Dune: una excelencia visual que nos deja con ganas de más

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Dune: una excelencia visual que nos deja con ganas de más

23 Octubre 2021

Por Francisco Pedroza

Tras el abrupto éxito de la novela Dune (Duna, en castellano) de Frank Herbert en 1965, que luego se convertiría en una saga, el interés por llevarla a la gran pantalla llegó más temprano que tarde. El primer intento fue de Alejandro Jorodowsky: lo que iba a ser una mega producción con Salvador Dalí interpretando un papel, Orson Wells en actuación y hasta musicalizada por Pink Floyd, lastimosamente nunca se llegó a rodar. Terminó siendo un documental disponible en YouTube

La segunda versión, que sí pudo ver la luz, fue la adaptación de David Lynch en 1984, que pese a su gran presupuesto y pretensiones, fue un fracaso rotundo en taquilla. Más tarde, de todas formas, desde algunos críticos, se la empezó a considerar una pieza de cine de culto. Paramount también tuvo su intento en 2008, pero otra vez fue cancelado. Recién en febrero de 2017 se confirmó que una nueva chance estaba en camino. Tras muchas idas y vueltas, de la mano de Denis Villeneuve y con un elenco gigante, la película terminó viendo la luz el 21 de octubre de 2021.

La historia sigue a Paul Atreides (Timothée Chalamet), heredero de una dinastía a la que se le encarga la explotación del planeta Arrakis, que por su condición de ser enteramente un desierto también es conocido como Dune. Ese planeta además es el único que posee la especia, droga muy potente que le da energía a las naves de todo el imperio. Tras la venganza de los antiguos gestores del lugar, los Harkonen, Paul tendrá que enfrentarse al temible desierto y convertirse en el Mesías de los nativos. 

Un mundo, o mejor dicho universo, donde cada familia domina un planeta y un imperio que lo controla todo, suena a premisa conocida y ya vista en una de las grandes series de los últimos tiempos, como lo fue Game of thrones, pero es todo lo contrario a una copia. De hecho, el mismísimo George R.R. Martin admitió que usó las lógicas de Dune para darle vida a sus historias en Westeros.

La película es excelente a nivel visual. Quien pueda dejarse llevar por este factor va disfrutar casi sus dos horas y media de duración sin despegarse de su asiento. Por otro lado, está es recién la primera parte de lo que parece ser una saga que recién comienza, por lo que termina siendo más una presentación de sus personajes y el universo que una historia en sí. Ese tal vez es uno de sus puntos bajos, ya que nos quedamos con ganas de más. Más que el final de un film parece el final del capítulo de una serie. Si lo sacamos de la consideración, el largometraje cumple lo que promete y nos deja a la espera de su próxima entrega.