Framing Britney Spears: entre la violencia mediática y la justicia patriarcal
Por Marina Jiménez Conde
Ni muy provocativa, pero tampoco tan santa. Linda, pero a la vez inteligente. Con decisiones claras en la vida, pero no hasta el punto de resultar una contestataria. Divertida sí, pero loca no. Que sepa sonreír frente a un halago y que no se enoje. Que ante todo sea buena novia, y después buena madre. Una larga lista imposible, que toda mujer debe cumplir con el imperativo, además, de ser feliz. Todas estas exigencias se incrementan cuando tenés fama, dinero y fans por todo el mundo que sueñan con ser como vos. Y es lo que el documental Framing Britney Spears, estrenado a principios de febrero a través de la plataforma Hulu, intenta mostrar sobre la historia personal de la estrella pop norteamericana.
Framing Britney Spears se encuentra dividido en dos. En la primera parte, se trata de rememorar el inicio y la llegada al estrellato de Britney, hasta la extrema exposición mediática que la llevó al recordado episodio de pegarle con un paraguas al auto de un paparazzi. Con este repaso ya no resulta gracioso verla colapsar, y el enfoque está puesto en generar conciencia sobre el daño que los medios de comunicación le provocaron al juzgar descarnadamente cada aspecto de su vida.
La segunda parte del documental gira en torno a la tutela legal que el padre de Britney Spears mantiene sobre su hija, hace ya 13 años, lo que le permite controlar la vida y también la riqueza de la cantante. Esto ha llevado a la organización de un movimiento por parte de sus fans, llamado “Free Britney”, que considera que la artista está en condiciones de tomar decisiones sobre su propia vida y que su padre podría estar interfiriendo para beneficiarse económicamente. Se sugiere que la desaparición de las redes sociales de su ídola, y su posterior internación en una clínica psiquiátrica en el 2019, responden a conflictos con su tutor y no a problemas de salud.
Los distintos testimonios destacan que desde niña Britney se tomaba muy en serio su “carrera” y que había una gran presión por parte de su padre para que obtuviera algún rédito por ello. Impresiona cómo, cuando tenía sólo diez años, un presentador de TV, que podría ser su abuelo, le preguntaba si tenía novio y, ante la negativa, repreguntaba si podría llegar a ser su novia. Las entrevistas posteriores en las que se focaliza en su cuerpo y el morbo que despertaba su virginidad remiten a Lolita. Hace unos meses atrás, la actriz Natalie Portman hacía referencia a las consecuencias que tuvo en su vida haber sido sexualizada desde chica.
Como si fuera poco, cuando se separó de Justin Timberlake, su ex pareja, con la canción Cry me a river, dio a entender que ella le había sido infiel. En las entrevistas de la época se la puede ver rindiendo cuentas frente a las innecesarias, pero incisivas, preguntas de los periodistas tras la ruptura. Con la repercusión que ha tenido el documental, Timberlake ya salió a pedir disculpas por eso y por haber ventilado intimidades de la relación.
Luego vino el divorcio conflictivo con Kevin Federline, que incluyó la pérdida de la tenencia de sus dos hijos. Además de "mala mina", se le sumaba "mala madre". En su peor momento, después de atravesar dos embarazos, con los cambios que esto implica, y una posible depresión postparto, separada y perseguida por paparazzis, con el escarnio público mediante, terminó perdiendo el control legal sobre su vida en el 2008.
No se explica bien por qué la justicia le dio la tutela al padre de Britney siendo que ella tenía poca relación con él. Parecería ser que fue sólo por ser el padre. Pero claro, no se entendería bien si el sistema jurídico, aquí y allá, no fuera patriarcal. Las decisiones sobre con quién puede vincularse, las relacionadas con su salud, con su carrera y con el manejo del dinero son tomadas por el cabeza de familia, que además se garantizó recibir un porcentaje, sólo para él, sobre las ganancias que genera su hija.
Ni siquiera su madre, durante todos estos años, pudo obtener algún tipo de injerencia en el tutelaje, y se ha hecho caso omiso a las distintas peticiones de la cantante, en las que solicitó que, al menos, se designara a otra persona. Luego de más de una década, una mujer que logró reactivar su carrera no es escuchada ni siquiera para opinar sobre quién no debería tutelarla.
Netflix ya tomó nota, y en breve va a lanzar un documental similar que promete ampliar más la historia. Britney sigue luchando para volver a tener el control de su vida. Mientras tanto, al daño causado por los medios de comunicación desde su temprana sexualización hasta el regocijo que les produjo haberla quebrado, se suma una justicia siempre eficaz para seguir violentando.