más intensidad para tratar de lograr una desaceleración más rápida. Todo ello teniendo en cuenta que en marzo el índice de precios marcó un 4,8% y ahora un 3%, marca que está descendiendo lentamente.
Entonces, siempre que hablamos de la inflación hay que ver qué sucede con los ingresos, es decir, que en la ecuación económica tenemos que ver precios y salarios. Los salarios formales e informales, las jubilaciones y los ingresos de los sectores populares están rezagados con respecto a la inflación, por lo que considero que es un punto para ser abordado con mayor rigurosidad, ya que se pierde calidad de vida y bienestar.
APU: ¿El gobierno tiene algún tipo de herramienta para contrarrestar los ajustes de precios “por las dudas” que realizan las empresas?
A. Z.: Es una situación compleja. Por un lado, está la economía bimonetaria que tiene la Argentina. Por el otro, están las relaciones políticas donde el bloque de poder económico en este país tiene una posición ideológicamente conservadora y opositora a gobiernos denominados “nacionales y populares”. En consecuencia, empiezan a tener una posición más negativa y, por consiguiente, se van construyendo esas expectativas en lo social, en lo económico y, en última instancia, la profecías autocumplidas que dicen que la inflación va a ser del 50% y finalmente se cumplen, pese a que las condiciones no están para que sea del 50%, pero si todos ajustan al 50%, termina siendo el 50%. Las condiciones no estaban dadas para esa situación porque las tarifas y el tipo de cambio estaban casi congelados como también los salarios estaban por debajo de la evolución de los precios. Entonces, por el lado de los costos, no hubo una presión fuerte. Sin embargo, hubo un incremento importante en los márgenes de ganancia, y así se ven en los balances de las grandes empresas.
APU: ¿Cuál es su reflexión respecto a las ganancias extraordinarias en el sector agropecuario?
A. Z.: La suba de los precios internacionales de las materias primas y de la canasta exportadora de Argentina le brinda al sector agropecuario la posibilidad de tener ganancias muy importantes. Además, los niveles de retención sobre los derechos de exportación son más bajos que los que hubo en el 2008, y hay que tener en cuenta que ese año también hubo un boom de los precios internacionales de las materias primas. A todo esto se le suma que los costos dolarizados de salarios e insumos todavía no se recuperaron, lo que les brinda un esquema de negocio que resulta en el nivel más alto en lo que va del siglo de ganancias extraordinarias. Esto es en términos generales y promedios, ya que puede haber productores a los que no le haya ido bien por diferentes razones: sequías, caída de granizo, exceso de lluvia en su campo, etc.
Estamos hablando en términos agregados y sucede lo mismo cuando se habla del salario promedio. Por ejemplo, en el sector agroexportador tienen salarios muy buenos que incluso le ganan a la inflación, pero no podemos decir que todos los salarios le ganan a la inflación. Decimos, entonces, que en promedio los salarios no llegan a ganarle a la inflación. En este caso es lo mismo, los márgenes brutos en la provincia de Buenos Aires, de tres de los cuatro cultivos clave, soja, girasol y maíz, están en sus niveles históricos más altos. Esto es lo que es importante remarcar, aún más cuando se dio en el medio de la pandemia, un fenómeno global devastador en términos sociales, económicos y sanitarios.
APU: ¿Cuál es su mirada sobre las ayudas económicas que ha brindado el gobierno a los diferentes sectores de la población?
A. Z.: Para mí, el saldo fue positivo. Podría haber sido un poco más, pero por suerte no fue un poco menos, dentro de los estrechos márgenes de autonomía de una economía muy endeudada, sin acceso al financiamiento externo ni de moneda local. Todo esto es fruto de la pesadísima herencia que dejó la crisis económica del macrismo. Es necesario analizar y tener en cuenta esto para entender por qué no pudimos implementar una política aún más expansiva. Argentina, por una cosa delirante del gobierno anterior, defaulteó la deuda en pesos, lo que Macri llamó “reperfilamiento”. Como consecuencia, el país se quedó sin acceso al financiamiento en su propia moneda, y ni que hablar en términos de dólares, que por el crédito del FMI y una situación de virtual default, no podía tener acceso al financiamiento. En cambio, otros países latinoamericanos tuvieron acceso al financiamiento externo y a nivel local y tuvieron mayor margen de expansión fiscal a través de la emisión monetaria. Más allá de todos estos condicionamientos, se construyó una red de protección y de emergencia bastante efectiva para proteger a las empresas y el empleo. Hubo destrucción de empresas y de empleo en todo el mundo, pero la red de emergencia amortiguó esos costos ineludibles.
APU: ¿Considera que internet debe ser un servicio público?
A. Z.: Es un servicio público esencial como la luz, el gas, el agua y el teléfono fijo. La expansión de Internet y la telefonía celular exponen de forma contundente que es un servicio público y esencial, por consiguiente, necesita una regulación del Estado. Ahora bien, el Grupo Clarín se resiste porque tiene posiciones hegemónicas, como posiciones en oligopolios que se oponen a la regulación del Estado.
APU: ¿Qué implica pagar la deuda externa para la Argentina?
A. Z.: Es un potente condicionamiento, sino el principal, para el desarrollo. El pago de la deuda se pateó unos cuatro años para adelante, pero si no tenés un crecimiento sostenido, fuerte y generador de divisas, a través de una corriente exportadora muy importante, volveremos a tener problemas, fruto del tercer ciclo de endeudamiento que nació con el macrismo. Además, por supuesto, está la exigencia del FMI que además es como un auditor que vas a tener durante 10,15 o 20 años. Esta es una pesadísima herencia y un condicionamiento notable. Debemos tomar conciencia de esto y saber los estrechos márgenes de autonomía para una política económica que provoca ese endeudamiento.
APU: ¿Se encuentra Argentina en condiciones para hacer una sustitución de importaciones en los rubros en los que esté capacitada?
A. Z.: Creo que tiene que ser una sustitución de importaciones selectivas en el sentido de que, a la vez, sean sectores que después puedan salir a ganar mercados externos e impulsar sectores para conseguir dólares de exportaciones. En el tema sanitario, la consigna es vacunar, vacunar y vacunar, mientras que, en el tema económico, una de las consignas tiene que ser exportar, exportar y exportar porque, si no, va a resultar muy complejo administrar la economía de la Argentina. Inicialmente, para exportar, es importante intervenir sobre la explotación de los recursos naturales para tratar de generar cadena de valor y poder conseguir más dólares de la exportación de recursos naturales procesados, o sea, industrializados.