El olvido que seremos: un ensayo de memoria colectiva
Por Manuela Bares Peralta
Héctor Abad Faciolince decidió escribir sobre su padre, anotó todo lo que recordaba, cada detalle. Hizo de esa infancia pasada un ejercicio literario para no olvidarse de él ni de nada. Una crónica novelada, un glosario de fotografías que sobreviva a los que ya no están, un texto capaz de salvarlo de tanta distancia, capaz de unirlo con esa historia que fue y que permanece en su linaje. Ese libro, publicado en nuestro país por la Editorial Alfaguara en 2018, se convirtió en película de la mano del director español Fernando Trueba en el año 2020, el año de la pandemia y de la distancia, de las despedidas y el cine a medias.
La película hizo propio ese ejercicio que el escritor había ensayado años antes en su libro, le dio tiempo y voz a la historia de ese padre, médico, profesor y activista por los derechos humanos y a una Colombia convulsionada por la crisis, la desigualdad y la violencia. Un ejercicio audiovisual que encuentra el ritmo argumental para narrar una infancia deseada y un presente doloroso, haciendo presente la mirada amorosa de un hijo que sólo ve el mundo a través de su padre y la de un hombre que intenta rescatar a su padre del olvido, con recursos simples, pero no por eso menos efectivos.
Fernando Trueba recreó el libro y lo hizo película, no se permitió digresiones, apenas acomodó los tiempos verbales para permitirse conectar cada escena. Hay testimonios que sólo necesitan eso, alguien que los entienda y pueda desarrollarlos, con precisión y economía, pero sobretodo con fidelidad.
No necesitamos conocer la vida de Héctor Abad Gómez, sólo necesitamos reconstruirla a partir de la mirada de su hijo, con sus tragedias y verdades a cuestas, con sus luchas libradas e inconclusas, con los deseos y utopías de cambiar realidades. Abad Faciolince escribe en la contratapa de ese libro: “Como niño yo quería algo imposible: que mi padre no se muriera nunca. Como escritor quise hacer algo igual de imposible: que mi padre resucitara” y esas ganas encuentran tanto en el libro como en la película aliados, capaces de postergar lo impostergable y transformarlo, de hacerlo sobrevivir en nuestra memoria.