Estamos unidos: Barack y Michelle Obama comunican a través de Netflix
Por Diego Moneta
A principios de julio, ex asesores de Donald Trump lanzaron Gettr, una nueva red social muy similar a Twitter, con el objetivo de disputar el debate público en internet. Si la discusión política se lleva a distintos terrenos, por el lado de los demócratas, Barack y Michelle Obama siguen consolidando Higher Ground, la productora con la que ya ganaron un Premio Oscar por American Factory, el documental que repasa el choque cultural en una fábrica estadounidense.
En ese sentido, no es casualidad que su nueva producción se haya estrenado el 4 de julio, día de la independencia estadounidense. Estamos unidos (We the people en inglés) es una serie animada de diez episodios que promedian una duración de cuatro minutos cada uno. A partir de distintos directores, mezcla música y animaciones con el objetivo de dirigir un mensaje de educación cívica a los sectores más jóvenes, a partir de una descripción directa y sencilla. La idea original es de Chris Nee, el creador de Doc McStuffins, y la producción de Kenya Barris, a la que luego se sumaron Barack y Michelle.
En el contexto de pandemia, y dado el cambio de gobierno y las diversas manifestaciones recientes, el mensaje es para el pueblo estadounidense, pero también para el mundo en general. En tiempos donde se llega a las juventudes a través de diversos canales y se destaca más que nunca la importancia de la comunicación, la pareja Obama hizo su apuesta fuerte en Netflix. Este proyecto llega luego de otras producciones, como Becoming, en la cual Michelle relata su historia, la mencionada American Factory, y Crip Camp, sobre el movimiento por los derechos de las personas con discapacidad.
La serie de cortometrajes incluye canciones originales interpretadas por artistas de renombre en la industria, tales como HER, Lin-Manuel Miranda y Adam Lambert. Por el lado de la dirección también hay figuras destacadas, como Peter Ramsey (Spider-Man: Into the Spider-Verse) y Daron Nefcy (Star contra las fuerzas del mal). Cada episodio tiene un estilo propio, lo que refleja la variedad de temas en general, y está diseñado para ser visto repetidas veces en cualquier orden.
Al mismo tiempo que busca no aburrir, el desafío de Estamos unidos es enseñar sobre derechos, obligaciones y los poderes del Estado, tal como lo hizo la serie Schoolhouse Rock durante la década del 70, abordando desde la Segunda enmienda, que permite portar armas, al matrimonio igualitario, para tratar de representar al bipartidismo. Sin embargo, el choque entre ese compromiso, filtrar con un lente de positividad y demostrar sinceridad, complica un poco las cosas.
Esa intención se observa también en el recorte temporal. En general, se abordan sucesos previos a 2015, para no entrar en la recta que llevó a Trump a la presidencia. Si bien se le dedica espacio a protestas de afroamericanos como ciudadanía activa, se desestima la cuestión alrededor del caso de George Floyd, cuyo asesino recientemente fue condenado. Ni hablar de ahondar en materia de libertad de expresión o de cuestiones impositivas, siguiendo la propuesta de Joe Biden de gravar las grandes empresas a nivel global.
El capítulo en el que se hace más evidente esta falencia es el que tiene como temática la inmigración. Una animación, colorida y entretenida, presentando a personas alrededor del mundo con una bandera estadounidense pasa por alto muchos matices e ignora las políticas implementadas durante los últimos años. Eso, a su vez, se traduce en el mensaje del episodio final con un nuevo poema de Amanda Gorman, poetisa que participó de la asunción de Biden en enero, sobre cómo salir de la pandemia siendo mejores y poniendo en pantalla a distintos trabajadores esenciales.
El resultado colectivo de Estamos unidos es la recuperación con optimismo político de un pasado que parece haberse perdido y, en esa línea, dirigirse a las juventudes, pasando de un tono patriótico a uno más rapero. Logra seguramente su objetivo, ya que es entretenido y pegadizo, pero el intento de “manual de cómo ser un mejor ciudadano” choca con los límites que se ha establecido la propia producción.