El cuaderno de Tomy: un hermoso relato de la historia de María Vázquez
Por Jazmín Manuel
Quienes utilizaban Twitter en 2015 es muy probable que recuerden a Marie, una mujer que dedicó su cuenta en la red social para contar, con el humor ácido que la caracterizaba, sus experiencias y pensamientos durante la última fase de un cáncer terminal. Durante este tiempo, se dedicó a cumplir su último deseo: escribir un libro para su hijo de 3 años, antes de partir. Esta semana se estrenó en Netflix El cuaderno de Tomy, película dirigida por Carlos Sorín, que cuenta esta conmovedora historia sobre la muerte, la vida y la sensación de intensa cercanía que nos regala el recuerdo.
María “Marie” Vázquez era una mujer joven, felizmente casada y madre de un niño, cuando descubrió que estaba enferma con un cáncer de ovarios que la dejó postrada los últimos meses de su vida, en la cama de un hospital. Sabía que se moría y, ante la inevitable partida, decidió utilizar ese tiempo para contar a través de su cuenta de Twitter cómo fue llevando esa última etapa. Lo hizo con gracia y un humor crudo –que, se notaba, le salía natural–, lo que la hizo ganar seguidores y ser la protagonista de notas en la televisión y otros medios. Pero su meta principal en ese periodo fue escribir un cuaderno para su hijo, dejándole el legado más importante: las palabras de su propia madre. Ese cuaderno se editó y publicó en octubre de 2015 bajo el título El cuaderno de Nippur.
La película, protagonizada por Valeria Bertucceli y Esteban Lamothe, utiliza los verdaderos tweets de María para contextualizar cada escena y situarnos en cada momento. Lo que escribió en sus redes sociales se cita textualmente a lo largo del film, reproduciendo con la mayor precisión posible la historia de la protagonista. Los tweets que llegamos a leer nos provocan risas en medio de tanta tragedia, generando un contraste excepcional entre la gracia y la angustia.
Otro de los nexos centrales de la trama es la importancia y el papel de los vínculos cercanos de Marie a lo largo de todo este proceso. Podemos ver a su mejor amiga (protagonizada por Malena Pichot) presente en el día de su internación, organizando las visitas de todo el grupo y siendo la encargada de anotar, con lágrimas en los ojos, lo que María quería dejarle a cada una después de su muerte. Ella y el personaje de Fede (Esteban Lamothe), su esposo, son los dos grandes pilares de la protagonista durante sus últimos meses en el hospital.
Al mismo tiempo que somos testigos del proceso de escritura del cuaderno, la película nos brinda ciertas escenas en las que se mezcla la más pura inocencia con la pesadez de la muerte cercana. Son los momentos donde Marie juega con su hijo en la cama del hospital, o cuando la escuchamos hablar sobre cómo le van a explicar al nene lo que va a ocurrir con su madre, en los que nos es muy difícil zafar de la angustia.
Por último, un elemento muy destacable es que, acercándose el final, el film toca un debate muy serio a analizar: el derecho a la muerte digna y la eutanasia. Somos testigos de cómo Marie y Fede se tienen que enfrentar distintos obstáculos a la hora de decidir empezar con la sedación terminal, derecho con el que la paciente se supone que debía contar sin ningún problema. En 2015, cuando María estaba atravesando la última fase de su enfermedad, habían pasado solamente tres años desde la sanción de la Ley 26.742 de muerte digna, que establece la “autonomía de la voluntad”, es decir, que se respete el deseo de un paciente a aceptar o rechazar determinados procedimientos médicos que lo mantengan con vida. Sin embargo, actualmente hay muchos casos que llegamos a conocer en el que se les niega a los pacientes esta posibilidad, ya que la redacción de esta ley puede considerarse “ambigua”.
El cuaderno de Tomy es un drama con tintes de comedia ácida, emotiva, conmovedora y cruda. Nos enfrenta con algunos de los mayores temores que tenemos los humanos: la muerte y el olvido. Nos presenta la historia de una mujer que nos permitió atravesar, junto a ella, su recta final, dejándonos por escrito los pensamientos que sólo surgen con esa fuerza cuando se está cerca de partir, invitándonos a repensar la vida y el sentido del humor, incluso en el peor de los contextos. Y, por supuesto, es una historia de amor profundo entre un niño y su madre, que toma la última oportunidad que tiene para dejarle las enseñanzas y consejos que no podrá darle en el futuro: una conexión que ni siquiera algo tan duro como la muerte puede romper.