"Apelar a que la gente no pueda ahorrar o que sus ahorros se licúen no es una política inteligente"
Por Martin Massad y Juan Cruz Guido
AGENCIA PACO URONDO: Respecto a las nuevas medidas de restricción del dólar, ¿cómo analiza la realidad actual de las grandes empresas en relación a las deudas tomadas en dólares?
Ricardo Aronskind: Lamentablemente tenemos que llegar a situaciones de cierto riesgo para que se tomen medidas, y en cuanto a esto el Gobierno y el Banco Central tienen que ser más activos. Es más que conocido el comportamiento de los mercados, sobre todo de los grandes agentes. Esto no es una novedad de este año sino que es una constante histórica, donde lo esperable siempre son los comportamientos especulativos, la fuga de capitales, es decir, una serie de comportamientos que, más allá de si son meditados o no, siempre tienen un efecto muy perjudicial para la sociedad. Por esto me parece muy acertada la medida que toma el Banco Central porque sabemos que las grandes empresas argentinas tienen importantes reservas en dólares, las cuales no utilizan para poder acceder al tipo de cambio oficial más barato y, encima de todo, hacer un negocio adicional. Específicamente, entonces, el Banco Central les propone una cobertura del 40% sobre el pago que quieran hacer estas empresas de acá a fin de año, y el resto debe ser refinanciada. Esta medida es parte de lo que nosotros siempre decimos respecto que el Estado se tiene que poner los pantalones largos y ejercer su poder y, además, no pasar por idiota.
APU: La medida se da en un contexto muy complejo con la demanda de dólares...
RA: Es importante entender que la demanda de dólares, en este momento, tiene dos fuentes muy distintas. A los que nos preocupa que se reduzcan las reservas del Banco Central, muchos se enojan con todos, incluyendo con la gente que compra 200 dólares por mes, y considero que este es un error político muy grave en este sentido: parte de la gente que compra 200 dólares por mes lo hace para ahorrar, y este un derecho legítimo que debería estar promovido. El ahorro está bien pero el tema es que, por diversas circunstancias históricas, llegamos al hecho de que la única forma de ahorro, o tal vez la más creíble, es el ahorro en dólares. Sin embargo, debería haber alternativas en moneda local tan creíbles como el dólar. Esto es algo que debe ser construido, y lo más rápido posible, porque apelar a que la gente no pueda ahorrar o que sus ahorros se licuen no es una política inteligente. La gente no debe ser sancionada, castigada ni desmerecida por tratar de ahorrar.
La segunda cuestión es que hubo una parte de argentinos que en estos meses compraban esos dólares, ni siquiera los ahorraban, sino que los vendían para hacer una diferencia y mejorar un poco sus ingresos. Sin embargo, esa gente no puede ser tratada como un especulador internacional, porque esto también es un error, ya que nadie tiene ganas de recurrir a esa dinámica, sino que se hace porque estamos en una situación muy delicada por la pandemia. Hay caída de ingresos, de salarios y lo que pasó con la rebelión policial, más allá de sus componentes políticos, refleja una situación de muchos trabajadores argentinos.
Una vez entendido esto, hay que focalizarse en los grandes especuladores, tanto por el lado de la demanda, algo que empezó a hacer correctamente el Banco Central, como por el lado de la oferta, porque también sabemos que el sector agropecuario está reteniendo a la espera de una devaluación que ellos mismos estimulan al no vender. Hago un cálculo general por arriba: tienen que liquidar todavía 6 mil millones de dólares, si esta cantidad entrará en las reservas, todo esto se tranquilizaría.
APU: ¿El Estado tiene capacidad de apurar la liquidación de esas ventas en el exterior?
R. A.: Habría que registrar si se están incumpliendo las normas en relación a que una vez producida la venta tiene que ingresar el pago en 15 días. Esto, incluso, lo dictaminó el gobierno anterior. La otra cuestión es que parte de los productores ni siquiera la vendieron a la espera de un cambio de situación, que son los famosos silobolsas. Acá no hay mucho que hacer salvo que se determine un impuesto específico para eso. Entonces, acá, el Estado tiene que esperar de brazos cruzados hasta que liquiden. Si tuviéramos en las reservas un neto de 15 mil millones de dólares, no habría inconvenientes con esa espera de las ventas, pero ellos mismos se convencerían de que, como no va a haber una devaluación, tampoco tiene tanto sentido estar especulando.
