La serpiente: tras la pista de Charles Sobhraj
Por Marina Jiménez Conde
En coproducción con la BBC, Netflix estrenó La serpiente, que tras varias semanas se mantiene entre lo más visto de la plataforma. La serie está basada en la historia real de un asesino en serie, Charles Sobhraj, que en la década del 70 mató a una decena de turistas occidentales, en lo que se conoce como el “sendero hippie” en el sur de Asia. Sobhraj (Tahar Rahim), que también se hacía llamar Alain Gautier, utilizaba su carisma para acercarse a sus víctimas, drogarlas, robarles y luego matarlas.
Con los pasaportes que se hacía, junto a su pareja Marie-Andrée Leclerc (Jenna Coleman), saltaban las fronteras con identidades falsas cada vez que se encontraban acorralados por la policía. La forma en la que está contada la historia, con muchos saltos temporales en un mismo capítulo y volviendo varias veces sobre momentos mostrados con anterioridad, provoca que sea más fácil seguir la línea temporal por los personajes que aparecen que por la gran cantidad de fechas que se referencian.
Algo que suele suceder en producciones con protagonistas con algún tipo de psicopatía es centrarse en sus hazañas y sus magistrales escapes, generando cierta simpatía hacia éstos. La serpiente se cuida bastante de caer en ello, y esto se debe, en gran parte, a que hay una buena cantidad de personajes secundarios que muestran el lado humano del relato. En especial la figura de Herman Knippenberg (Billy Howle), diplomático holandés que le siguió el rastro a Sobhraj desde que empezó a investigar y descubrir sus asesinatos en Bangkok.
Un punto a favor para el formato serie es que en películas donde está presente esta cuestión de un delincuente que huye de la justicia y otro personaje que intenta atraparlo, como Zodiac, Atrápame si puedes o American Gangster, está demasiado comprimida la trama en unas pocas horas. En cambio, los ocho capítulos de La serpiente hacen que se pueda seguir el rastro de Sobhraj desarrollando la historia sin tener que correr. Sin embargo, esta producción se basa sobre todo en la estadía en Tailandia y hay pasajes de su vida que tienen poco tiempo en pantalla.
En definitiva, la serie logra cumplir con su cometido gracias a sus grandes actuaciones, construyendo un thriller que se cuida sugiriendo la violencia en lugar de mostrarla, y otorgando más suspenso que horror, mientras ubica las distintas escenas en sitios exóticos y poco conocidos de Asia. Una de las preguntas que deja es si una personalidad narcisista como la de Sobhraj no terminó ganando cuando las miradas de los medios se posaron sobre él, mientras lograba liberarse de algunas de las acusaciones. Podría hacerse la misma pregunta ahora que Netflix y la BBC recuperaron otros quince minutos de fama para este asesino.