Aballay: otra pieza perdida del western argentino
Por Carolina Micale
En el medio de los Valles Calchaquíes se esconde una historia de venganza, duelo y redención. Un grupo de gauchos crean sus propias leyes a base de terror y muerte. Aballay (Pablo Cedrón), el jefe de estos "bandidos", corta el cuello de un hombre delante de un niño. La culpa lo hace cambiar de rumbo, y se convierte en una suerte de santo milagroso que vive y duerme sobre su caballo, a quien el pueblo apoda “El Pobre”. Sin embargo, años más tarde, Julián (Nazareno Caseros), quien alguna vez fue ese pequeño niño que vio morir a su padre, volverá a las tierras tucumanas en busca de venganza.
Esta historia podría haber sido parte de otro drama costumbrista, o de una parodia hecha para la TV. Sin embargo, Fernando Spiner, creador de La sonámbula y Adiós, querida Luna, se lanzó, diez años atrás, a dirigir un western. El viejo oeste estadounidense se traslada al noroeste argentino y la figura del gaucho sustituye a la del vaquero. Los paisajes desérticos, las balas, la sangre, los caballos, el duelo y la venganza mantienen los rasgos de un género que ya no se encuentra en su edad de oro y, además, fue poco explorado por el cine nacional. El recordado Juan Moreira (1973) del mítico Favio fue el gran exponente del “western gauchesco”, junto con otros pocos títulos que forman parte de la historia cinematográfica argentina.
Con un guion basado en el cuento homónimo de Antonio Di Benedetto, la historia yace sobre grandes extensiones de un terreno sin ley, justicia y Estado. Aballay, el hombre sin miedo (2010) recorre los límites de la bondad y la maldad, de la culpa y la redención. El martirio de una persona que mató a sangre fría se convierte en su reivindicación. Y en Julián convive un joven bondadoso con una sed de venganza que lo convierte en asesino.
Quien no posee esta dualidad es “El Muerto”, personaje interpretado por Claudio Rissi, quien encarna a un villano clásico, de los de antes, que no parecían tener un ápice de bondad en su cuerpo y que, lejos de producir algo empatía, sólo generaban odio y asco en el espectador. Rissi, además, realiza un trabajo destacable en su interpretación.
Entre la crudeza de la muerte se encuentra la historia de un amor tímido entre Julián y Juana (Moro Anghileri), una joven campesina que vive con su padre. Es el único personaje femenino de la película; y es, por sobre todo, la representación de la explotación sexual del cuerpo femenino, comercializado y cosificado por otros hombres.
El trabajo fotográfico de Claudio Beiza resalta la belleza de los paisajes argentinos. En ocasiones, la cámara se detiene y el silencio abunda en la trama, ralentizando el ritmo de la película. Sin embargo, estos momentos son contrarrestados con álgidos picos de tensión, peleas y violencia grotesca.
Aballay cumple con todos los tópicos de un buen western. Y la osadía de haberse encauzado en este género, en aquel entonces, dio como resultado otra apuesta interesante para el cine nacional.
En la actualidad, se puede ver vía streaming en Cinemargentino, videoteca online y gratuita.