El baile de los 41: Ignacio de la Torre y la homosexualidad en el siglo XX
Por Agostina Gieco
Ambientada en México a principios del 1900, El baile de los 41 muestra la vida de Ignacio de la Torre (Alfonso Herrera), quien se casa con Amada (Mabel Cadena), hija del presidente Porfirio Díaz (Fernando Becerril). En público, Ignacio es un diputado al que le gusta salir a cabalgar por las mañanas y que, por ser el yerno de la máxima autoridad del país, ahora posee cierto reconocimiento social. Sin embargo, durante la noche, se reúne en un club secreto al que acuden solamente hombres homosexuales. Algunos están casados con mujeres que no saben sobre su orientación sexual. Otros tantos hacen uso de ese espacio para utilizar vestimentas y accesorios que en su vida cotidiana no podrían. En definitiva, allí sale su verdadero ser, sin miramientos ni inhibiciones.
La película, dirigida por David Pablos, no pierde oportunidad de mostrar, en repetidas escenas, la mentalidad de la sociedad mexicana a principios del siglo pasado: por un lado, el ideal de pareja que sólo permite relaciones amorosas entre un hombre y una mujer, además, la obligatoriedad moral de que estén casados y, como si fuera poco, la imposición social de tener hijos. Esta mentalidad, aunque en menor medida, hoy sigue vigente en México. De hecho, recién el año pasado se penalizaron las conocidas “terapias que curan la homosexualidad”.
Ahora bien, estos tres puntos no están entrelazados azarosamente. No es casualidad que confluyan en las historias de los distintos personajes. Responden al mandato social de una determinada hegemonía político-religiosa en un país donde la mayoría de la población es católica. No sólo representa el pensamiento actual, sino que un milenio atrás también estaba latente. Debido al alto nivel de religiosidad presente, estaba muy mal vista tanto una relación amorosa homosexual como una pareja que decidía no contraer matrimonio y, al mismo tiempo, una unión conyugal que no deseara tener hijos.
Además, la homosexualidad es descripta como una enfermedad, como un pecado. En la película, de manera literal, se la menciona como la “putrefacción que hay que erradicar de esta sociedad”, y que está “en contra de los principios de la moral”. A ello se agrega que deben acabar con ello “por el bien de la sociedad y la seguridad de las familias”. Las acciones y expresiones de los distintos personajes dan cuenta de su pensamiento homófobo y discriminatorio.
Si bien hay en el film algunos elementos ficcionales que romantizan la trama, El baile de los 41 es una manera de abordar un hecho histórico que efectivamente sucedió que acierta como gol de mitad de cancha.