El laberinto de las lunas: una mirada sobre las maternidades travestis
Por Marina Jiménez Conde
El documental El laberinto de las lunas vió la luz por primera vez en Rosario a fines del 2019. Tras pasar por varios festivales y circuitos on demand, llegó a Cine.ar. El film está disponible en la sección de estrenos de la plataforma del INCAA, tras el abono de 30 pesos. La directora del film, Lucrecia Mastrángelo, en diálogo con Agencia Paco Urondo, afirma que ya hay un pedido de renovación para que el contenido continúe disponible por otras ocho semanas.
Mastrángelo, que tiene trabajos anteriores como Sexo, dignidad y muerte (2011), sobre el asesinato de la trabajadora sexual Sandra Cabrera, y Nosotras detrás del muro (2016), filmada en una cárcel en Rosario, esta vez elige retratar la vida de dos mujeres travas, Maira Ramírez y Karla Ojeda. Según la realizadora: “De ese trayecto de películas que venía haciendo, en esta hay algo esperanzador. Acá hay cosas que se denuncian pero desde el amor”.
El film muestra las distintas formas de maternar que tienen Karla, madre de una niña adoptada de 12 años, y Maira, a la que una conocida del barrio le entregó a su hijo para que lo criara. “La pregunta pasa por si las maternidades son solamente biológicas. Una empieza a encontrar que no, que se puede maternar desde cualquier género y que sólo hace falta el deseo”, agrega Mastrángelo. A esto se suman los momentos en la intimidad del hogar de Karla con su marido Miguel, que sirven para despegar a las mujeres trans de esa figura vinculada a la explotación sexual para empezar a pensarlas como personas amadas. “Cuando todo el mundo espera que él diga ‘me llevé la sorpresa que era travesti’ dice ‘me sorprendió porque era el amor de mi vida’”, enfatiza la directora sobre el aporte del testimonio de Miguel.
La realizadora rosarina comenta que cuando Gabriela Mansilla, madre de Luana, la primera niña trans en obtener su DNI en Argentina acorde a su género autopercibido, fue al estreno de la película y vió el amor de Miguel hacia Karla, pensó “se van a enamorar de Luana también”, dando muestras de los miedos y proyecciones que hacen las madres de niñeces trans. A la contribución de Mansilla, que trae datos sobre la alta tasa de suicidios y la expectativa de vida cercana a los 35 años de las personas trans, así como el rechazo y la exclusión que viven dentro de sus propias familias, se suma la activista, artista y escritora Susy Shock.
Los testimonios de Mansilla y Shock son un gran complemento para la historia cotidiana que se lleva a la pantalla. Mansilla interpela directamente al resto de la sociedad, dejando en claro que es ésta la que tiene el problema por no poder imaginar a una niña con pene y en ponerle una carga tan potente a un órgano genital. Susy Shock, además de regalar la lectura de su clásico poema “Reivindico mi derecho a ser un monstruo”, interviene haciendo una revalorización política del colectivo trans y travesti: “Nosotras somos potencialmente artísticas, nuestra vida es arte. Nos creamos a nosotras mismas, podemos crear felicidades en medio de los que nos violentan y somos gozosamente felices contra todo”. En esa línea, Mastrángelo destaca que la búsqueda de Susy fue “para ir conceptualizando, hacer un acto político desde lo que se dice y lo que se ve”. “Siempre me gusta ir pensando con alguien que la tiene más clara, en este caso, desde esa construcción travesti que ella tiene” añade.
Hace unas semanas se anunció que se daba comienzo a las grabaciones de la película Yo nena, yo princesa, basada en el libro homónimo escrito en 2014 por Gabriela Mansilla, quien también forma parte de la producción del nuevo film. “Siempre decíamos que los medios de comunicación instalan una cosa muy edulcorada del colectivo travesti. Había que mostrar, con una gran producción, todo lo que pasan estas infancias y familias. Gabriela debe estar muy contenta de que se respete esa historia que ella contaba en el libro”, revela Mastrángelo.
Después de todo, lo que buscan tanto las Mansillas como las Mastrángelos es dar a todas las niñeces la posibilidad de vivir en un mundo mejor: “Yo quería que la gente se quedara pensando lo distinta que hubiera sido la vida de estas mujeres travestis, hoy grandes, si de niñas hubieran tenido una mamá como Gabriela que las hubiera abrazado”.