El Robo del Siglo: guita, chorros e ingenio argentino
Por Carolina Micale
"En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores".
Así era la nota que la policía encontró en la bóveda del Banco Río ubicado en Acassuso, aquel 13 de enero de 2006. Marcaba el final de un robo que parecía perfecto; y un poco lo fue.
Fernando Araujo, Luis Vitette Sellanes, Rubén Alberto de la Torre, Sebastián García Bolster y Julián Zalloechevarría no son actores. Ellos eran parte de la banda que causó impacto por vaciar las cajas de seguridad del banco, mientras simulaban un asalto a mano armada y escapaban por túneles subterráneos. Cinco hombres que fueron reconocidos mundialmente por la hazaña, aunque fuera algo ilícito. En la actualidad, todos gozan de libertad y están retirados del delito. Sin embargo, la historia de cómo el ingenio argentino se usó para realizar el – bien llamado – robo del siglo, revive una y otra vez en las salas del país.
Ariel Winograd retoma esta historia para realizar una película atrapante y divertida. Tan ingeniosa como el verdadero relato. La experiencia en dirigir comedias como Sin hijos (2015) y Permitidos (2016) se refleja en esta nueva apuesta, pero El robo del siglo marcaría un hito en su carrera. Tiene la receta del éxito: guita, comedia y grandes actores. Un caso real, muy bien narrado.
La plata y los robos son temas recurrentes en la agenda mediática y en la conversación habitual de los argentinos. A eso, se le suma la atracción por los grandes atracos situados en la ficción. La casa de papel (2017) es un gran ejemplo de lo que una historia sobre un asalto a un edificio puede hacer, si logra captar la atención del público. Y la película de Winograd cumple con ese objetivo.
Comienza con un Diego Peretti que, mientras fuma marihuana, se obsesiona con robar un banco. Un Guillermo Francella experto en delinquir y en negociar. Y una historia que une a dos de los actores más queridos por el público argentino. La banda se termina de armar con Rafael Ferro y Mariano Argento. Además, cuenta con la presencia de Pablo Rago, quien – por fuera del armado de la película – se encuentra imputado por abuso sexual desde mediados de diciembre.
El robo del siglo logra mantener la atención del espectador, al presentar un divertido grupo de ladrones que, por momentos, parecen cinco chicos planeando una búsqueda del tesoro, pero no pierde de vista la magnitud del caso. Peretti destaca una vez más en su actuación y Francella continúa mostrando su versatilidad, como supo hacer desde que incursionó con otros géneros por fuera de la comedia e impactó con su personaje en El secreto de sus ojos (2009). La dupla Peretti – Francella es tan atractiva como lo fue la de Darín (Ricardo) – Pauls (Gastón) en 9 reinas, otros delincuentes que tuvieron su lugar en el año 2000.
La música – que combina hits internacionales y nacionales –, junto a la velocidad de las tomas, logran crear un largometraje ágil y lúdico. Toda la secuencia dentro del banco transcurre con fluidez. Además, se destacan las conversaciones entre Francella (quien interpreta a Vitette Sellanes) y el personaje de Luis Luque, un policía negociador que se encuentra por fuera del edificio y trata de lograr la rendición. Ambos personajes interactúan mientras el ladrón va y viene en su relato como si fuera un – verdadero – actor. Algo similar ocurre en Asalto en el tren Pelham 1-2-3 (1974), en donde la negociación entre el líder de una pequeña banda armada y un teniente de policía genera momentos de tensión, mientras se presenta el mismo enigma: en el caso de que los criminales obtuvieran el dinero, ¿cómo lograrían escapar?
Finalmente, “el toque argentino” cierra el círculo de una apuesta perfecta. Guita, quilombo, choreo, chanta, boludo y gil: el idioma nacional hace que un tipo de historia que suele estar asociada a las salas de Hollywood, tenga más impacto cuando se hace en la familiaridad del hogar.