La chica que limpia: la serie de exportación que creó Paola Suárez
Por Marina Jiménez Conde
Al comienzo de la semana se conoció el fallecimiento de Paola Suárez, quien fuera la creadora de la miniserie argentina La chica que limpia. La exitosa producción de origen cordobés ya tiene su versión mexicana realizada por HBO, bajo el nombre La muchacha que limpia, e inclusive Fox preparó un piloto en inglés para el público estadounidense. La miniserie fue estrenada en el 2017 en Cinear, donde todavía continúa estando disponible, y en mayo de este año llegó a la pantalla de la TV Pública.
La historia se centra en Rosa (Antonella Costa), una empleada que trabaja para una empresa de servicios de limpieza, que es captada por una red de delincuentes que usan sus habilidades para limpiar escenas de crímenes. Aunque la mujer no tiene manera de negarse a colaborar, poco a poco, el suculento pago que recibe le es de gran ayuda ante la necesidad de salvar la vida de su hijo, que tiene una enfermedad inmunológica.
Esa relación que se establece entre delincuencia y clase trabajadora, mediada por la aparición de la necesidad, sin embargo, no reduce a Rosa a ser una simple marioneta. Pocas veces se tiene acceso en la televisión argentina a largas escenas donde el gran trabajo de edición y la complementación con la música logren que resulte hipnótico ver al personaje limpiar hasta el punto de la obsesión. Nada que envidiarle a los mismos planos largos de, por ejemplo, series como Dexter.
Otro aspecto destacable son las actuaciones de un elenco que completan Martín Rena, Marcelo Arbach, Beatriz Spelzini y Camila Sosa Villada. Salvo Spelzini y Costa, la mayoría son procedentes de Córdoba, dando lugar a diversificar las caras siempre conocidas de actrices y actores que suelen provenir de la escena de Buenos Aires. De esta manera, se colabora con la federalización en la creación de contenidos.
Si bien al principio el argumento parece algo escueto, a partir de la intervención de la policía y la inclusión de temas como la trata de personas, la explotación sexual y el tráfico de drogas se logra que, con el correr de los capítulos, la trama vaya ganando credibilidad. Las aristas dan resultado porque consiguen que se mantenga el interés hasta la llegada de los episodios finales.
Algo de todo esto habrá visto Suárez cuando se propuso llevar adelante el proyecto que contó con el financiamiento del INCAA. Pero La chica que limpia no es tan sólo una buena idea, sino también una producción que, por su formato, tiene una calidad que sobresale en la escena local. No por nada gigantes de otros países vinieron a buscarla para hacer su propia versión.