Pagni avisa: el FMI quiere más devaluación
Por Enrique de la Calle
El macrismo no vive sus mejores momentos, eso está claro. La crisis del dólar golpeó duro en la alianza Cambiemos y también en sus "intelectuales orgánicos". Da un poco de gracia ver a los Mirtha Legrand, Alfredo Leuco o Carlos Pagni mostrar su enojo por cómo se dan los acontecimientos. El propio Pagni se preguntó cómo podía ser que la Argentina que tanta ilusión había generado en el mundo pasara por estos momentos ingratos. ¿Quién iba a decir que la política de endeudamiento nos llevaría al FMI, no?
Con la cola entre las piernas, el ministro de Hacienda, ex columnista de Clarín y evasor confeso, Nicolás Dujovne, recorrió miles de kilómetros hacia Estados Unidos para pedir un acuerdo con Fondo Monetario Internacional. El organismo le prestaría al país alrededor de 20 mil millones de dólares, que es casi lo mismo que vence la próxima semana en Lebacs. Algún mal pensado podrá creer que esa plata se usará para financiar una nueva fuga...
Ahora: ¿Qué pedirá el FMI? Se sabe que nada es gratis en este mundo. El editorialista de La Nación, el citado Pagni, propone que el organismo quiere profundizar la devaluación que Cambiemos está llevando adelante (por acción u omisión) desde fines del año pasado. En 12 meses, el peso se devaluó un 50%. Pero el FMI quiere más: para Pagni, el dólar dejaría de "estar barato" en 25 o 26 pesos. Como viejo amigo de Dujovne, se puede dar crédito al periodista sobre el pliego de condiciones del FMI que seguramente incluirá otros puntos.
Así las cosas, el macrismo enfrenta su peor desafío, el que golpea en la cara a su política de ajuste gradualista, que en 2017 le permitió realizar una buena elección de medio término. ¿Es el final de esa etapa? El Gobierno amarillo sabe que la conjugación de mayor devaluación, ajuste del gasto y suba de la inflación (que sigue en torno al 25% anual) impactará negativamente sobre la actividad económica y el mercado interno. Ese escenario no parece ser la mejor antesala para una elección presidencial, que ya dejó de ser un trámite para el oficialismo.
Por último, aparece otra vez el espejo de Brasil. Se sabe que en 2015, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuestionó a su par Dilma Rousseff por el ajuste que el PT empezaba a realizar. Esa política impactó negativamente sobre la propia base social del oficialismo, que terminó cuestionado por los propios y expulsado por las ajenos. Ahora Mauricio Macri puede mirar a Michel Temer, quien aplica sin matices un programa bastante clásico de ajuste estructural. Un abismo los separa, por ahora. Temer, lo sabe, no tiene ninguna ambición personal, más allá de evitar la cárcel cuando termine su mandato. Y para eso está haciendo todos los deberes.