El punto acá es pensar la manera de quebrar una expectativa devaluatoria. Mi sugerencia para el gobierno es que busquen fondos adicionales en el exterior, pensando que el mundo es más grande que los bonistas norteamericanos y el FMI. Es decir, hay muchas fuentes de financiamiento en el mundo que no pasan por el control occidental. En ese sentido, hay que abrir la cabeza porque son opciones para poder dar una solución efectiva, entendiendo que lo que ocurre en este momento no es una cuestión estructural. Argentina está superavitaria en comercio exterior, la balanza comercial está dando más de mil millones de dólares por mes. A esto hay que agregarle que se renegoció con bonistas y que cualquier renegociación con el FMI nos habilita a que los próximos años sean de gracia, es decir que no tenemos compromiso estructural importante y estás superavitario. Sin embargo, tenemos estas circunstancias transitorias de pocas reservas que nos someten a un acoso oportunista que quiere aprovechar esta situación.
APU: ¿Piensa que puede haber alguna alternativa de ahorro, alguna herramienta para que la gente pueda ahorrar en pesos?
R. A.: Por un lado, existen algunas alternativas de ahorro disponibles actualmente. La diferencia es que no tienen el nivel de accesibilidad y de liquidez del dólar. Actualmente, con el home banking, en un clic podés comprar 200 dólares sin salir de tu casa. Algo así debería haber con un bono, que se llame “bono nacional X”, que se ajuste por la variación del dólar. Por ejemplo, para atender la situación de la gente que quiere comprar una casa, sería bono ladrillo, que ajusta por los precios de la construcción. Otro ejemplo sería el bono auto para quienes quieran comprar un vehículo.
Lo cierto es que la comodidad del dólar por ahora no ha sido disputada. Este es un punto a tener en cuenta y analizar para competirle al dólar, pero por ahora lo que habría que inventar es una iniciativa sencilla, práctica, creíble, fácil y transable en el mercado. Esto hay que hacerlo rápido y acompañarlo con una enorme campaña publicitaria. La verdad es que el Gobierno es un desastre en materia de comunicación pública, todo lo que hace es muy débil, se esfuma en el aire y queda poco, salvo el tema de la pandemia. Cuando se lance una iniciativa como ésta claramente tiene que llegar hasta el último de los argentinos y con información clara y sencilla.
APU: ¿Hasta qué punto se puede permitir el rulo financiero y de qué manera habría que desincentivarlo teniendo en cuenta que es una actividad nociva para la economía de Argentina?
R.A.: Hay que recordar que esto empezó concretamente en 1977 con la reforma financiera de Martínez de Hoz, cuando el libre acceso a dólares educó a nuestra población en el uso del dólar en forma masiva, y muchas de esas prácticas continuaron hasta la actualidad. Después pasamos por hiperinflaciones y diversas situaciones que fueron reafirmando al dólar como una reserva de valor. Es decir, en el dólar se expresan varios fracasos argentinos, pero también, y esto hay que decirlo, el fracaso de las fuerzas populares argentinas porque no han sido capaces de explicarle al pueblo por qué llegamos a esas situaciones. Porque si lo único que hacés es culpar a la gente y no le ofreces ninguna alternativa real, la gente termina diciendo que Milei le habla más de la realidad que vos, y también termina pensando que le hablás de un patriotismo abstracto, pidiéndole que pierda los ahorros.
Así que acá tenemos un tema muy interesante para pensar políticas populares efectivas que den cuenta de los problemas reales, porque no existe una economía en la que no se puede ahorrar. Por suerte Argentina no es un país tan pobre, y hay capas medias que tienen capacidad de ahorro y es importante aprovechar esos ahorros para el desarrollo del país.
En el período de CFK se empezó a pensar en esto, pero no se logró concretamente porque teníamos varios problemas que socavaban la credibilidad de la moneda y de las formas de ahorro. Hay que pensarlo y proponerlo con el compromiso de que sea real, efectivo y que convenza a la gente. No tiene sentido enfrentar la idea de patriotismo con la idea de que por patriota me tengo que perjudicar.