"Sin pleno empleo, es legítimo pensar que una parte de los ingresos debe ser independiente de la posesión o no de un trabajo"
AGENCIA PACO URONDO dialogó con el investigador de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Marcos Gallo, sobre la compleja situación económica y social que vive Argentina. "Hay un problema que hoy se está debatiendo en el marco del capitalismo global, que es si el capitalismo actual, con la configuración que está tomando, está en condiciones de generar puestos de trabajo para el conjunto de la población. Es un problema que se da en países desarrollados, incluso", describió.
APU: En la carta presentada poco después de la derrota en las PASO, Cristina señala un ajuste económico por parte del gobierno. Por su parte, el ministro Guzmán dice que "no hubo ajuste", sino que se aplicó una "reducción del déficit, que es distinto". ¿Por qué posición te inclinás vos?
Marcos Gallo: Lo que sucedió en el transcurso del 2021 es una reducción tanto del déficit fiscal primario como del déficit financiero. Este último es el que incluye el pago de intereses de la deuda pública, los cuales tuvieron una disminución muy grande como consecuencia de la reestructuración de la deuda pública nominada en moneda extranjera con acreedores privados.
Ahora, si miramos la composición de los ingresos y los gastos públicos, vemos que los ingresos no subieron en 2021, no solo con respecto a 2020, que estábamos en plena pandemia y hubo una caída en la recaudación, sino con respecto a 2019. Los ingresos públicos hoy son similares a 2019, y lo que sí hubo fue un recorte del gasto primario; y si lo desglosamos hubo un recorte del gasto social. En consecuencia, yo considero que sí, se puede hablar de ajuste.
APU: ¿Cuál es el horizonte de la inflación con esta inyección de dinero en la plaza y siendo que aún no han aumentado las tarifas?
MG: En el transcurso del 2020, en lo peor de la pandemia, y en el momento de restricciones a la actividad económica más duras, hubo una emisión de dinero importante para financiar la ampliación del gasto social, el IFE, los ATP, las distintas medidas que hubo para intentar amortiguar los efectos sociales de la pandemia. Eso después se contuvo. Ya hacia fines de 2020 hay una contención de la emisión monetaria, cosa que siguió a lo largo del 2021. De hecho, vemos que el crecimiento de la base monetaria estuvo por debajo de la inflación, con lo cual hubo una caída en términos reales del valor de los agregados monetarios.
Ahora, si observamos los indicadores macroeconómicos más importantes durante el último año, lo que vemos es que tenemos por un lado reducción del déficit fiscal primario, como mencionaba, una caída todavía mayor del déficit fiscal financiero, contención del crecimiento de la base monetaria, e incluso caída de esa base porque aumentó en términos nominales menos que la inflación.
Por el lado del sector externo, los números están dando muy bien, hay superávit de comercio exterior, de cuenta corriente; la formación de activos externos, lo que habitualmente se denomina “fuga de capitales”, en términos netos en lo que va en 2021, dio negativa, o sea dio ingreso de capitales en lugar de fuga; y el tipo de cambio está relativamente estable.
Si observamos todos estos indicadores, la inflación debería caer a niveles muy bajos, no hay motivos por los cuales se fundamente una inflación tan alta como la que tenemos hoy en Argentina. Desde el punto de vista de lo que sería la economía de manual, las cosas que se deben hacer para contener inflación, se han hecho, con lo cual acá es donde siempre recurrimos a la explicaciones heterodoxas de la inflación: en Argentina no se puede obviar el poder de los grandes formadores de precios, la determinación de los costos de la canasta básica. Sabemos, siempre se dice, que muchos de los bienes de la canasta básica tienen una oferta concentrada en unas pocas y grandes empresas, y son empresas que buscan aumentar sus tasas de ganancia vía aumento de precios y no aumento de oferta.
Esa es una de las explicaciones, y eso se soluciona con políticas de controles de diversos tipos y sobre todo incrementando la capacidad del Estado para influir sobre el conjunto del aparato productivo. En tal sentido, el aumento de la oferta monetaria no es la causa principal que está detrás de la inflación en la Argentina, con lo que yo considero que no cabe esperar un aumento de inflación porque aumente la oferta monetaria, en todo caso eso puede generar ciertas presiones cambiarias que agraven en cierta medida un problema inflacionario que en realidad tiene otras raíces, que tiene que ver con la estructura concentrada en gran parte del aparato productivo, la poca capacidad de intervención del Estado en la economía.
Y también hay que tener en cuenta que hay un elemento cultural, que son las expectativas. La población argentina es muy sensible a las expectativas inflacionarias; rápidamente, en toda la cadena de comercialización se ajustan precios ante cualquier incertidumbre, y eso hace también que la inflación tenga un componente inercial, que hace que el problema sea más difícil de controlar aun.
La verdad es que en la situación actual la economía argentina está funcionando con un nivel de desempleo importante, con un nivel de capacidad ociosa en determinados rubros importante, con un nivel de consumo reprimido por las dificultades económicas y de ingresos de gran parte de la poblacion... Y, en ese contexto, no se le puede echar la culpa de la inflación a los factores tradicionales.
APU: Dentro del Frente de Todos se está dando un debate importante en relación al pasaje de los planes sociales a planes de corte laboral. ¿Qué opina? ¿Es simplista o hasta ingenuo pensar el pasaje de esa manera o ve chances concretas de empezar a realizarlo?
