Industria naval: el camino hacia una flota de bandera
Gastón Harispe: "La navegabilidad de nuestros rios está en manos extranjeras"
Speroni (SAON): "El menemismo desreguló el sector naval"
Sánchez (ABIN): "Debemos recuperar una flota propia"
La brújula integrada: historia y presente del Astillero Río Santiago
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Por Nahuel Placanica
A través del diputado nacional Gastón Harispe, la mesa de concertación naval viene impulsando un proyecto de ley dirigido a la creación de un régimen que favorezca el desarrollo de la industria naval local y permita reconstruir una flota mercante de bandera nacional.
La iniciativa contempla un sistema de leasing naval, un fondo fiduciario para re – equipar astilleros y talleres navales, elimina el régimen de tratamiento de bandera de preferencia, habilita temporalmente el alquiler de buques y establece un régimen fiscal promocional.
Este nuevo marco jurídico permitiría oxigenar un sector ahogado por las consecuencias de las políticas neoliberales que arrasaron con la producción nacional. “Eso marcó el destierro de nuestra industria naval porque desapareció el fondo de la marina mercante, el banco de desarrollo y todo el andamiaje jurídico que daba sustento al sector”, subraya Juan Speroni, secretario adjunto del Sindicato Argentino de Obreros Navales.
Los decretos 1772 y 343 firmados en los años noventa, coronaron una política liberal iniciada en 1992 con la importación de buques usados. El 1772, permitía a las empresas encuadrar a sus trabajadores bajo la legislación laboral de su país de origen. Este decreto fue derogado en el año 2004, por el presidente Néstor Kirchner. El 343, aun vigente, promociona el alquilar de buques usados para desarrollar actividades dentro del país sin pago de aranceles.
La debacle del sector naval tuvo su contrapartida en el sector del transporte automotor, que, beneficiado también por el desguace del sistema ferroviario, creció en forma exponencial. El transporte con camiones es tres veces más costoso que el traslado en tren y cinco veces más caro que en barco.
La otra consecuencia de la destrucción de la industria naval es la desigual participación de los buques argentinos en la comercialización de nuestros productos. En lo que respecta a la hidrovía Paraná – Paraguay, más del 90% de la comercialización se realiza con barcos extranjeros.
“El país, por la hidrovía Paraná-Paraguay está transportando 14 millones de toneladas. En cuatro, cinco años vamos a cuadriplicar ese número, con lo cual vamos a necesitar barcazas, remolcadores y barcos fluviales. El desafío es cubrir eso con valor agregado y mano de obra nacional para que el dinero quede en Argentina, de lo contrario las unidades usadas van a seguir siendo la moneda corriente como ocurrió hasta ahora”, señala Juan Speroni.
“Entendemos que hoy la desregulación que ha quedado en la Argentina es brutal y todavía no ganamos Vuelta de Obligado en el sentido de que circulan por nuestros ríos y nuestros mares barcos de bandera de conveniencia”, agrega el diputado nacional Gastón Harispe.
Además de las exportaciones intra Mercosur, Argentina tiene entre sus principales socios comerciales a China. El intercambio comercial con el país asiático pasó de 1.093.519 (en miles) dólares en exportaciones en 2002 a 6.237839 (en miles) de dólares en 2011, y las perspectivas de crecimiento podrían ser auspiciosas. Tomando en cuenta la totalidad de las exportaciones, la pérdida de divisas en concepto de fletes se estima entre 7 mil y 9 mil millones de dólares anuales.
De aprobarse el proyecto de ley en cuestión, Argentina estaría en condiciones en el corto – mediano plazo de revertir la situación actual. Los astilleros estatales Rio Santiago (Ver dossier sobre el tema) y Tandanor son un claro ejemplo de las capacidades técnicas disponibles en el país.
“Sabemos hasta donde podemos hacer en el corto plazo y por eso identificamos en este proyecto la prioridad para la construcción de barcazas, remolcadores y barcos porta – contenedores”, sostiene Miguel Ángel Sánchez, presidente de la Asociación Bonaerense de Industria Naval.
Recuperar una flota mercante propia es una tarea crucial para potenciar una dinámica y competitiva industria naval, abaratar costos logísticos y contener divisas, pero también, y fundamentalmente, un acto de soberanía necesario.