Atypical: la normalización de lo distinto
Por Marina Jiménez Conde
El pasado 9 de julio se estrenó la última entrega de Atypical, lo que significó la despedida de una de las series originales y más populares de Netflix. Centrada en el personaje de Sam Gardner (Keir Gilchrist), un adolescente con trastorno del espectro autista, que a lo largo de cuatro temporadas se va proponiendo objetivos que le representan un desafío para él, como tener novia, ir a la universidad o dejar de vivir con su familia.
A lo largo de sus episodios la producción nos hará conocer de cerca, entre otros aspectos, los comportamientos de Sam, sus dificultades para entender emociones ajenas y el doble sentido, las cosas que le causan molestia y las que le agradan, y su interés especial por la Antártida y, puntualmente, por lo pingüinos. La serie logra que se le tenga cariño no solamente a Sam sino a toda su familia. Las interacciones entre sus integrantes son el corazón de Atypical que, además, se ha tomado el tiempo como para demostrar los claroscuros de cada personaje.
Por un lado Elsa (Jennifer Jason Leigh), la madre, que está en todo y quien conoce mejor a su hijo, tiene que lidiar con ella misma cuando su nivel de sobreprotección se vuelve perjudicial para los logros de Sam. Entre Doug (Michael Rapaport), el padre de familia, y su hija Casey (Brigette Lundy-Paine) la relación parece más sencilla. En paralelo a que Elsa ha intentado ser un soporte para Sam, parece ser que su marido entiende mucho mejor a Casey. Sin embargo, ese punto de partida se va modificando a lo largo de las temporadas, llegando al punto en que Doug realmente llega a conectar con Sam y Elsa también puede acercarse a Casey, quien siempre estuvo un poco desplazada por la atención que su hermano requería.
Aunque la relación más tierna es la que se da entre Casey y Sam. Casey lo anima a hacer cosas nuevas todo el tiempo, pero también, en los momentos en los que cree que su hermano necesita protección, lo defiende. Todo esto sin ser condescendiente con él y muchas veces hasta fastidiándolo. Al mismo tiempo, en esta última temporada se puede ver cómo Sam se las ingenia para ayudar a su hermana y cómo ella lo necesita.
Además de la adorable familia Gardner, los personajes secundarios le aportan a esta comedia dramática una buena cuota de humor. Por un lado, Zahid (Nick Dodani), el mejor amigo de Sam, que primero parece una especie de Austin Powers al que sólo le importa conocer chicas, va mostrando que es una de las personas que más acepta y quiere a Sam tal cual es. Por otro lado, Paige, el interés amoroso del protagonista, con su elevada intensidad, contrasta muy bien con el personaje de Keir Gilchrist.
La cuarta temporada es una continuación de lo que se viene viendo, aunque con un poco más de protagonismo de Casey, que va explorando y descubriendo su sexualidad. Si bien la inclusión de contenido LGTBIQ+ se puede tomar como una buena estrategia de marketing por parte de Netflix, a fines de 2019 y a la par del desarrollo de su personaje, la propia Brigette Lundy-Paine se declaró como no binarie.
Atypical podría seguir y mostrar cada una de las etapas de la vida de Sam para que comparta su progreso con el público. Lo cierto es que sobre el final la serie hace un guiño a sus inicios donde el mensaje es claro: no hay imposibles para Sam. En sus cuatro entregas Atypical, ha logrado que nos familiaricemos tanto con este personaje que ya lo atípico, lo raro, lo sorpresivo, se fue convirtiendo en parte de lo normal. Normal no porque se dejen de ver las diferencias sino porque, simplemente, Sam es así.