MG: El pasaje es en principio un objetivo deseable. Sabemos, igual, las dificultades de implementación que puede tener una política de este tipo. Reducir el desempleo no es fácil, el proceso de creación de puestos de trabajo es lento y se logra con políticas económicas expansivas sostenidas en el tiempo. Además, también tienen problemas porque necesitan recursos para financiarse, generan presiones inflacionarias y además, como mencionaba, demoran un tiempo en tener efecto.
Ahora bien, se pueden articular las políticas sociales con distintos tipos de iniciativas productivas y también con distintos tipos de iniciativas de formación. Eso sí se puede hacer. Pero más allá de esas propuestas, hay un problema que hoy se está debatiendo en el marco del capitalismo global, que es si el capitalismo actual, con la configuración que está tomando, está en condiciones de generar puestos de trabajo para el conjunto de la población. Es un problema que se da en países desarrollados, incluso.
Si consideramos que esto es una problemática estructural que se está profundizando, que cada vez más vamos a tener un desempleo estructural relativamente elevado porque el capitalismo tal como se está conformando hoy en día no está en condiciones de generar puestos de trabajo acordes al tamaño de la población, tenemos que pensar en políticas que disocien el ingreso del trabajo. Ya hay debates serios y muy extendidos sobre esto: el concepto de renta básica universal o el ingreso ciudadano hablan de un piso de ingresos para todos los ciudadanos independientemente de su situación laboral. Hoy, difícilmente pueda pensarse en una sociedad de pleno empleo como la que se dio a mitad del siglo XX. Si esto es así, es legítimo pensar que una parte de los ingresos del conjunto de la población tiene que ser independiente de la posesión o no de un trabajo.
En ese marco, yo creo que lo que debería implementarse es una unificación de todos los ingresos que no dependen del trabajo o que están vinculados a distintos tipos de ayudas sociales. Por ejemplo, yo creo que la Asignacion Universal por Hijo debería unificarse con el sistema de Asignaciones Familiares Contributivas, donde la persona que recibe una asignación perciba de forma directa, entienda de forma directa que, por pasar a tener un trabajo formal, no pierde la asignación, sino que es independiente de si esa persona está trabajando o no, en blanco o no. Eso es un sentido común que considero que es importante instalar en el conjunto de la población.
Y otra cuestión importante es que también la persona que trabaja en blanco perciba que recibe una ayuda del Estado. Esto creo que tiene que ver también con una transformación cultural en el conjunto de la sociedad argentina que es necesaria. El Estado es percibido por parte de la población como el adversario, el enemigo que siempre nos saca con los impuestos. Ellos deberían percibir que el Estado muchas veces da. Además de dar educación, salud, jubilaciones, también contribuye de manera directa al sostenimiento de un determinado nivel de ingresos para toda la sociedad. Y esto también sería una política de comunicación.
APU: Teniendo en cuenta que empiezan a vencer los plazos de la deuda, ¿cree que puede sostenerse la recuperación económica que se empezó a dar en los últimos meses?
MG: Los vencimientos de deudas en moneda extranjera, en particular los que están pendientes con el FMI, son un condicionante muy grande para el manejo de la economía argentina. Imponen una presión sobre las reservas del Banco Central y el tipo de cambio que complica todo el manejo de la macroeconomía. Por eso es imprescindible lograr una negociación conveniente con el FMI. Porque si eso no se da, o bien a Argentina se ve obligada a realizar pagos de vencimientos que condicionarían fuertemente el manejo de la economía y afectarían gravemente el nivel de vida de parte de la población o bien Argentina se vería obligada a entrar a un default. Ninguna de las dos opciones tendrían consecuencias positivas.
APU: Existen ciertas actividades como la minería o la cría salmón que podrían significar un caudal importante de dólares y generación de empleo pero que se ven denegadas por activismos ambientales. ¿Qué opinión le merece el tema?
MG: El extractivismo es un debate que hoy se está dando en gran parte del mundo: hasta dónde el desarrollo del capitalismo puede seguir provocando la degradación ambiental que ya se observa. En ese sentido, es indispensable buscar formas alternativas tanto de provisión de energía como de manejo de recursos, porque ya es evidente que el crecimiento económico y el desarrollo del capitalismo en su modalidad actual está generando una presión sobre la naturaleza y los ecosistemas que está poniendo en riesgo gran parte de la biodiversidad. En ese sentido, entiendo que hay que priorizar objetivos de largo plazo y en la medida de lo imposible relegar o poner en segundo plano objetivos de mediano plazo vinculados a la necesidad de obtener divisas. Esto también se vincula con la carga del endeudamiento externo. El endeudamiento no puede imponer la promoción de actividades que degraden seriamente el medioambiente.
Y también hay que tener en cuenta que muchas de esas actividades extractivas no necesariamente generan encadenamientos productivos hacia el interior de la economía argentina o hacia el interior de las economías en donde esas actividades tienen lugar. Si nos limitamos simplemente a la exportación del material extraído con mínima elaboración, eso puede generar un ingreso de divisas importante que es usufructuada por un conjunto de actores muy reducido, y que en gran medida terminará fugada, como ya ha pasado y como pasa frecuentemente en los países periféricos y sin ningún efecto positivo en el resto de la población.