Volvimos, en unidad
La victoria de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones presidenciales en primera vuelta es una conquista contundente. Hay que reivindicar este triunfo porque fuimos parte de la lucha cotidiana. Incontables espacios de resistencia políticos, sociales y culturales fueron fundamentales para la toma de conciencia y la contención del campo nacional y popular. Prevaleció la política por sobre el marketing.
La campaña de Mauricio Macri contó con inagotables recursos estatales, además del apoyo de los medios, una parte del Poder Judicial y el stablishment económico. En cambio, el Frente de Todos se conformó sobre el gesto de CFK de ceder la primer candidatura a Alberto Fernández, una frágil alianza en el peronismo y el tejido social mencionado en el primer párrafo, entre el que está la Agencia Paco Urondo.
Aplastado en las PASO, el macrismo construyó un balotaje de facto. No hay otra forma de explicar los resultados en CABA, La Plata, Bahía Blanca o Mar del Plata. Además llevó a cabo una campaña discursiva hipersegmentada, en la que muchos votantes dedujeron que era una cuestión de vida o populismo. También queda pendiente la reflexión sobre la utilidad de las PASO. Así y todo, a Cambiemos no le alcanzó y hubo fiesta en Chacarita.
El 40% del macrismo convoca a pensar la complejidad social en la que convivimos. En esta coyuntura, existe el riesgo de enfrentar un armado articulado con capacidad de movilización y herramientas electorales. Al kirchnerismo le faltó una base territorial federal para comprender todas las realidades locales.
Que los artilugios del macrismo no empañen la victoria ni la emoción de haber logrado una victoria popular. Que surja una síntesis que refleje estos años de resistencia en la calle, en los barrios, los comedores, los sindicatos, en la cultura, las básicas y cada uno de aquellos pequeños lugares que no claudicaron ante tamaña adversidad. Por los que están y por quienes no llegaron. Por todas y todos los que marcharon a pesar de la represión.
En materia económica, la herencia será durísima. Habrá que revertir la emergencia extrema. La tarea será reconstruir los niveles de cuatro años atrás, no recuperarlos será una gran desilusión para el Pueblo argentino. Esto requerirá ampliar los acuerdos existentes, lo que siempre despierta tensiones ideológicas.
Este triunfo también debe ser ubicado en una región convulsionada por el despertar del pueblo chileno, la resistencia ecuatoriana y el golpe de Estado en Bolivia. La nueva etapa debe procurar la articulación regional ante una derecha latinoamericana que se resiste a perder sus privilegios, ataca gobiernos populares elegidos democráticamente y muchas veces logra imponer su sentido común.
El campo nacional y popular requiere ahondar en mecanismos en clave feministas. No se puede ni debe ningunear la capacidad de convocatoria, participación y demandas del movimiento feminista, en el marco de la amplia agenda de la justicia social. El peronismo debe ser parte y protagonista de la consolidación de la lucha de mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries, porque es la base de la igualdad. Pensar esta nueva etapa es también profundizar las prácticas sociales y culturales construidas bajo el paradigma inclusivo del feminismo popular, en consonancia con las urgencias de las mayorías postergadas.
Es hora de custodiar lo que se logró afianzar en la calle, en las ollas populares, las marcha y también en las represiones. Debatir y consensuar colectivamente en términos estratégicos. Acompañar a Alberto Fernández y a Cristina Fernández en este recambio histórico. Volvimos.