Néstor y Hugo, de Iguazú a Ensenada
Por Soledad Guarnaccia
La andanza más memorable de Néstor Kirchner y Hugo Chávez se remonta a la IV Cumbre de las Américas realizada en noviembre de 2005 en la Ciudad de Mar del Plata. Durante aquellas jornadas, que bien podrían pasar a la historia como el 17 de Octubre latinoamericano, los países más significativos de la región resistieron la instauración del Acuerdo de Libre Comercio Americano (ALCA) impulsado por Estados Unidos desde 1994.
Tiempo después de aquella hazaña, Hugo Chávez relató cómo Néstor Kirchner le había asignado una misión de desgaste en la estrategia de la resistencia: “En ese debate, que fue una verdadera batalla porque Estados Unidos quería imponer el ALCA a toda costa, Kirchner me llamó aparte y me planteó una estrategia para desgastar a Bush: “Te daré la palabra a ti que hablas mucho”. Y así lo hizo. Y ahí empecé yo, dale y dale para desgastar al adversario. Hasta que Bush se paró y se fue. […] Tuvieron que pasar más de ciento ochenta años de aquel abrazo entre ese gran gigante que se llamó Simón y ese otro gran gigante que se llamó José para que nosotros, los hijos y las hijas de Bolívar, viniéramos aquí a abrazarnos con los hijos y las hijas de San Martín” Surgió así, en Mar del Plata, la primera épica de unidad latinoamericana del siglo XXI.
Aún en la prehistoria de aquella hazaña, en julio de 2004 en Puerto Iguazú, los miembros plenos del MERCOSUR acordaron iniciar el proceso de incorporación de Venezuela como miembro asociado del bloque. El gobierno venezolano llevaba demasiados años solicitando el ingreso y la posición que entonces sostuvo Néstor Kirchner fue fundamental a la hora de destrabar las negociaciones y empezar a figurar el nuevo orden regional después de más de treinta años de desintegración y sometimiento al poder de Washington.
Al termino de esa reunión, Néstor Kirchner y Hugo Chávez sorprendieron a todos cuando viajaron juntos de Iguazú a Ensenada para anunciar un acuerdo comercial entre dos empresas emblemáticas: por un lado, la poderosa Petróleos de Venezuela (PDVSA); por el otro, Astillero Río Santiago (ARS), la única empresa argentina que resistió la embestida privatizadora de los años noventa.
El acuerdo se iniciaba con el servicio de reparación en el Astillero de las embarcaciones de la petrolera venezolana pero aspiraba a concretar la construcción de los buques petroleros más grandes que se hayan construido en Argentina en las últimas tres décadas. En agosto de 2005, el Astillero había reparado tres buques para PDVSA y Hugo Chávez volvió a Ensenada para iniciar el acuerdo de construcción de los grandes producteros.
En aquella oportunidad, Chávez narró ante los trabajadores del Astillero el origen de ese acuerdo: “Estábamos en Iguazú, ya habíamos terminado la reunión y el Presidente Kirchner de repente, me dispara desde la cintura, como dicen los mexicanos, y me dice: “Mirá Hugo, vamos a Río Santiago, al Astillero”. Yo no tenía ni idea de dónde quedaba el Astillero Río Santiago y pensé que era cerca de ahí, estaba por irme pues ya habíamos terminado la reunión. Pero yo, que como él también disparo desde la cintura, le digo: ¡Vamos pues! De repente me veo en el avión presidencial ¿Y a dónde vamos? A Buenos Aires. Y vinimos a esta maravilla de Río Santiago, conocimos a los trabajadores, dimos algunos discursos, algunas palabras. Yo todavía estaba procesando pero me fui muy emocionado con lo que ví, con lo que oí y sobre todo con la fuerza de los trabajadores y las trabajadoras, porque ustedes salvaron estos astilleros para la nación argentina de esa voracidad neoliberal”. El nombre del primero de esos buques de la integración también fue un “disparo desde la cintura”: “Miren, se me ocurre algo, se me ocurre una cosa muchachos, voy a proponer algo, el primer barco que ustedes nos van a hacer se va a llamar Eva Perón. Le vamos a poner el nombre bien grande, como grande sigue siendo ella. ¡Viva Eva Perón!”
A partir de ahí comenzaron las peripecias para efectivizar un acuerdo sin precedentes en una Argentina aún muy afectada por la crisis del neoliberalismo. La concreción del contrato millonario transitó por numerosos obstáculos y en reiteradas ocasiones Kirchner y Chávez tuvieron que intervenir directamente para proteger los intereses del Astillero frente a los lobistas privados que pretendían adueñarse del negocio. Luego de muchas idas y vueltas, que incluyeron manifestaciones de los trabajadores y gestiones de todo tipo, el 12 de julio pasado se realizó la botadura del buque Eva Perón y se iniciaron las tareas para la construcción del siguiente buque de iguales características que llevará el nombre de Juana Azurduy, una mujer también ligada a la historia de emancipación latinoamericana.