1-5/18: la ficción que se estrelló en el prime-time de la televisión abierta
Por Manuela Bares Peralta
Las telenovelas ocuparon un lugar central en la cotidianeidad de las familias argentinas, sus cortinas musicales entonaron cenas y debates de sobremesa y sus personajes, tanto héroes como villanos, se grabaron en nuestra memoria emotiva. También formaron parte de la praxis narrativa de una Argentina asediada por las crisis o por su propia coyuntura, sus tonos, ritmos y lenguajes se actualizaron al igual que lo hicieron sus tramas y conflictos, al calor de su propio tiempo. El formato rebalsó y expandió sus límites y, en muchos casos, introdujo y popularizó debates necesarios como en el caso de Los Roldán, Resistiré, Montecristo o Vidas Robadas.
Pero, al igual que lo hicieron otros formatos, la industria de las telenovelas también perdió su capacidad para leer el termómetro social. Un cuerpo a cuerpo entre el culebrón tradicional y la novela que se aleja de sus orígenes para intentar sobrevivir. Otros formatos, como los realitys, ganaron terreno en una televisión sin cuerpos y con pandemia; las “latas” de origen turco lograron re-definir al formato clásico que nos tenía acostumbrados la televisión brasileña y mexicana, imponiéndose sobre las telenovelas que ofrecían los canales de aire; Netflix y Amazon construyeron otra forma de consumir ficción con timing propio y, las telenovelas pasaron a ocupar una bitácora de la televisión argentina, ajena al deseo y demanda de quienes supieron ser sus televidentes.
En ese marco, se estrenó La 1-5/18: Somos uno en el prime-time de canal 13. Una telenovela que se escenifica en un barrio popular imaginario donde hay un sinfín de lugares comunes y donde, de algún modo, impera una visión importada sobre una realidad que viven miles de argentinas y argentinos. También cumple, casi a rajatabla, el mandato de volver a las bases: elenco coral, chistes fáciles, interpretaciones exageradas, una ficción que (en muchos momentos) se queda en lo fácil y alguna que otra escena de ciencia ficción que le sube el precio a toda la apuesta. Todo eso, ejecutado casi al unísono, hizo que se llenaran de memes las redes o se pusiera en debate si la nueva apuesta de PolKa y canal 13 no se ajustaba a la realidad. Y es que, la irrupción de La 1-5/18 no hace más que poner en relieve un debate mucho más profundo que es la de un cambio de paradigma, tanto sobre lo que consumimos como a través de que dispositivos decidimos hacerlo. Un debate que se enfrenta a una coyuntura que fluctúa y a un contexto donde las nuevas tecnologías, la representatividad y la articulación entre lo que se muestra en la televisión y lo que nos rodea juega un rol central.
Atrás quedó esa televisión que se apropiaba de la coyuntura y la contaba, casi anticipándose a su época. El streaming y las aplicaciones la situaron en el limbo de un zapping eterno y a repensarse en medio de una crisis de representatividad. Sobre esas transformaciones, la ficción que se estrelló en el prime-time de la televisión abierta se parece más a una transición entre lo que fue y en lo que se deberá convertir para volver a constituirse como escenario simbólico del horizonte social argentino, para intentar volver a ser esa inmensa llanura en la que todo ocurría.