Nicolás Trotta con APU RADIO: "Somos conscientes de la profunda desigualdad que hay en la Argentina"
Por Martin Massad y Juan Cruz Guido* | Foto Daniela Morán
Agencia Paco Urondo: ¿Qué implica la resolución de que las escuelas no podrán finalmente calificar a los alumnos?
Nicolás Trotta: Efectivamente, se resolvió evaluar pero no calificar a los alumnos, teniendo en cuenta que la evaluación es un componente central de todo proceso de enseñanza y aprendizaje. Hemos decidido, entonces, después de varias semanas de trabajo, que en el marco de esta excepcionalidad que es la pandemia, que el mejor camino que podemos transitar es evaluar desde una mirada pedagógica. Poder valorar el esfuerzo de los docentes, maestros/as, profesores/as y, por supuesto, estudiantes y familias, a partir de esa evaluación celebra el compromiso de la continuidad pedagógica durante los próximos meses.
Creemos que calificar –es decir, poner una nota– no implica analizar el aprendizaje del niño sino calificar su realidad sociofamiliar porque ningún niño, niña aprende solo o sola en esta etapa en la que no se puede ir físicamente a la escuela, sino que lo hacen a partir de la intermediación de los adultos del hogar. Es ahí, entonces, donde cada hogar presenta características distintas y a nosotros nos parece esencial ser conscientes de esa profunda desigualdad que tiene la Argentina.
APU: ¿El Ministerio de Educación puede hacer algún tipo de análisis con respecto a cómo se viene desarrollando la nueva modalidad de la enseñanza virtual en nuestro país a través de plataformas en estos dos meses sin clases por la pandemia?
N. T.: En una Argentina atravesada por la desigualdad no se trata solo del uso de tecnología, porque en muchos hogares no tienen acceso a ella. Es decir, no todos los niños, niñas tienen acceso a una computadora, y quienes lo tienen no necesariamente pueden disponer de ella todo el tiempo, ya que muchas veces, un teléfono o una computadora son usados por toda la familia. Eso complejiza la virtualización. Actualmente, el componente central de la continuidad educativa y pedagógica es el compromiso de nuestros docentes y de las familias que permiten que los chicos sigan aprendiendo en el hogar con la enorme complejidad que eso lleva por los momentos difíciles que estamos viviendo en Argentina.
APU: En los gobiernos de Cristina y Néstor hubo una apuesta muy fuerte a repartir computadoras en los colegios para que los niños y niñas tengan una computadora personal. Esto fue completamente devastado durante el gobierno de Macri ¿Cómo se compensa actualmente esta diferencia en el acceso a la tecnología y qué mecanismos tiene previstos?
N.T.: En el esquema de compensaciones, contamos con una agenda analógica. Hemos distribuido 18 millones de cuadernos, que consta de tres series, y ahora estamos por mandar para impresión a la cuarta. Cada cuaderno tiene tres semanas de trabajo con actividades, recursos, etc. También producimos 14 horas de programas de televisión y 7 horas de radio (21 horas en total), de lunes a viernes. Al mismo tiempo, hemos reiniciado la trascendencia del programa Conectar Igualdad que en la gestión de Cristina Kirchner implicó la distribución de 5.300.000 computadoras. Este programa fue modificado en la gestión de Macri que pasó a un esquema de gabinetes educativos con un ritmo de distribución muy inferior, por lo que en los cuatro años de su gestión se entregaron menos de 800 mil computadoras. Eso llevó a detener el proceso de distribución democrática que genera mejores oportunidades a partir del acceso a la tecnología. Es una herramienta que en la gestión de Macri no se profundizó y por eso hoy estamos priorizando en la centralidad de nuestra agenda recuperar el programa Conectar Igualdad y al mismo tiempo tener que implementar una agenda analógica.
APU: En un contexto de necesidad de tomar medidas heterodoxas en lo económico y también de ser creativos desde la política pública, ¿qué posibilidades se están viendo en las políticas educativas para esa escuela que se viene?
N.T. : Creo que la oportunidad que tenemos en el marco de esta situación tan grave a nivel global, y también en una Argentina que viene transitando dos años muy recesivos en términos económicos, de reducción de derechos y de fuerte crecimiento de pobreza y desocupación, es el enorme reconocimiento que tienen nuestros maestros y maestras y la escuela; este es un punto fundamental para tener en consideración en tanto nos permite darle mucha más centralidad en términos sociales y políticos a la agenda educativa a partir del proceso de recuperación de nuestro país pasada la pandemia y aplicar mayor presencia del Estado. Es ahí donde la agenda educativa se tiene que consolidar. Esto implica consolidar los consensos en diálogo con las autoridades de las provincias, las organizaciones sindicales y sostener los procesos de inversión educativa que también han sufrido fuertes retrocesos y recortes en la gestión de Macri.
En el 2015, el último año de gestión de Cristina Fernández de Kirchner, por primera vez se logró invertir más del 6,1% del PBI solo en educación, lo que nos lleva a ser conscientes de que sin inversión, sin priorización de la inversión pública, es muy difícil el despliegue de cualquier política educativa. Es ahí donde nosotros tenemos que acelerar la marcha, y es parte de la indicación de nuestro presidente Alberto Fernández.
APU: Los ambientes cerrados son una dificultad a partir de la pandemia. En términos estructurales ¿el ministerio de Educación está estudiando otras alternativas o viendo la acción de otros países?
N.T.: La semana pasada tuvimos una entrevista con la ministra de Finlandia, conversamos también con el ministro de Francia, Italia, Noruega, Suecia y de distintos países europeos como latinoamericanos. Venimos analizando cómo son los pasos que ellos están dando en el marco de la vuelta a las escuelas, la modificación de ciertas medidas en el campo educativo para garantizar el distanciamiento social.
Todavía es prematuro para saber cuál va a ser el camino definitivo, ya que tenemos que ver cómo se comporta el nivel de contagio a partir de la reapertura de nuestra economía y el trabajo en diferentes regiones del país. A partir de eso hemos constituido un comité que está trabajando en esos protocolos para poder aplicarlos en cada una de las escuelas una vez que podamos regresar. Para esto no tenemos fecha cierta, pero estimamos que agosto o septiembre podría ser el momento para regresar a las aulas.
APU: ¿La resolución sobre las calificaciones abarca a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o se extiende a todo el país?
N.T.: Es para todo el país. La resolución que hemos aprobado en el marco del Consejo Federal incluye las 24 jurisdicciones educativas y surgió del consenso y del diálogo con todos los actores del sistema. Es un paso que consolida una mirada nacional, común, de todo nuestro sistema educativo.
APU: ¿Cómo está predispuesto el cronograma en las universidades nacionales? ¿Hay posibilidad de que los alumnos puedan rendir sus exámenes?
N.T.: Esto lo conversamos con varios rectores, ya que estamos tratando de unificar, dentro de la autonomía de cada una de las universidades, lo correspondiente a la virtualización de las carreras. Sabemos que el nivel universitario es el que más puede usar la tecnología en el proceso del dictado de clases. En ese sentido, hay universidades que están avanzando a un ritmo muy marcado y hay otras como la Universidad de Quilmes o la Universidad Nacional del Comaheu que ya tienen una importante tradición en educación virtual. Al mismo tiempo creemos que con los protocolos más claros se van a poder tomar exámenes y en los casos donde se exija la presencialidad, estamos trabajando para ver cómo se puede resolver eso en particular.