Votamos a Scioli con todas las contradicciones
La conductora Cristina Fernández definió, baño de humildad mediante, la fórmula del Frente para la Victoria para las elecciones presidenciales.
Este hecho encierra una paradoja del proyecto kirchnerista: su principal referente se retira del gobierno con una alta imagen de aprobación y una centralidad casi excluyente. No obstante, el heredero no resulta ser un (el) cuadro sucesorio deseado sino más bien el mejor candidato posible para enfrentar en las urnas a las opciones del establishment revanchista.
Las organizaciones militantes y los círculos sindicales filokirchneristas, que reconocen en Cristina Fernández su conducción política, cerraron filas detrás de Daniel Scioli acompañando su candidatura en una elogiable demostración de encuadramiento.
Pero este valioso acatamiento orgánico, no exento de cuestionamientos por lo bajo, no debe obnubilarnos sobre las contradicciones latentes, sobre cuya resolución la figura de Scioli genera más dudas que certezas.
Con todas sus limitaciones, el kirchnerismo logró una Década Ganada de conquistas y, en su mejor faceta, Néstor y Cristina operaron sobre el conflicto social equilibrando la correlación de fuerzas a favor de una resolución favorable al campo popular.
Esta forma de ejercicio del poder no parece verse reflejada en la figura del gobernador bonaerense. Su gestión y dirección política dan cuenta de una forma de gobierno más ligada a la administración de un estado de cosas que a la iniciativa transformadora característica de estos años.
En ese sentido, las posibilidades de avanzar sobre conflictos como los derivados del avance de la frontera sojera, la informalidad y precarización laboral que se cierne como espada de Damocles sobre nuestra clase trabajadora, los problemas por el acceso a la tierra y la vivienda, entre otras demandas de nuestro Pueblo, resultan inciertas.
El rumbo que tome el eventual gobierno de Scioli definirá el accionar militante kirchnerista. Si Scioli retoma una agenda de demandas populares (los anuncios de los ministerios de Economía Popular y Derechos Humanos son señales positivas), será responsabilidad de la militancia acompañar y hacer de ellas políticas efectivas.
Pero si el escenario es de ajuste, la acumulación organizativa lograda en estos años tendrá su bautismo de fuego en la lucha, conduciendo el conflicto y construyendo desde la calle una alternativa política, en caso de que sea necesario recuperar una vez más el rumbo transformador del gobierno con el voto de las mayorías.
Con estas consideraciones, en agosto como en octubre votamos a Scioli con todas las contradicciones, las suyas, las nuestras, las del proyecto.