Mank: David Fincher vuelve a revivir a una vieja leyenda del cine clásico
Por Jazmín Manuel
David Fincher regresa con una nueva producción de su autoría, la nueva película estrenada por Netflix, Mank. El film, situado en la época dorada del cine clásico de Hollywood, está basado en la historia del escritor y guionista estadounidense Herman J. Mankiewicz, conocido por escribir el guión de Ciudadano Kane, considerada una de las mejores películas de la historia. La trama se centra en el proceso de escritura de su famosa obra, a la vez que el protagonista debía enfrentarse ante los grandes del negocio y pelear por el crédito que le corresponde. Es así que Fincher trae a la pantalla uno de los mayores escándalos de los comienzos del cine sonoro: hasta el día de hoy se debate si Orson Welles realmente participó en el guión de la película que lo llevó a la fama o si sólo se quedó con todo el crédito injustamente.
Ciudadano Kane se estrenó en 1941 en Nueva York, en los comienzos del cine sonoro. Representó un antes y un después en la historia del cine, siendo considerada como una de las mejores películas de la historia, alabada especialmente por su innovación en lo que respecta a la música, la fotografía y la estructura narrativa. Su éxito llevó a que Mankiewicz y Welles fueran premiados con un Oscar, ganando el puesto de mejor guión original.
Sin embargo, desde su estreno, el único nombre que ha resonado como autor y creador del famoso film fue el de Orson Welles, dejando de lado la participación de Herman en el guión. Esta controversia volvió a tener peso en 1971, cuando la crítica de cine y periodista Pauline Kael publicó en The New Yorker Raising Kane, un ensayo de investigación en el que asegura que el guión fue escrito en su totalidad por Herman Mankiewicz y que la participación de Welles en la escritura del film fue nula. Contrario a lo que se cree popularmente, el cerebro detrás de la película no es el de Orson, sino el de “Mank”. Ahora Fincher vuelve a revivir esa vieja herida en la historia del cine norteamericano, dándole al guionista el crédito y protagonismo que se merece.
Mank, por su parte, podría catalogarse como una obra maestra. Hay quienes consideran que puede tratarse de la mejor película de Fincher hasta el momento. A partir de la total ausencia del color, el film toma el estilo de las películas de las décadas de los 30’ o 40’. Con una clara referencia al Ciudadano Kane en su estética, el director toma ciertas herramientas visuales características del film, tanto en los planos como en el constante juego en el contraste de las sombras y las luces a lo largo de la narrativa. El montaje, la escenografía y el vestuario son simplemente impecables.
El reparto, por su parte, es perfecto. Es difícil imaginarnos a una mejor candidata para personificar a una de las más icónicas actrices de la época dorada de Hollywood, como lo fue Marion Davis, que Amanda Seyfried. La actuación de Gary Oldman en el protagónico es excepcional. Tomó todas las piezas de la personalidad excéntrica de Mankiewicz, quien se caracterizaba por tener un gran problema de alcoholismo y por ser dueño de un sentido del humor ácido, y las expresó con grandeza y gracia. Sorprendería si no es nominado por su desempeño.
Lo cierto es que esta película será disfrutada por aquellos que cuenten con ciertos conocimientos sobre el cine de época y, especialmente, por aquellos que han visto Ciudadano Kane. Por otro lado, con tantas características del cine clásico puede resultar pesada para el público que no acostumbra consumir este tipo de producciones. De todas formas, no se necesita tampoco ser un experto sobre el cine en blanco y negro para disfrutarla. Tiene muchos componentes cautivadores, en especial su fotografía. Tal vez, la película más personal de David Fincher.