Economía en rojo: la inflación no cesa por errores propios del macrismo
Por Martín Massad
La inflación en nuestro país engendra todos los males de su economía y golpea fuerte en los bolsillos de los trabajadores y las trabajadoras que deben mantener a sus familias. Con una suba de precios que acumulada a mayo es del 12,9 por ciento según los datos del Instituto Estadístico de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) y con una proyección anual del 34 según la misma fuente, las perspectivas son de malas a peores. Los sueldos, en su mayoría, ya fueron superados por la inflación, ya que a pesar de que el Indec aún no emitió la cifra oficial para junio, varias consultoras -como la de Orlando Ferreres y Asociados- exponen un aumento del 3, 9 por ciento mensual que acumulado al primer semestre da un 15, 5. De esta manera, ya ni el emparche que hicieron desde el Ministerio de Hacienda cuando reemplazaron la meta del 10 al 15 por ciento para el 2018 va a tener relación directa con la realidad.
Dicho esto, con el sentimiento de que más allá de los números la sensación en las calles y en los comercios es de angustia ante el avance casi descontrolado de las subas de precios, me gustaría poder profundizar en porqué la inflación engendra todos los males y quiénes son estos.
Para empezar vamos a ir descartando situaciones en las cuales la inflación tiende a subir. El primer escenario propicio para el aumento de los precios es cuando hay una inflación por demanda y esto sucede cuando esta última supera a la oferta. Entonces la capacidad productiva no puede aumentar al mismo ritmo con la que crece la demanda de bienes, y se crea una presión inflacionaria. Esta situación dista de ser la de nuestro país ya que estamos en presencia de un estancamiento del consumo por las dificultades antes mencionadas que sufren los trabajadores.
El segundo escenario propicio para la inflación se da en el caso que el Banco Central de un país puede decidir aumentar la oferta monetaria para estimular la producción. Sin embargo, si la demanda de dinero o la producción no crecen junto con la oferta, se puede generar inflación. Esto no sucede en nuestro país ya que la oferta de dinero para estimular la producción se presenta a una tasa desorbitante que ninguna pyme puede aguantar. Los préstamos para la pequeña y mediana empresa rondan en 47 por ciento anual, interés imposible para la producción ya que si el mismo se traslada a costos el producto final no soportaría el aumento. Ya no hay -como no hace mucho tiempo- préstamos para la inversión productiva al 17 por ciento para ayudar al crecimiento de la industria. El Estado se ha desentendido de la situación por la que atraviesan las pymes y mira para el costado. Mientras muchas de las fábricas cierran sus puertas con consecuencias de desempleo y precariedad.
Luego de dejar a atrás las situaciones de una posible inflación con crecimiento, es momento de meternos en las causas de la inflación real en nuestro país. La primera causa y la que viene pegando duro en estos últimos meses viene atada a la suba del dólar. A pesar que desde el oficialismo desmientan que el aumento del billete verde se haya trasladado a precios, todos sabemos que, aunque no esté de hecho dolarizada, nuestra economía se mueve a ritmo de la moneda yanqui. Y en muchos casos esto sucede más allá de que las materias primas para la elaboración de los productos son nacionales. Ahí la ecuación resulta casi inentendible.
La segunda causa que mueve la aguja de los aumentos está directamente relacionada con el aumento exponencial de los precios de los combustibles y los servicios. La suba del gas registró desde diciembre de 2017 a abril de 2018 una suba del 100 por ciento. En cuanto la luz, las tarifas subieron hasta 2.800 por ciento desde 2016 según alertó el presidente de Defensa de Usuarios y Consumidores (DEUCO), Pedro Bussetti. En el caso del agua el aumento será escalonado a partir de julio y el impacto en los bolsillos será de un 68 por ciento.
Así planteadas las causas de la inflación, las mismas están directamente relacionadas a las malas decisiones que ha tomado “el mejor equipo de los últimos cincuenta años”, que ha fallado en todas sus promesas de campaña en beneficio de su propia clase y en detrimento del pueblo.