“Tenemos que recuperar el control de los dólares de la exportación”
Por Santiago Gómez
En el II Congreso Económico de Pensamiento Latinoamericano, organizado por el Banco Central de Bolivia y la Asociación de Pensamiento Económico Latinoamericano (APEL), la ex presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, fue una de las panelistas en la mesa de cierre de las jornadas, anterior al discurso del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales. Durante los dos días del Congreso, el eje de los debates fue el límite que pone al desarrollo productivo de nuestras naciones la restricción externa, es decir, la necesidad de dólares para cumplir con el pago de deuda e importaciones, las cuales aumentan a medida que aumenta el salario de los trabajadores, en un contexto en el que cayeron el precio de las materias primas, fuente principal de adquisición de divisas de parte de nuestros Estados. Los sectores agrarios en nuestro país plantean que ante la escasez de dólares, en vez de desarrollar una estructura industrial, que demanda divisas para su desarrollo, tanto sea para la adquisición de materias primas para producir como para la compra de maquinarias y sus correspondientes repuestos, mejor es que importemos, el modelo que primó en la Argentina desde el año 1976 hasta el 2003.
Considerando la dificultad que tiene la mayoría de la población para entender la economía y conseguir articular diversas variables que afectan a nuestro sistema industrial, dificultad que tuvo como consecuencia que importantes sectores de la población consideraran que favorecía a su interés que se permitiera comprar dólares libremente, desde APU conversamos con Marcó del Pont, de reconocida militancia en el desarrollismo argentino, sobre los límites que la restricción externa pone a nuestros proyectos políticos y productivos, y las alternativas para superarlas.
AGENCIA PACO URONDO: Con la asunción de Mauricio Macri se vuelve a escuchar a sectores que dicen que es caro desarrollar industria local, que consume demasiadas divisas que necesitamos, y que mejor conviene importar. ¿A eso qué se le responde?
Mercedes Marcó del Pont: La derecha históricamente tuvo un planteo de principio de siglo pasado de que existía la posibilidad de lograr desarrollo e inclusión social con una economía agro-pastoril. Ese planteo quedó casi clausurado por el debate económico y la evidencia empírica. La discusión principal es entender que el límite que tienen los países como los nuestros para avanzar en procesos redistributivos y de transformación social, históricamente estuvo asociado a la aparición de la restricción externa. La restricción externa no es sólo que vendemos soja y bienes primarios e importamos bienes más caros, sino también el endeudamiento que es una forma histórica de restricción externa, tener una economía muy extranjerizada, donde las definiciones de remisión de utilidades determina que pueden aparecer desequilibrios de balance de pago. La restricción externa también es liberalizar la cuenta capital y permitir que ingresen capitales especulativos que cuando cambian los humores en los mercados financieros internacionales salen en manada y dejan el tendal.
Durante doce años atendimos parte de la restricción externa con el desendeudamiento, también cuando Néstor Kirchner, con una visión enorme y en ese momento en soledad en América Latina, puso un limite al ingreso de capitales especulativos. Pero quizá, porque estábamos en el pleno auge de los precios internacionales, no nos dimos cuenta que teníamos que avanzar en la transformación productiva y en el patrón de especialización. Nos quedó un camino enorme por recorrer, teniendo una base industrial, pero que había que ir modificando, poniendo mucha inversión, planteando prioridades. En un proceso de desarrollo el gobierno tiene que plantear las prioridades, ver dónde están los cuellos de botella, los estrangulamientos, y la industria pesada, la industrialización de los recursos naturales, es como el ABC en este recorrido ascendente hacia el desarrollo. La industrialización sigue siendo el tema y en eso no hay atajos.
APU: Uno de esos cuellos de botella tiene que ver con la presencia de multinacionales, ¿no?
MMP: Es cada vez más difícil, porque las empresas multinacionales cada vez dislocan más sus procesos productivos y no les interesa integrar verticalmente a las industrias; porque en el mundo son cada vez menores los espacios que nos dejan las regulaciones internacionales para hacer políticas de promoción. Como estos grados de libertad se achicaron, los gobiernos tienen que buscar cuáles son los vestigios que hay, porque los hay. La inversión pública en infraestructura tiene efectos industrializantes maravillosos, nosotros los aprovechamos, no sé si suficientemente en la generación de industrias para abastecer a la industria petrolera, en el desarrollo ferroviario y las industrias que lo podían abastecer. Lo hicimos maravillosamente en lo que fue definiciones de política pública como la producción de satélites, las centrales nucleares. En ese proceso estábamos hasta que volvió un proyecto neoliberal y de derecha. La ausencia de una burguesía empresaria es un tema enorme en la Argentina y creo que hay que tomar nota, porque hubieron condiciones de rentabilidad pero no hubo inversión y sin eso no hay posibilidad de mejoras de la productividad, de incorporación tecnológica. Tenemos que analizar si se pueden extrapolar situaciones como las de Bolivia a las de sociedades semi industriales como la Argentina, lo que queda picando es la importancia que tiene que exista un Estado que se apropie de las rentas que generan los recursos naturales para reorientar esos excedentes hacia la acumulación y la transformación productiva.
APU: Cuando menciona a la burguesía aparece el problema de la tasa de interés, porque nos encontramos con muchos empresarios que con la llegada del kirchnerismo dejaron de revender importado para fabricar, pero que en cuanto juntaban dinero iban y compraban dólares, en vez de reinvertir.
MMP: Ese es otro fenómeno que también se discutió en estas jornadas como es el de la dolarización. Tan relevante como el intercambio desigual, la extranjerización y el endeudamiento a la hora de definir la restricción externa, es la fuga de capitales de los propios residentes. Tuvimos durante doce años un fenómeno raro, porque en los noventa hubo mucha fuga pero se financiaba con endeudamiento, cosa que está volviendo a ocurrir; pero nosotros nos desendeudamos pero la fuga se nutrió de los dólares que teníamos del excedente externo, que también es muy grave, porque nosotros lo habilitamos. Cuando uno se plantea políticas de intervención en el mercado de cambio para limitar esos procesos hay reacciones de las clases medias muy fuertes, como las que tuvimos. La discusión no sólo tiene que ser técnica sino más política, de cómo se genera una construcción de sentido común, consciencia, de saber transmitir cuáles son las prioridades al conjunto de la sociedad para que se legitimen las políticas desde el Estado.
APU: Uno de los efectos de las políticas de administración del tipo de cambio, mal llamado cepo, fue que los sojeros se sentaron arriba de los silo bolsa y de hecho no terminaron de abrirlos ni con Macri. ¿No terminó funcionando como una zanahoria para el gobierno si no devalúan más no terminamos de liquidar?
MMP: Entre los cambios institucionales que nosotros tendríamos que habernos planteado en su momento, y no lo digo para autoflajelarse sino para tener conciencia de las cosas que tendríamos que haber anticipado, es la elevadísima concentración que hoy tiene la comercialización internacional de granos en la Argentina, la enorme extranjerización, el poder que tiene sobre el mercado de cambio y el abastecimiento de divisas, que es el punto flaco de nuestras economías subdesarrolladas. Hay que discutir volver a recuperar el control de los dólares de la exportación, no digo volviendo a las juntas, pero sí buscando otro tipo de institucionalidades como existen en muchos países avanzados, como Nueva Zelanda, Australia.
Teníamos las Juntas Reguladoras de Granos, hasta que Cavallo las eliminó de un plumazo, que permitían centralizar y tener gobernabilidad sobre los dólares de la exportación. En la agenda de temas que tenemos que discutir, para ampliar los grados de gobernabilidad, tenemos que recuperar el control de los dólares de la exportación, que siguen siendo el grueso de las divisas que genera la Argentina. Necesitamos plantear una agenda con prioridades de industrialización donde el Estado directamente o en sociedad con el sector privado, como en Bolivia, actúe para inversiones en áreas estratégicas. Todo esto es más difícil plantearlo en un contexto donde la economía mundial no está creciendo, donde los precios de las materias están cayendo, donde hay saldos exportables que están tratando de ingresar en nuestros mercados internos, pero en estos defiladeros más estrechos es que tenemos que definir las políticas para cuando volvamos.
APU: En su exposición, el presidente de APEL, Demian Panigo, señaló que nos faltaron economistas con un mayor conocimiento de cada sector productivo. ¿Coincide?
MMP: Debemos plantear la planificación, el desarrollo hay que planificarlo, y Bolivia nos da una maravillosa demostración de esto y cómo ellos se anticipan a dónde van a aparecer cuellos de botella a medida que se avanza en el proceso de transformación productiva. Una etapa de buenos precios internacionales hacen que se disimulen esas falencias. En los cincuenta, en los sesenta, existían los sectorialistas, los que conocían cuáles eran los factores económicos, los empresarios, con quién se contaba y con quién no. No se trata de armar grandes planes, sino de conocer la estructura productiva, definir las prioridades, identificar cuáles van a ser los sectores que se van a priorizar porque los recursos no son infinitos, la industria no puede crecer toda igual, hay prioridades y ahí tiene que estar el Estado impulsando, invirtiendo, acompañando. La planificación del desarrollo hacia adelante lo tenemos que tener claro.